En los años setenta del pasado siglo apareció una disciplina nueva que pretendía tender puentes entre las ciencias de la vida y las ciencias sociales, entre los datos de las ciencias y las dotes de las letras. Recibió el nombre de Bioética en un trabajo pionero de V. R. Potter donde la planteaba, allá por 1970, como "un puente hacia el futuro". Hoy nadie duda de su importancia y a veces distinguimos entre una Bioética "fundamental" que tiene una dimensión más filosófica y una Bioética "clínica" que tiene una dimensión más asistencial porque se construye en contacto directo con los pacientes. En las últimas décadas también han surgido otras formas de entender la Bioética desde diferentes tradiciones filosóficas y por eso es habitual referirnos a la Bioética Comunitarista, del Cuidado, Feminista, Personalista o incluso la cada más más potente Bioética Narrativa.
La emergencia de la cultura digital está generando un nuevo tipo de Bioética que podemos llamar Bioética Digital. Hasta ahora hay poco sobre ella porque se la confunde con la Teleasistencia o la Telemedicina, como si todas las aplicaciones tecnológicas que se están desarrollando en las ciencias de la salud fuera moralmente asépticas, neutrales e inocentes. Los servicios de teleasistencia y telemedicina están cambiando radicalmente el modo de entender la atención sanitaria, sobre todo en el ámbito de los mayores y de los enfermos crónicos. La vida de muchas familias ha cambiado utilizando las oportunidades que ofrece el teléfono, la fibra óptica y las redes. Lo que en un principio nos planteábamos como recurso para reducir costes en la atención sanitaria se ha transformado en herramienta básica para acercar las casas a los hospitales.Con la implantación y desarrollo de un sistema de información y comunicación sanitario eficiente se evitan desplazamientos de los pacientes, incluso se reducen al máximo las técnicas y métodos invasivos que la digitalización quirúrgica facilita. Esta digitalización también exige ciudadanos más responsables de su propia salud y con mayores deseos de colaborar con el sistema socio-sanitario para compartir información relevante en todos y cada uno de los indicadores de hábitos saludables. Ahora bien, tendríamos que empezar a pensar algunos problemas éticos importantes: por qué la digitalización es una oportunidad que se abre sólo en las "ciudades inteligentes" (smart city), cómo incrementar la sensibilidad socio-sanitaria de los profesionales de las TIC. Y también deberíamos capacitar a los profesionales socio-sanitarios para que no entiendan la humanización de la salud como un camino alternativos o enfrentados a las iniciativas de digitalización de la asistencia socio-sanitaria.
Foto: Alfonso Hernández (Era digital)
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