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Se veía venir
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Se veía venir

Actualizado 06/07/2015
Francisco López Celador

Pasado el boom de primera hora ?bien es verdad que con resultados mejores de los esperados-, las primeras decisiones de los partidos emergentes están sirviendo para que, pasada la euforia inicial, las cosas vayan a su justa medida. Ya aparecen encuestas más ajustadas a las fuerzas de cada cual. Si añadimos los primeros síntomas de nepotismo y apego al vil metal, tendremos que concluir que poco bueno se puede esperar de quien así comienza. Para dejar las cosas más claras, acaba de salirle a Podemos un grano con muy mal aspecto, se llama Syzira.

[Img #348776]Cuando el camarada Tsipras se encontraba en campaña electoral no tuvo inconveniente en aparecer al lado de Pablo Iglesias. Para mayor gloria de este último, el griego se convirtió en primer ministro y el movimiento podemita comenzó a frotarse las manos. Todo salía a pedir de boca. No sin sorpresa se obtuvo una significativa presencia en el parlamento europeo y todo presagiaba muy buenos resultados en las autonómicas y municipales. La realidad fue que la nefasta ?o delictiva- gestión de no pocos dirigentes populares, la falta de tirón de los líderes socialistas unida a su "socavón" andaluz, junto a alianzas intrínsecamente imposibles de partidos con idearios contrapuestos, han llevado al poder a personas de la cuerda de Podemos o de fuerzas realmente separatistas y antisistema.

Ahora estamos asistiendo al apuntalamiento de Grecia por parte de la Unión Europea. Después de marear la perdiz tratando de que Bruselas no cierre el grifo, pero eludiendo cualquier esfuerzo por parte de los suyos, Tsipras se ha topado con el ¡hasta aquí hemos llegado! de sus socios europeos. Y, lo que es más ilustrativo, han hecho acto de presencia las primeras manifestaciones favorables a la no salida del club del euro. Son conscientes de que su salida supondría unas seguras consecuencias catastróficas ?para ellos y para nosotros-. Mala papeleta la que tiene el primer ministro griego. Como no ha tenido valor de decir a los suyos ¡No podemos!, tampoco les ha comentado que las naciones serias acostumbran a saldar sus deudas, que la gente no suele jubilarse con poco más de 50 años, que las empresas y organismos no mantienen en nómina a sus muertos ?salvo en alguna región del sur de España- que las pensiones son menores que en Grecia y que los ciudadanos, además de pagar más impuestos, se aprietan el cinturón para socorrer a quien, como ellos, necesite ayuda.

Ante futuro tan negro, el gobierno de Tsipras ha lanzado un órdago a Bruselas esgrimiendo un referéndum ?más bien plebiscito- para que su gente se enfrente a los "chulos" de la UE. Antes de reconocer lo imposible de sus promesas, los "listos" de Syriza, no sólo consienten en provocar el hundimiento de Grecia sino que hacen lo mismo que Nerón en Roma, primero prenden fuego y después culpan a la intransigente Bruselas. Que FMI, BCE y UE se olvien de recuperar los 200.000 millones de euros ?de los cuales 26.000 corresponden al "negocio redondo" del mago Zapatero-. Ante esta situación ¿cuál es el precio que estamos dispuestos a pagar para que sigan tomándonos el pelo? La democracia que nació en Atenas hace más de 2.000 años no sabía de mentiras, fraudes y malas artes y el gobierno griego se olvida de sus paisanos que se consideran perjudicados con su capricho. La democracia de que presume Tsipras ya se puso de moda en la antigua Rusia, se practica en dictaduras centro y suramericanas y ha sido "mejorada" por algún profesor de universidad madrileña. Aunque no estoy "puesto" en economía, el hecho de que a la izquierda radical le haya faltado tiempo para saltar a la yugular del Eurogrupo, me hace suponer que su decisión no anda descaminada.

¿Y aquí qué sucede? Lo que se veía venir. Los dirigentes de Podemos, anclados en el rancio comunismo que ha llevado a la ruina a los países que invade, no han podido resistirse al encanto del poder y cada día se les descubre un nuevo traspiés. Una de las armas esgrimidas en su puesta en escena fue el rechazo frontal de la corrupción y sus ansias de lapidación de los corruptos. Poco se ha tardado en conocer la clara intención de burlar el fisco varios de sus dirigentes o seudoconsortes que, sorprendidos in flagranti, acuden al consabido deseo de matar al mensajero o escudarse en curiosos ataques de amnesia. Si se les llenó la boca de libertad y transparencia, pronto se ha descubierto el rechazo de cualquier crítica y la negativa a responder preguntas incómodas. La mayoría están esperando a ser investidos para acercarse a un micrófono y lanzar un exabrupto. No se han parado a considerar que se necesitan otras manifestaciones y, sobre todo alguna medida eficaz.

La última moda de estos demócratas es el menosprecio a las víctimas del terrorismo. Declarándose más próximos a los verdugos por entender que "su labor fue esencial para acabar con la engañifa del régimen del 78", ofrecen la clara expresión de sus sentimientos. Ese es el estado natural de su mente; cuando tratan de suavizar sus barbaridades, ya sabemos que están mintiendo. Lo triste será que muchos de sus votantes no se paren a considerar estas cuestiones antes de hacerlo.

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