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Lisbeth otra vez
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Lisbeth otra vez

Actualizado 12/07/2015
@santiriesco

[Img #355282]Me ha vuelto a quitar el sueño. Y ha conseguido algo que ninguna otra mujer había logrado de mí. Lisbeth me ha empujado a participar en un concurso. Sí, lo sé. Sigo perdidamente enamorado de este personaje literario (y ahora también cinematográfico en sus dos versiones) y cuento los días ?y las noches- para que se publique esa cuarta y definitiva novela a modo de spin off (o como coño se diga. Y escriba) en la que se cuente qué ha sido de la mujer más maravillosa que un periodista de bien quisiese tener como amiga, amante y confidente colaboradora.

Esta vez no podrá ser Larsson el que le dé vida por estar muerto. Esta vez será otro sueco, David Lagercrantz, el que ponga en movimiento el delicado y resistente cuerpo de mi querida Lisbeth. Y yo he concursado en una página de internet para ser uno de los 20 afortunados que puedan disfrutar de la #nochemillennium leyendo en primicia esta cuarta novela que continúa, de singular e independiente modo, la controvertida trilogía del desaparecido Stieg. Si fuera o fuese uno de los elegidos lectores, podría pasar la noche del 26 al 27 de agosto leyendo las nuevas aventuras de mi soñada Lisbeth Salander.

Buscando y rebuscando en mis archivos di con una columna que escribí en pleno periodo febril. Cuando me enamoré definitivamente del personaje. La publiqué el 2 de febrero de 2009 bajo el título "Lisbeth, te amo", en el desaparecido y añorado portal sincolumna.com que fundara con otros tres zumbados del periodismo y la literatura para reivindicar el columnismo como género. La reproduzco:

Lo siento Mikael, la culpa es de Stieg. Ese maldito colega sueco que murió arrojándola a mis brazos después de que tú decidieses seguir jugando con Erika, tu amante y compañera en la redacción de "Millenium". Cuando leí la última página de "Los hombres que no amaban a las mujeres" lo primero que se me vino a la mente es que tenía que conquistar a Lisbeth Salander. Y me fui con mi Eva a una librería para hacerme con la segunda entrega de la trilogía de Larsson. Y ahí ando, enfrascado en "La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina". Buceando en cada palabra, saboreando cada párrafo, deleitándome en una narración que fluye y anega mis adentros con las más verosímiles de las increíbles historias periodísticas contenidas en una novela negra.

Mikael, sé que no la das por perdida. Sé que todos los periodistas como Larsson, como tú y como yo, estamos predestinados a enamorarnos de Lisbeth Salander. Experta informática, amante desinhibida, poco dada al parloteo inútil y valiente donde las haya. Una mujer discreta, de acción sobrehumana, con memoria fotográfica y una historia traumática de infancia. Salander es el prototipo de chica desadaptada crecida en un ambiente hostil con un gran trauma a sus espaldas capaz de resurgir de sus cenizas y convertirse en el Ave Fénix que endulza todos mis sueños.

Estoy terminando el segundo volumen. Supongo que al final acabarás por recuperarla. Ahora las cosas no van bien entre vosotros, pero tengo la esperanza de que pronto todo se aclare. Entonces, amigo Blomkvist, sólo querré meterme en tu piel, ser el periodista arriesgado, concienzudo y de recia moral capaz de destruir un imperio económico fraudulento, de poner al descubierto la hipocresía social frente a la trata de mujeres y, sobre todo, de disfrutar de una felicidad moderada junto a Lisbeth en tu refugio de libros, discos y caricias a orillas de cualquier mar.

Lisbeth otra vez.

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