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San Juan en San Juan bajo el cuarto creciente
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NOCHE DE LIMPIEZA ESPIRITUAL Y BUENOS PROPÓSITOS PARA LOS AGNÓSTICOS

San Juan en San Juan bajo el cuarto creciente

Actualizado 24/06/2015
Redacción Béjar

BÉJAR | El tradicional salto de la hoguera es 'cosas de adolescentes' los demás venimos a soñar (Galería fotográfica)

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Otra tradición pagana asimilada por la siempre pragmática religión cristiana, la noche de San Juan, se celebra en todo el mediterráneo desde tiempos inmemoriales y así sigue siendo aunque algo desvirtuada. Los que están cerca de la playa saltan olas y hogueras los que vivimos en el interior solo llamas, y no todos, has de ser adolescente, que las articulaciones ya no están pa' bobás, además, como aquí tenemos la suerte de las cuestas, hasta las hogueras tienen su pendiente con lo que los valientes saltadores, con la inteligencia que caracteriza el instinto de supervivencia, aprovechan el medio físico para arriesgar lo menos posible.

A las doce de la noche se encendieron los maderos en el atrio de San Juan, no es que fuera la quema de Constantinopla, pero los esotéricos y exottéricos asistentes se alejaban del infierno a medida que este crecía y crecía, con lo que los más valientes que se apropiaron, en un principio de los puestos más cercanos al montón ardiente, acabaron por posponer los saltos para más adelante.

La liturgia de mirar al fuego sigue siendo embelesadora, el medio millar de personas concentrado ante las inquietas embestidas de la hoguera, no articulaba palabra y solo el solitario chillido de algún joven con ganas de compadreo rompía la magia. Los ojos, humedecidos por el molesto humo de los maderos a medio consumir decían muchas cosas de los allí congregados, que no son iguales las lágrimas del desamor que las de la soledad y mucho menos las que provocan unos cuantos kilos de leña húmeda.

Cuando la cosa se había moderado, los más valientes comenzaron a saltar, con el ímpetu que proporcionan los años de la adolescencia. Decenas de chiquillos volaban sobre las brasas, sin solución de continuidad en una especie de rueda cósmica.

Los habituales de esta celebración se lamentaban de la decadencia de esta celebración, rememorando años en los que a la lumbre seguía la fiesta esotérico-musical. Este año e apenas una hora se habían quemado los sueños, deseos, ilusiones y malos augurios de los pocos que decidieron cumplir con el ritual de lanzarlos, negro sobre blanco a las llamas

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