Metáforas

Ando de viaje por el extranjero buscando mejorar mi inglés y de paso soslayar los 40 graditos perpetuos y mojarme un poco. Pero es difícil perder contacto con lo que dejas atrás, como el Shane de Raíces Profundas, (sobre todo porque cada vez más los viajes son un viaje interior y uno se lleva al extranjero sus demonios personales) y así cualquier situación puede despertarte ecos de tu vida cotidiana.

Y las metáforas te persiguen, porque en lo pequeño y cercano, en el microcosmos, a veces está la explicación del macrocosmos aunque no sirva para nada.

Y hete aquí que me encontra yo zascandileando por las calles de Cork, lo que es una buena manera de conocer una ciudad nueva cuando decidí visitar un parquecito verde que prometía. Pero al acercarme con mi compañero de fatigas unos perros que allí había, con sus dueños a una distancia imprudente, nos percibieron y comenzaron a ladrarnos amenazadores o eso al menos me parecía a mí que no sé nada de perros y menos aún sé si son grandes (probablemente el encantador de perros de la tele diría que jugueteaban amistosos y se apañaría con ellos). En fin el caso es que no las tuve todas conmigo ante aquellos galgos o podencos pero seguro dentados y me detuve con más inquietud que otra cosa. Siguiose luego todo ese ritual que tan caro es a los dueños de perros cuando éstos, dada la altura a la que tienen sus cabezas, vienen a olernos nuestras partes y a ponernos en tensión mientras aquellos anuncian su consabido "si no hace nada" con lo que además te dejan por tonto. Como no sé como se dice si no hace nada en inglés me sentí muy incómodo y miré a quienes deberían arreglar aquel entuerto y evitarme el oprobio de tener que achantarme. Los amos, as usual, iniciaron un tibio proceso de llamada para pedirles a sus perros amabilidad con los visitantes pero los canes no les hicieron ni caso y los dueños no se movieron tampoco así que, sospechando que las risitas, como los gestos, son iguales en todos los idiomas, salvo el chino, y desconfiando también de mi capacidad para afearles en un idioma extranjero su desidia para controlar a sus dogs (mentira, tampoco habría sabido en castellano, soy muy timorato en esas situaciones) al final me moví yo y decidí no entrar en el parque que prometía solaz y como diría el Quijote fuime corrido de vergüenza por no haber sabido dominar la situación, arrastrando conmigo a mi amigo más bragado o más experto en perros que yo.

Y aquí empiezan las metáforas pues cuando unos pasos más allá le expresé a mi compinche mi contrariedad por no haber podido visitar el green y mi indignación por el instinto de los irracionales y el comportamiento de los racionales (y no hablo de números) él, gran persona, quiso quitar hierro al asunto y comentó que yo estaba exagerando, que no había pasado nada y disculpó a perros (lógico) y amos (?) con el consiguiente desencuentro entre nosotros que, ahora, por las acciones de otros podíamos emborronar nuestra amistad. Como somos personas cabales, creo, preferimos pasar palabra y compartir pintas así que, en resumen, acabé pensando que el que había procedido mal era yo por ser tan miedoso o precavido (déjenme un poco de dignidad), luego en mi interior reproduje el proceso que siguen las víctimas que acaban pensando que se lo merecen y por fin me refugié en la guarida que te proporcionan Estocolmo y su síndrome y vi que el hombre era bueno.

Al llegar al hotel y poner la radio para oir las noticias me entero de la toma de posesión de Uxue Barkos y la toma de posiciones del nacionalismo vasco en Navarra mientras el socialismo se ausenta, timorato.

No sé si es metáfora o no pero también recordé, para retorcerla, la conocida expresión: Los perros ladran, nosotros cabalgamos... muertos de miedo.