Empresarios y funcionarios

Asistí recientemente a un encuentro de empresarios que tienen sus industrias o negocios en el medio rural. Hay que decir, antes de nada, que el buen empresario, el empresario de verdad, rural o urbano, no es el "pillasubvenciones", de lo que está lleno el país, sino aquel que se juega su dinero, aquel que si no lo tiene pide un préstamo y se arriesga y aquel que mezcla el esfuerzo, el compromiso y la inteligencia. Ese es el mismo empresario que le pide a las instituciones que apoyen, que ayuden, que no pongan más trabas burocráticas y que se les faciliten los papeles.

Todo eso, que parece tan sencillo, no lo es, porque muchos gobernantes están más preocupados por lo "suyo" que por el común y porque hay demasiado personal de lo público que ejerce de frívolo. Vamos, que se toma las cosas con distancia e indiferencia, cuando no de cachondeo. Y esto que puede parecer exagerado, no lo es. Basta con preguntar a los emprendedores para comprender qué difícil es hacer algo en este país lleno de pasotas.

Y me refiero, claro está, a los servidores públicos que, por pitos o por flautas, no se entregan en la medida que exigen las circunstancias. Conozco a funcionarios que son gente preparadísima técnicamente, gente seria, responsable, que ejerce su trabajo desde la entrega. La mayoría. Pero también los conozco muy pagados de sí mismos, sobrados, lejanos a los problemas de los demás; gente que desde una ventanilla, o detrás de una mesa, son fríos, distantes y hasta crueles con el personal que les llega a solucionar un trámite. A estos hay que convencerles del mal que hacen, de la rémora que suponen a la gente que les llega con problemas. A todos estos, que son los menos, pero tan nefastos, hay que recordarles que su sueldo les llega de los presupuestos generales aportados por todos. Que, por tanto, deben ponerse en la piel de los demás porque así contribuirán a mejorar la situación de todos. El "Vuelva a Usted mañana", de Mariano José de Larra no puede ser moneda corriente, y menos en estos tiempos tan desastrosos. Todos debemos saber que cuando no somos parte de la solución somos parte del problema.

Pedir solidaridad a secas es fácil; hacerla no tanto, pero lo que hay que recordarles a los egoístas es que a ellos también les importa que la cosa vaya bien. Que no termine pasando en España como en algunos países sudamericanos donde en más de una ciudad hay barrios y urbanizaciones donde existe un ejército de seguridad ante el grado de delincuencia existente. Todos debemos arrimar el hombro ante la situación de paro, pero el primero el empresario, que no debe comportarse como una hermanita de la caridad, pero tampoco como el rico Epulón.

Todos tenemos que tener sentido social, pero más el que más puede, el que esté en mejor situación. Y, repito, si esa persona pudiente, ese empresario eficiente, no quiere hacerlo por solidaridad, que lo haga por egoísmo. Que piense aún más en sí mismo, porque debe saber que el hambre genera delincuencia y que eso se evita con solidaridad: desde el puesto de trabajo, desde la empresa y desde todos los sitios.

España es un país multiespecial, multiautonómico, multilenguístico y multi muchas cosas más. Es un país complejo, muy complicado, y la historia así nos lo confirma. Pero a la vez es un país de gente sorprendente, generosa, abierta y legal. Debe ganar esta última opción para que esto no se vaya al carajo. Debe predominar el empresario responsable, no el explotador sin corazón, debe ganar el político incorruptible y debe ganar, siempre, el sentido común.

Me he ido desviando, pero el final, y la conclusión, engarza con el principio: y es que el empresario es el que crea puestos de trabajo, y que eso debemos valorarlo todos los ciudadanos. Y que haya empresarios en el mundo rural tiene aún más mérito. El medio marca muchas coordenadas, y el rural las tiene muy difíciles y específicas. Por eso en esa jornada me reafirmé en la importancia y el valor del empresariado que se mueve en ese entorno y en la necesidad de apoyarle. Haciéndolo, nos ayudamos todos. Eso es lo que pretende servidor. Modestamente.