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El respeto a la creación
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El respeto a la creación

Actualizado 12/07/2015

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El día 17 de junio he tenido la alegría de participar en el canto litúrgico de las vísperas en la pequeña iglesia de San Damiano, en Asís. Como sabemos, a la voz del crucifijo que allí se encontraba, San Francisco se decidió a restaurar la Iglesia.

También allí Francisco de Asís compuso su canto de alabanza al Señor por el sol y la luna, por la tierra y el agua? No en vano, San Francisco de Asís ha sido declarado patrono de los estudios y de las acciones que tienden a promover el respeto a la casa común. Eso es lo que significa la "ecología", que estudia el medio ambiente y el desarrollo sostenible.

A eso está dedicada la carta encíclica que lleva por título «Laudato si', mi' Signore» ? «Alabado seas, mi Señor», que recuerda el canto de San Francisco. Firmada el día 24 de mayo, fiesta de Pentecostés, la carta se haría pública el día siguiente, 18 de junio de este año 2015.

Un amigo italiano decía hace unos pocos años que ya era hora de que la Iglesia se ocupara del medio ambiente. En realidad, el magisterio de los papas viene promoviendo el respeto a la creación desde mucho antes de que naciera mi amigo.

En la introducción a su encíclica, el papa Francisco ha querido evocar algunos de los datos de ese recorrido.

Ya en 1971, Pablo VI denunciaba la explotación inconsiderada de la naturaleza, que podría ser destruida por el ser humano, al que arrastraría en su destrucción. Ya por entonces, trataba de promover un cambio radical en el comportamiento de la humanidad con relación a la naturaleza.

San Juan Pablo II, ya desde su primera encíclica, se ocupó una y otra vez del respeto a la creación y de la necesidad de evitar la destrucción del medio ambiente y de promover cambios fundamentales en el comportamiento humano ante la naturaleza.

El papa Benedicto XVI señaló dos tentaciones que acechan a la humanidad de hoy. Por una parte se explota la naturaleza como si fuera un objeto destinado a saciar nuestra codicia. Y, por otra parte, muchos adoran a la naturaleza, como si de ella viniera una salvación sin Salvador. Al papa Ratzinger le gustaba referirse a la gramática de la creación y a la unidad de la naturaleza, para añadir que no se puede defender la vida de los animales, mientras se desprecia la vida humana. Finalmente insistía en la necesidad de vivir un amor intrageneracional, sin olvidar el amor intergeneracional. Es decir, no sólo estamos llamados a amar a nuestros contemporáneos, sino también a ceder la tierra en buenas condiciones a las generaciones futuras.

Evidentemente, si los papas se preocupan por el medio ambiente, eso no significa que hayan olvidado su responsabilidad religiosa para entrometerse en asuntos sociales o políticos. Sabemos que la fe nos hace responsables de un mundo que Dios ha confiado a nuestro cuidado.

Pues bien, en esta línea se sitúa la encíclica "Laudato si', mi' Signore" del Papa Francisco. A ella habrá que volver con frecuencia.

José-Román Flecha Andrés

LA INICIATIVA DE LA MISIÓN

Domingo 15º del Tiempo Ordinario. B.

12 de julio de 2015

"No soy profeta ni hijo de profeta, sino pastor y cultivador de higos". Nos conmueve la simplicidad con que el pastor Amós responde al sacerdote Amasías, según se lee en el texto que hoy se proclama (Am 7,12-15). Evidentemente el profeta molesta a la institución. Pero hoy son muchos los que se proclaman profetas. Los que pregonan haber recibido ese carisma.

Pues, bien, el verdadero profeta no se atreverá nunca a apropiarse ese título. El verdadero profeta no lo es por profesión. Se podría decir que lo es siempre a regañadientes. La iniciativa no viene de él sino de Dios. Es Dios quien lo saca de su vida habitual y pone en sus labios unas palabras que ni él mismo habría nunca imaginado.

La verdadera vocación profética no reporta nunca beneficios inmediatos. Por eso, nunca puede brotar en el campo del egoísmo y de los propios intereses. Se ha dicho con razón que la vocación puede ser representada como una lucha con Dios, en la que el llamado es siempre vencido por el que le llama. Bien lo sabía Amós, acostumbrado a guiar sus rebaños por el campo.

EL ESTILO DE LA MISIÓN

Si la primera lectura nos recuerda la vocación de Amós, el evangelio nos da cuenta de la vocación de los discípulos de Jesús. Tampoco ahora la iniciativa viene de ellos mismos. Es el Señor quien los elige, quien los llama y quien los envía con una triple misión: predicar la conversión, echar los demonios y curar a los enfermos (Mc 6,7-13).

? Ahora bien, Jesús los envía de dos en dos. Sus discípulos no son francotiradores. Viajar, caminar y actuar siempre "de dos en dos" es ya un requisito para que puedan ser creídos como pregoneros y testigos de la verdad.

? Pero es que, aun antes de actuar y de hablar, han de ser convincentes por su misma forma de vivir en comunión y fraternidad. La buena noticia del amor no será creíble si los que la proclaman no se aman como hermanos

? Además, los discípulos del Señor son enviados con un encargo muy concreto de vivir en austeridad y pobreza. Ha de faltarles no solo lo superfluo, sino también lo necesario. El mensaje dirigido a los pobres no será creíble si lo anuncian los que nadan en las riquezas.

SENCILLEZ Y LIMPIEZA

El texto evangélico recoge un par de advertencias de Jesús que pueden resultar extrañas en la cultura de nuestro tiempo:

? "Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio". Jesús quiere y espera que sus discípulos no sean presuntuosos, ni escogidos. La verdad del mensaje ha de apoyarse en la sencillez del mensajero. Abandonar una casa por exigencias de mayor comodidad no haría muy creíble el evangelio.

? "Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa". Jesús es muy realista. Sabe que quienes rechazan el mensaje, rechazarán también al mensajero. Pero hay que vivir siempre con rectitud y limpieza. Para que sea evidente que el rechazo es inmotivado.

- Señor Jesús, tú conoces la resistencia que oponemos a tu llamada y el rechazo que demostramos a los que has llamado. El evangelio nos revela la limpieza de tu elección, la coherencia que esperas de tus discípulos y las dificultades que han de encontrar en la misión. Que tu palabra nos purifique a todos, para que brille tu palabra y no nuestros intereses. Amén.

José-Román Flecha Andrés

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