En los últimos años Dinamarca ha rectificado la perspectiva de la educación sexual que se impartía en sus colegios. Ya no se habla sólo de "sexo seguro" ?falacia de lo políticamente correcto? sino también se analiza la afectividad, la donación al otro y l
Hace unos años asistí a un curso de educación afectivo-sexual organizado por UNED en Ávila. El director del seminario, afamado profesor universitario y director de un máster en sexualidad, se vanaglorió de la puesta en común que realizó durante la sesión inaugural. Pidió a los asistentes que dijeran la primera palabra que les venía a la mente al oír el término "sexo". De los más de 50 asistentes, nadie utilizó la palabra reproducción. ?Hemos logrado cambiar la mentalidad de los españoles ?afirmó?, ¡ya nadie asocia la sexualidad con la reproducción!
Pues bien, parece ser que en Dinamarca ?y en otros países del norte de Europa? ya están reparando ese grave error y sus repercusiones sociales, económicas y personales. El invierno demográfico lo estamos pagando entre todos. No en un futuro próximo, ya, hoy mismo. La ausencia de niños en nuestras ciudades es una manifestación incontestable de la actual crisis ?obsérvese que no añado ningún adjetivo al término "crisis"?. Cada día más se constata que vivimos en una sociedad en la que la satisfacción del deseo individual e inmediato prima sobre el interés social o el bien común, la natalidad pasa a un segundo lugar, el niño es un estorbo para el progreso laboral e individual, la paternidad es una amenaza para el disfrute del ocio y el compromiso de crear una nueva familia se relega al último lugar en la escala de valores individuales y sociales.
Por ello, hablar en las aulas sobre la natalidad y sus repercusiones sociales ha de ser algo urgente. Y eso se puede realizar de forma transversal en varias asignaturas curriculares: geografía económica, ética, geografía e historia, biología? Y también, de forma directa, en las sesiones de tutoría a través de un adecuado proyecto de acción tutorial.
Nos hemos conformado con impartir una educación sexual limitada a un repertorio de consejos para evitar los riesgos de la práctica de una serie de ejercicios gimnásticos con trasvases de fluidos corporales, dejando de lado cuestiones tan fundamentales como son, entre otras muchas:
Por ello, invito a los responsables de los departamentos de orientación de todos los centros educativos a que plateen un programa de acción tutorial en el que incluyan una educación afectivo-sexual de altas miras, centrada en la persona y en su dimensión de compromiso social y personal.
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