La misión de comunicar bien en la Iglesia

Si alguien se aventurara a adentrarse seriamente en las vastas extensiones del mundo de la comunicación, este tercer y cuarto día del Experto en Comunicación Social de la Universidad Pontificia de Salamanca le hubiera sido muy de provecho.

Estos dos últimos días, aunque desde diferentes enfoques, varios profesores nos han provisto de todas los utensilios y actitudes necesarias para continuar bien preparados con nuestra apasionante expedición.

Xiskya Valladares, la monja twittera, coofundadora de la plataforma iMisión, nos ha iluminado el camino hacia la evangelización del continente digital, así bautizado por el a su vez llamado primer papa twitero, Benedicto XVI. Él mismo afirma: «A vosotros, jóvenes, que casi espontáneamente os sentís en sintonía con estos nuevos medios de comunicación, os corresponde de manera particular la tarea de evangelizar este continente digital». Este territorio, aunque pueda parecer arduo y hostil para los cristianos, no es más que el terreno fértil de misión que Dios mismo nos invita a descubrir y evangelizar. Tanto es así que «la Iglesia se sentiría culpable ante Dios si dejara de usar los medios de comunicación en su misión evangelizadora» (Pablo VI, Evangelii Nuntiandi 45).

El cine, como lugar al que se acude a olvidar o a recordar, es el espejo de las experiencias más específicamente humanas, ya que la única aventura posible es la aventura de la vida. Pedro Sangro nos ha ayudado, en la segunda mitad de la mañana del miércoles, a valorar el cine, no como experiencia selecta de aquellos que saben adivinar la gramática de una poesía, sino como el espejo precioso de aquellos que, ante la pantalla impregnada de luz, se entretienen, piensan y cambian.

José David Urchaga, con gran maestría y profundidad, llenó nuestra mochila de viaje con los planos esenciales de la topografía del hombre. En una de las mejores clases de filosofía antropológica, como quien se adentra en el misterio de sí mismo, nos adentramos en el hombre, en lo que es innato y lo aprendido, en lo que comunicamos y lo que desconocemos, lo que sentimos y en lo que pensamos, en lo que comprendemos y en lo que adoramos. ¿Acaso no es la religiosidad una actitud constitutiva y no una mera creencia u opinión? Quien quisiera conocer el génesis de la actitud religiosa del ser humano debería haber escuchado alguna vez en su vida una clase como esta sobre un tema, en el fondo, tan humano y tan divino.

Ya el miércoles, la mañana, orquestada por María Eugenia Polo, tuvo por partitura la comunicación emocional en la tarea pastoral. Si tres ángulos forman un triángulo, la comunicación, las emociones y el evangelio forman las tres puntas de la geometría de nuestra experiencia vital de fe. Hemisferio derecho y hemisferio izquierdo de nuestro cerebro, los dos a una, con una sola dirección, conducirán al creyente a la armoniosa gestión de sus emociones y la efectiva comunicación de la pasión por el Evangelio.

Para terminar la jornada, Liliana Armenta Lobato (como quien lidera una buena lección sobre liderazgo) nos enseñó el arte de liderar, que tiene como ideal el servicio. El líder es aquel que hace que cada uno ocupe su lugar con responsabilidad, en sintonía con los otros, y con la serena comodidad de quien se sabe realizado y valorado. El liderazgo, en definitiva, no como una despótica dictadura, a ser posible, sino como una donación desinteresada de quien se preocupa por aquellos que se han confiado a su poder organizativo. Todos a una. Ante este ideal, ¿qué tipo de liderazgo queremos nosotros ejercer en nuestra particular y pluriforme realidad?

En fin, cinco clases, cinco rutas, cinco dimensiones de una misma misión: comunicar. Creando desde el creer. Esto es lo que se cuece en la Universidad Pontificia de Salamanca desde el 29 de junio y hasta el 10 de julio.

Abel Hernández Llanos

Seminarista de Sta. Cruz de Tenerife