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Pademba Road, el infierno sobre la tierra en Sierra Leona (y III)
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Pademba Road, el infierno sobre la tierra en Sierra Leona (y III)

Actualizado 15/07/2015

"Salí de la cárcel como entré: sin nada. Hambriento, vejado, frustrado, sin entender muy bien por qué tanto sufrimiento y tanto dolor, así que lo primero que me vino a la mente fue decir que no tenía a nadie, no tenía nada, no valía nada, no era nadie y,

Después de escribir sobre el contexto y el significado de la cárcel de Pademba Road [+] en Freetowm, y sobre la inhumana situación de los presos [+] en el interior de la prisión, hoy cierro esta trilogía llena de matices trágicos con el desgarrador testimonio de uno de los chicos que sobrevivió a estar dos años en la cárcel y cuyo dramático desenlace se tornó en esperanza gracias al trabajo de los misioneros salesianos. Sin el gran trabajo gráfico de Fernando Moleres no habrían sido posibles los dos artículos anteriores, así que os invito a ver más fotografías [+] de las que realizó en la prisión de Sierra Leona para tomar conciencia del horror y el vacío que se respiran allí dentro.

Durante mi estancia en el Centro Don Bosco Fambul, que significa "familia", me quedé con las ganas de hablar con el protagonista que presento aquí. No fue posible coincidir con él y al final su testimonio me lo trasladó Jorge Crisafulli, misionero argentino que lleva 20 años en África y que en la actualidad es el superior de los Salesianos en los países occidentales anglófonos del continente. A él, entre otros, le debo las duras y a la vez muy enriquecedoras vivencias en Sierra Leona y Liberia, ya que vi las peores situaciones por las que puede pasar el ser humano, pero también lo mejor que dan de sí otras personas a su lado, los misioneros, y también desde la distancia, los que intentamos construir un mundo más justo de múltiples maneras.

Transcribo el testimonio íntegro, hasta el punto final, porque después de esta historia ya no me quedan palabras...

[Img #358076]Mis padres murieron durante la guerra civil en el interior del país. Como tantos otros chicos jóvenes, un día decidí ir a la capital para ganarme la vida y juntar unos leones -la moneda local- para poder estudiar. Tendría 15 años...

Una noche, alrededor de las once, deambulaba por las calles desiertas de Freetown y me paró la policía. Me interrogó de mala manera sobre dónde vivía, sobre mis padres y que por qué estaba en la calle dando vueltas a esas horas de la noche. Les expliqué que no tenía padres, que estaba simplemente caminando, que venía de una aldea del interior del país y que no tenía un lugar fijo para dormir... Después de insultarme y pegarme, me llevaron directamente a la cárcel, a la prisión de Pademba Road, donde pasé los dos peores años de mi vida. Nadie sabía que me habían encerrado en el infierno sobre la tierra; ni mis familiares ni mis amigos.

La vida allí dentro fue una continua tortura. Me pusieron en una celda común con otros delincuentes, todos mayores que yo. Durante las comidas, sólo un desayuno y un almuerzo al día, sufrí el acoso de los 'macho boys' de la cárcel; el desayuno era una taza de té amargo con dos panecitos y los 'macho boys' me quitaban los panes y me dejaban sólo la taza de té negro y sin azúcar. Al mediodía la comida era un plato de arroz blanco hervido con una salsa de hojas de yuca y pimienta, pero los 'macho boys' siempre me quitaban la salsa y me conformaba con el arroz blanco. Por la noche tenía que abanicar a los 'macho boys' debido al calor y a los mosquitos en una celda masificada donde había que hacer turnos para tener un lugar en el suelo para dormir tumbado... pero yo las pocas horas que dormía, sin embargo, lo hacía en cuclillas.

Por la mañana mi misión era vaciar una lata de metal, puesta en un orificio, donde los prisioneros hacían sus necesidades durante la noche. La peor experiencia fue cuando me violaban como si fuera una niña. Fui salvajemente abusado sexualmente en la cárcel durante dos años pero mis quejas nunca fueron oídas por las autoridades de la prisión.

[Img #358075]Después de dos años en la cárcel en las que sufrí toda clase de abusos, fui puesto en libertad por un juez que dijo que la pena -dos años de cárcel en el 'infierno'- por el 'crimen' de caminar a las 11 de la noche libremente por las vacías calles de Freetown estaba más que pagada.

Salí de la cárcel como entré: sin nada. Hambriento, vejado, frustrado, sin entender muy bien por qué tanto sufrimiento y tanto dolor, así que lo primero que me vino a la mente fue decir que no tenía a nadie, no tenía nada, no valía nada, no era nadie y, por tanto, no merecía vivir, así que tomé la decisión de suicidarme.

Di vueltas hasta que encontré una soga, y con ella de la mano me fui caminando hacia el puerto, donde llegan los 'ferries' y donde hay viejos barcos semihundidos: era el mejor lugar para terminar con mi vida. Entonces, unos niños de la calle que vivían en ese mismo lugar, al verme haciendo los preparativos para colgarme, se acercaron y me dijeron que no tenía que hacer eso, y me hablaron de que había en la ciudad un lugar donde ayudaban a chicos que se sentían solos y estaban mal, un lugar donde ofrecían un hogar, casa, comida, donde no había golpes, ni abusos...

Cuando escuché Don Bosco Fambul [+] una ráfaga de esperanza iluminó mi corazón y me dije a mí mismo que eso era lo que necesiaba, un Fambul, una familia que me escuchara y me quisiera como era. Acompañado por algunos chicos de la calle fui al centro del que me habían hablado y me recibieron con una sonrisa, sin juzgarme, aceptándome como era, con mi historia a cuestas.

Allí pasé dos maravillosos años en contacto con Don Bosco. Lo que más me impresionó fue que nunca me levantaron el tono de la voz, nunca me pegaron ni castigaron físicamente. Tuve muchos encuentros de terapia de grupo, charlas, actividades... Me llamó la atención el espíritu de familia, la alegría, los juegos con otros chicos como yo, la oportunidad de aprender nuevamente en un aula... De hecho, aprendí a leer y a escribir en inglés. Reconozco que me enamoré de Don Bosco y de su sistema educativo, de la espiritualidad simple, que basaba todo en estar siempre alegres.

[Img #358077]En este momento soy miembro de un 'group home' -casas de acogida donde conviven un grupo de jóvenes con un monitor mientras estudian-. He terminado Educación Secundaria y estoy estudiando ICT (Information and Communication Technology) en Freetwon. Don Bosco literalmente me salvó la vida y dio un nuevo sentido a mi existencia. Hoy soy monitor en Don Bosco Fambul y salgo a las calles a recoger a niños abandonados junto con los asistentes sociales. También soy animador del Movimiento Juvenil Salesiano (MJS) y colaboro como animador del oratorio salesiano de Dworzak, en Freetown, durante las vacaciones.

No he dicho mi nombre porque, como casi todo en mi vida, también es nuevo. Me bauticé hace poco tiempo para llamarme Juan Bosco, porque mi sueño es el mismo que tenía él y que llevan a cabo los misioneros salesianos: ayudar a chicos que están en la calle, que se sienten solos y abandonados, o que viven en el infierno de la prisión de Pademba Road.

Para mí Don Bosco fue un genio y ahora yo soy Juan Bosco, así que me toca a mí seguir con su misión aquí en Sierra Leona, en Don Bosco Fambul.

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