De claustros, expolios y otras sinvergonzonerías

Todo este asunto del Claustro de Palamós y su más que posible vinculación con el desaparecido claustro de la Catedral Vieja de Salamanca, ha puesto de actualidad una de las etapas más vergonzosas en lo que a destrucción y expolio de nuestro Patrimonio se refiere, la que se vivió desde finales del siglo XIX hasta los años treinta del XX. En aquellos años, salieron de España como respuesta a la demanda de ávidos coleccionistas, monasterios, iglesias, claustros, palacios, casas señoriales, monumentos funerarios, mobiliario, cuadros, esculturas, tapices, artesonados, armaduras, retablos, coros, joyas, piezas de cerámica? El balance es aterrador y todavía falta mucho por inventariar, pues como la mayoría de las veces las adquisiciones eran ilegales, se hacían en la clandestinidad, sin dejar pruebas, por lo cual la labor de los actuales investigadores del que podríamos llamar "Patrimonio español en el exilio" es realmente detectivesca.

Los ávidos coleccionistas, los compradores, eran en su mayoría los grandes millonarios norteamericanos, aquellos magnates que sentaron las bases del capitalismo como J. P. Morgan, Rockefeller o William Randolph Hearst (Hearst iba a ser el comprador del hoy llamado Claustro de Palamós pero la operación se truncó). A golpe de talonario, estos compradores casi compulsivos que necesitaban sus colecciones artísticas para dar respetabilidad a sus vidas y a su fortunas, satisficieron sus apetitos saqueando Europa, sobre todo España, donde según Arthur Byne, testaferro de Hearst, "todo se podía comprar, hasta la prensa". Muchos de los grandes museos americanos tienen sus orígenes en las donaciones de estos millonarios, pues las ventajas fiscales tampoco eran para ellos tema secundario.

Para vergüenza nuestra, participaban en aquellas redes cuasi mafiosas que se tejieron, jefes de gobierno, ministros, secretarios, directores generales de Bellas Artes, gobernadores civiles, alcaldes, concejales, obispos, párrocos, miembros de comisiones provinciales, periodistas, funcionarios de aduanas, anticuarios? Y lo que es aún si cabe más penoso, también participaron del "negocio" los amigos del Arte, los que cara a la galería organizaban exposiciones, escribían libros, promocionaban museos y por debajo engordaban sus colecciones particulares y actuaban como intermediarios y testaferros de los compradores.

Quizá lo más triste de todo esto es que a día de hoy tiene plena vigencia, porque a día de hoy se sigue destruyendo y expoliando Patrimonio. Lo que pasa es que ahora los métodos son mucho más refinados. La codicia, la ignorancia y la desidia siguen campando a sus anchas en España.