Tragedia Griega again

Ya ni en Grecia quedan héroes. Cuando uno pensaba que ya no se podía liar más la cosa, va la cosa y se lía mucho más.

Uno ya veía que el diálogo iba a fructificar, que la sangre no llegaría nunca al río y que griegos y europeos ?a veces parece que no sean del mismo equipo- alcanzarían el tan deseado y trabajado acuerdo, con la bendición del Ibex35, además.

Pues bueno, pues en este aquel va el Señor Tsipras y convoca un referéndum en el que parece que le quiere preguntar al pueblo heleno si acepta o dejar de aceptar lo que le plantean en Bruselas, pero anticipando ?en soberbio ejercicio de neutralidad e imparcialidad- que hay que votar que "no", que los buenos patriotas rechazarán esa humillación que sus socios quieren endosarles.

Pero, vamos a ver, ¿la cosa no era: Votarme a mí que yo no aceptaré imposiciones de la troika ni subidas abusivas de impuestos indirectos ni austeridad suicida e insolidaria?

Y con ese mensaje, ¿no ganó Syrinza ?pongamos que se escriba así- las elecciones?. Entonces, ¿el referéndum a santo de qué?.

Uno ?que se encuentra en plena crisis de fe en los políticos, partidos, sindicatos e instituciones- tiene perfecto derecho a pensar que el Señor Tsipras no quiere pasar a la historia como el político que subió el IVA y bajó las pensiones, ni que se le recuerde tampoco como el que sacó a Grecia del ?uro. Y en tales circunstancias, lo que hace es pasarle la patata caliente a sus pobres conciudadanos, y que decidan ellos. Al fin y al cabo, todo esto acontece en la península que acuñó, para referirse al gobierno del pueblo por el pueblo, la palabra que se utiliza hoy en todo el Orbe.

Pero esto, ¿no es una tremenda irresponsabilidad?. ¿El Señor Tsipras no concurrió a unas elecciones para tomar, precisamente, estas decisiones?. ¿Y entonces, qué está pasando?.

Acaso lo que ocurre es que Syrinza ya ha tenido oportunidad de constatar con sus propios ojos que no hay más cera que la que arde, que el dinero no se puede fabricar gratuitamente, que elegir es renunciar y que los dueños del capital ponen condiciones para soltarlo.

A lo mejor, y aunque hace siglos que está dicho y milenios que se constata, hasta ahora no ha empezado el gobierno heleno a darse cuenta de que en ningún sitio manda el que mejor sabe mandar sino el que más puede hacerlo, porque el mundo no está regido por los sabios sino por los poderosos.

Bueno sería que el principio de realidad que emana de la experiencia griega comenzara a calar por aquí más cerca para que nadie vuelva a prometernos lo imposible. (o para que estemos avisados cuando reincidan).

Sobre todo después de ver que ni siquiera lo posible son capaces de cumplir (bajarse el suelo, por ejemplo, no llegaba ni a difícil, y ahí sigue aparcado).