Ley Orgánica 9/1983

Treinta y dos años han pasado desde que vio la luz la Ley Orgánica 9/1983 que regula el punto veintiuno de nuestra constitución: El reconocimiento al derecho de reunión pacífica sin armas.

Ojeándola por encima, no he encontrado ni un solo punto en el que refleje el derecho del ciudadano a no ser entorpecido en sus quehaceres diarios, por cuatro gatos y sus maullidos. ¡Ojo! Ni mucho menos recrimino la paralización de una arteria principal como es la Gran Vía de nuestra ciudad, a las ocho, diez o veinte personas que manifiestan su desencanto por una u otra razón, si no a los Señores del Poder que conceden o autorizan a que cientos de personas vean trastocadas su vidas por un grupo tan reducido de asistentes que ni siquiera podrían jugar al mus. Por supuesto, no tengo ni que mencionar a los "tolerantes" que manifiestan sus rencores paternos-filiares de la infancia quemando contenedores, reventando lunas o quebrando huesos de policías, haciendo de ello un deporte o, incluso, un negocio.

Francia, que es una de las democracias históricas, regula escrupulosamente las medidas que refuerzan el mantenimiento del orden público, rechazando aquellas que supongan una amenaza grave para la seguridad, y preservando el centro de su capital. Por supuesto, no permite que grupos reducidos de manifestantes invadan o interfieran el fluir normal del tráfico del centro de sus ciudades.

Hace algunos meses, un grupo de empresarios del comercio salmantino, mantuvimos una reunión con D. Enrique Sánchez Guijo, Concejal de Economía, Innovación y Comercio del Ayuntamiento de Salamanca. En esa reunión, comentamos que sería bueno para el comercio, realizar alguna actividad lúdica en calles céntricas (en la acera), como por ejemplo en la Gran Vía (insisto, por la acera), a lo cual nos respondió con un: "Eso es imposible, ya que no se puede cortar una calle entera para realizar espectáculos, para eso está la cabalgata de Reyes". Ante sus palabras, la sorpresa fue mayúscula, por lo que no pude reprimir mi lengua y comentarle, con todo el respeto: "¿No se corta la Gran Vía todos los Jueves por 11 trabajadores de correos?". Su repuesta fue clara y contundente: "Eso es diferente".

Esas respuestas, y otras parecidas, son las que recibimos la ciudadanía de los Señores del Poder, que se "ciscan" en los pantalones con tan solo oír algún susurro en relación al cambio de la Ley Orgánica 9/1983.

Yo creo, Señores del Poder, que recibirían más aplausos que silbidos si tuvieran ustedes un par de bemoles e hicieran su trabajo sin pensar en la posibilidad de perder su tan ansiado sillón. De todas formas, si pierden su escaño, su jefe le abrirá una oficina para que sigan cobrando sus sueldos de políticos, porque al fin y a la postre, la política es la única profesión en la que las patadas te las dan hacia arriba.