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El periodismo en tiempos de crisis
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El periodismo en tiempos de crisis

Actualizado 12/07/2015
Aniano Gago

Si hay algo que persigue a los ciudadanos desdearrow-10x10.png hace siete años es la crisis, mejor dicho, sus consecuencias, el desastre que está generando. Pero, en cambio, las noticias que destacan en sus aperturas, en sus principales titulares, las radios, las televisiones y la prensa de papel y los digitales no siempre van por ese camino. Hay otras cuestiones que suelen centrar la atención: desde los asuntos políticos generales, véase la cuestión catalana, la reforma, o no, de la Constitución del 78, o los casos de corrupción que se extienden por toda la piel de toro. Otras veces es una sentencia que saca a la calle a los etarras encarcelados y asesinos violadores o un desastre natural como el reciente de Filipinas.

No digo yo que no sean temas importantes, y que los colegas no sepan valorar las noticias, pero creo que en muchos casos se peca de un espíritu periodístico muy alejado de lo cercano porque, por múltiples cuestiones que exigirían un detallado análisis, no siempre se profundiza en los temas cercanos, pocas veces se les sigue la pista, casi nunca se va más allá del enunciado, del hecho en sí, del titular o de la fría estadística. Es más. En muchas ocasiones el periodista hablaparaarrow-10x10.png los de su misma condición, o para el político, o para el empresario, y se olvida de la gran masa popular, alejándose así del ciudadano de la esquina. Se hace, en definitiva, un periodismo más para las élites que para el pueblo.

La noticia, en cualquier caso, nunca falta, llega, de aquí o de allá, nacional o internacional, y los responsables de los medios informativos deben elegir según su criterio, oficio y profesionalidad. Y eligen. Pero hay que preguntarse: ¿Eligen con acierto? ¿Las noticias que priman son siempre las que de verdad interesa a los telespectadores, radioyente o lectores? ¿Se conoce realmente lo que pasa en muchas familias? ¿ Se sabe qué hacen, a qué se dedican los parados? ¿Sabemos cuántas personas viven de la solidaridad y de la caridad?, ¿contribuyen los medios a que valoremos como se merecen a quienes están altruistamente detrás de los bancos de alimentos o los comedores sociales? ¿Cuánta gente duerme en la calle? ¿Qué hacen los desahuciados de sus casas, a dónde van?, ¿qué pasa con los niños y los viejos indefensos ante la que está cayendo? ¿Cuánta gente vive de buscar en los contenedores de basura? Estas preguntas tienen todas una respuesta común: no sabemos de la misa la mitad. ¿Deberían, entonces, abrir diariamente los informativos con estas cuestiones? ¿Acaso a la gente le interesa más un viaje de Artur Mas a la India a descubrirarrow-10x10.png a Gandhi que el que se deslocalicen empresas de la próspera Cataluña por el clima generado en esta maravillosa tierra? ¿Es más importante hablar de las idas y venidas de Juan Vicente Herrera como candidato de la Junta que saber qué pasa con los cientos de miles de parados en esta Comunidad o las causas de la despoblación? ¿ Hay alguien del pueblo llano preocupado realmente por los enfrentamientos entre Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría?

Son muchas las preguntas que vienen a demostrarnos que existe un periodismo que destaca las noticias de la España oficial y otro periodismo, ausente, que se olvida de muchos aspectos trascendentales. Se hace un periodismo lejano al mundanal ruido, de espaldas a las personas de carne y hueso, esas que sufren, esas que forman la auténtica sociedad civil. Y es que vivimos en una sociedad totalmente copada por la política y los políticos, donde todo lo mueve el mandamás de turno. Nada se puede hacerse sin la subvención, nada se les escapa a los padres de la patria. Hasta las asociaciones de vecinos tienen que recibir dinero público paraarrow-10x10.png poder funcionar. En esa dinámica también están la mayoría de medios, lo que les lleva a pisar más la moqueta de los despachos o el parquet de la Bolsa que la calle, con su ruido, su barro y sus desdichas. Es como si un estigma, como si una tendencia inevitable, tirara de los medios con una fuerza huracanada hacia los oropeles.

Lo que está haciendo la crisis con los medios de comunicación es darles una vuelta de tuerca más a favor del poder. ¿Cómo van a criticar a los gobiernos autónomos, municipales o provinciales si son los que les ponen publicidad, si son su asidero para no desaparecer en medio de la hecatombe? ¿Por qué no se profundiza y se investiga más, informativamente, en el desastre de las cajas de ahorros? ¿ Hay que dejar solos a jueces y fiscales, o deben los medios contribuir y ayudar a descubrirarrow-10x10.png a los culpables de tanto desaguisado?. Por supuesto: sobre este tema se habla, y se dice, pero no en la medida que se debería. Hay demasiado chorizo suelto todavía y muchos responsables políticos que están detrás de directivos y consejos de administración que se hacen el sueco, que miran para otro lado, como si ellos no tuvieran nada que ver con lo que ha pasado o está pasando en Caja España-Duero, Caja Burgos (Banca Cívica), Caja Segovia, o Caja Ávila. O la CAM, o Catalunya Caixa y tantas y tantas otras. La gravedad del asunto es tan importante que tendría que ser objetivo prioritario de los medios de comunicación.

Estuve una temporada en Londres y en dos meses sólo vi en los informativos de la prestigiosa BBC una noticia de España: un encierro de los sanfermines. Lo demás todo relacionado con el mundo anglosajón: desde Estados Unidos a la India y desde Australia a Las Malvinas. Noticias y reportajes de todo tipoarrow-10x10.png. Aquí en España no, aquí de los países de América del Sur no se habla ni la cuarta parte que se debiera, y de lo cercano, de lo próximo, cuando ya no queda más remedio. Aquí, como grandes quijotes, nos gusta más Ucrania, Siria, Japón o la Antártida.

La escala de valores informativos debería ser objeto de análisis, motivo de debate, porque creo que los medios están adocenados, siguiendo la corriente del río que les lleva. Y en estos tiempos ese río y esa corriente se llama crisis, lo que se traduce en 10.000 periodistas que han perdido su trabajoarrow-10x10.png y los que lo mantienen están, en general, en situación muy precaria. Por eso cada día más las liebres corren a los galgos, o sea, que los políticos critican a los periodistas y no al revés. Y, claro, sin periodismo no hay democracia. Pero esto es lo que hay. Huimos del barro porque el barro somos nosotros.

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