Las Benitas reabren su iglesia al culto

Una vez más, las monjas benedictinas del monasterio de Santa María de las Dueñas nos sorprenden. La labor emprendedora de esta comunidad no cesa con el paso del tiempo. Después de renovar las techumbres del templo, hace tres años, culminan ahora la restauración de los espacios sagrados que abren nuevamente al culto.

El cambio al que se ha visto sometida la iglesia de este monasterio es evidente. En paredes y techos destaca el color ocre combinado con el blanco. El baldaquino ha desaparecido y ha sido sustituido por un muro partido en dos que separa el presbiterio y altar del coro de la iglesia, donde se encuentran los sepulcros de la familia Rosales y Salazar. El suelo del templo también luce renovado, y ofrece un brillo y una claridad magníficos. El conjunto es bello y está orientado hacia la función litúrgica. Es de esperar que a partir de ahora sea el espacio natural de culto para esta querida comunidad religiosa albense.

Un lugar con historia

La iglesia del monasterio de Santa María de las Dueñas tardó cuatro años en construirse. Ocurrió en pleno siglo XVIII, cuando la comunidad monacal se trasladó desde extramuros de la villa hasta su ubicación actual. La presencia en Alba de Tormes de un monasterio de la orden que fundara San Benito de Nursia se remonta, sin embargo, a 1244 cuando el papa Inocencio IV emite la bula por la que se decretó su instalación en nuestra villa (la zona que ahora ocupan los silos de la carretera Peñaranda). La portada data de la segunda mitad del siglo XVI, y es la misma que perteneció al primitivo monasterio y que llegó junto con los sepulcros que se pueden apreciar en el coro de la iglesia. Son cuatro tumbas rematadas con figuras yacentes, esculpidas entre los siglos XV y XVI. Todas pertenecen a una sola familia, la de María de Rosales, en cuyo testamento dejó orden de construir una capilla a su costa donde reposasen sus restos y los de sus antepasados y herederos.