La lucha con los movimientos populares

Recientemente ha tenido lugar en Roma, convocado por el propio Vaticano, el Encuentro mundial de los Movimientos Populares. Y desde las noticias, y sobre todo desde la intervención que en el encuentro tuvo el Papa Francisco quiero reflexionar esta semana en voz alta. Si en otros acontecimientos y momentos ha habido motivos para pensar, creo que mucho más desde este acontecimiento mundial no suficientemente conocido y extendido a través de los medios de comunicación habituales y con mayor poder del mundo de hoy.

El motivo de este encuentro, decía el Papa, "responde a un anhelo muy concreto;? un anhelo que debería estar al alcance de todos, pero hoy vemos con tristeza cada vez más lejos de la mayoría: tierra, techo y trabajo".

En otro momento del discurso, les dice a los presentes en el encuentro, que "tierra, techo y trabajo, eso por lo que ustedes luchan, son derechos sagrados. Reclamar esto no es nada raro, es la doctrina social de la Iglesia".

También les dice en ese atrevido discurso, "ustedes no trabajan con ideas trabajan con realidades? tienen los pies en el barro y las manos en la carne? Queremos que se escuche su voz?" Y en otro momento continúa, "ustedes sienten que los pobres ya no esperan y quieren ser protagonistas, se organizan, estudian, trabajan, reclaman y sobre todo practican esa solidaridad tan especial que existe entre los que sufren"? o más adelante, "digamos juntos desde el corazón: ¡Ninguna familia sin vivienda! ¡Ningún campesino sin tierra! ¡Ninguna persona sin la dignidad que da el trabajo!".

Y por hacerme eco con otro párrafo de otra reflexión llamativa,?"(ustedes) no se contentan con promesas ilusorias. Tampoco están esperando de brazos cruzados ayudas o planes asistenciales? que van en una dirección de anestesiar o domesticar?" o, finalmente, " la solidaridad que practican es pensar y actuar en términos de comunidad? Es también luchar contra las causas estructurales de la pobreza? es un modo de hacer historia".

Creo que todo el discurso es de una riqueza y de una provocación que va mucho más allá, evidentemente, de los pequeños párrafos que aquí recojo y os invito a leerlo de forma completa.

Quiero ver detrás de estas palabras un grito valiente y decidido, con todos los matices que queramos, a favor de los pobres de la tierra. Solo con ellos y estar entre ellos es el camino. Sus vidas han de ser las nuestras. Apoyar la solidaridad para que puedan sentirse protagonistas de sus vidas, también. No olvido que todo esto dicho por el Papa es ante todo una invitación a las gentes que formamos parte de la Iglesia y Comunidad de Jesús de Nazaret que en nombre del Evangelio esta fue su causa y hoy debe ser la nuestra con toda urgencia.

Necesitamos voces como las de Francisco y reflexiones como las que él nos invita a hacer. Encuentros como el que han propiciado. Denuncias como las que ha compartido. Propuestas como en las que han coincidido él mismo y los participantes.

Necesitamos organizarnos con los pueblos rurales que sufren el expolio de toda su riqueza, con los sin vivienda, con los que viven la precariedad en el extremo de sus vidas. Necesitamos buscar, reflexionar y caminar con todos ellos, solidariamente, poniendo el dedo en las causas y en la lucha contra las causas; y mientras, poniendo todos los esfuerzos, creando, organizando y potenciando herramientas que nos hagan vivir a todos y a todas con mayor dignidad nuestra vida comunitaria.

Apoyar la Renta Básica para todas las personas; defender el derecho de las personas inmigrantes frente a leyes indignantes de nuestros propios estados que les ningunean como seres humanos; luchar sin descanso contra los que trafican con las vidas de otros a través del negocio asesino de las drogas o del tráfico de personas; buscar todas las posibilidades y salidas para acabar con espacios conflictivos interesados como son muchos barrios urbanos nacidos y necesitados de volver a ser espacios para la convivencia; denunciar las cárceles como espacios inútiles de reinserción y recuperación de tantas personas víctimas de sí mismo y de la sociedad, a la vez que exigimos otro derecho penal humanizado que ponga como centro la vida de la gente, de las víctimas y de los culpables; unirnos a las luchas en la defensa de los espacios pequeños rurales que han procurado históricamente un modo de vivir basado en la tierra y el cuidado de sus gentes; hacer de la tierra junto a los campesinos, el espacio imprescindible de "soberanía alimentaria" que produzca alimentos sanos y con precios justos para todas las personas, frente al negocio en que se ha convertido lo que llaman parecido, pero nada que ver, "seguridad alimentaria"; satisfacer en "el mientras tanto", porque es un derecho innegociable, las necesidades de alimentación de todas las personas, las de cerca y las de lejos, pero denunciar a la vez la hipocresía con la que se utilizan los Bancos de Alimentos o el mercadeo de las grandes cadenas de la alimentación, cómplices de que tantas familias se sientan privadas de poder acceder a la comida; la vivienda, la salud o el derecho a la educación no están aseguradas entre nosotros y nosotras? Creernos todas estas situaciones, tocarlas, poner nuestra piel junto a los que las sufren directamente cada día, ponernos en movimiento con todos los pueblos y gentes pobres de la tierra, es la única manera de poder mirar un horizonte de esperanza. Quiero entender que a toda esta realidad se refiere el Papa Francisco y muchísimo más y a esta realidad se han referido todos los participantes en este encuentro.

Estar y situarse ante este mundo de hoy, pacientemente y saber utilizar las herramientas adecuadas; caminar con tantos movimientos sociales y populares que trabajan "no en ideas sino en realidades" de forma organizada; hacerlo de la única manera, favoreciendo todas las relaciones en horizontalidad entre las personas y grupos con el protagonismo y la aceptación incondicional de lo diverso y lo distinto; poner lo comunitario siempre por encima de lo individual; son algunas de las exigencias irrenunciables que necesitamos para saber estar.