La construcción de la Basílica Teresiana muy presente en un nuevo libro teresiano

El título de este libro publicado recientemente por la Fundación Salamanca desconcierta por completo: "Santa Teresa de Jesús y Salamanca. El Padre Cámara, propulsor del culto y devoción a santa Teresa", 2015, 189 p. Y es que hasta que no lo abres y pasas por sus páginas, no te das en cuenta de que en realidad el grueso del mismo lo ocupa la construcción de la basílica teresiana en Alba de Tormes, aunque también es verdad que el tema del movimiento teresiano (culto y devoción) abarca otros aspectos, pero en realidad tenemos que contar con él para estudiar este interesante capítulo que toca la historia de Alba entre finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX.

Tomás Cámara y Castro (1847-1904), fraile agustino, fue el sucesor en la sede salmantina del famoso obispo Narciso Martínez Izquierdo durante casi 20 años (1885-1904), aquel obispo de Santa Teresa (en dicho suyo) que levantó el teresianismo en España junto a San Enrique de Ossó y el salmantino Enrique Almaraz, el cual terminaría también siendo obispo y cardenal. Cuando Martínez Izquierdo pasó a Madrid como su primer obispo, dejaba el listón episcopal muy alto, sobre todo por haber promocionado las peregrinaciones nacionales a Alba de Tormes, haber organizado el III centenario teresiano de la muerte (1882) y dignificado los lugares teresianos de Alba y Salamanca. El turismo teresiano moderno comenzó exactamente con aquella famosa peregrinación de agosto 1877 que trajo en tren hasta Ávila y Salamanca, y luego a Alba de Tormes en carruaje y a pie, un número que se calcula llegó a los 4.000 peregrinos. Para la época fue un suceso importante y que se repetiría después de vez en cuando. El artífice de aquella manifestación había sido San Enrique de Ossó, fundador de las Teresianas.

El Padre Cámara al venir a Salamanca no sólo se identificó con la tarea teresiana de su antecesor, sino que la continuó con fidelidad y hasta la potenció en manera muy eficaz. Uno de sus logros más sonados fue el proyecto de basílica neogótica en honor de santa Teresa que puso en marcha en 1897 y que caminaba a buen ritmo, pero que la muerte prematura del obispo disminuyó, y así hasta que en la década de los años 30 del siglo XX quedó detenida. Intentos sucesivos posteriores no han logrado culminar el proyecto basilical del P. Cámara.

Con muy buen criterio, la autora parte desde la presencia de Teresa de Jesús en Salamanca hasta el siglo XX, analizando aspectos interesantes, como el del doctorado 'honoris causa' de la Universidad de Salamanca (1922), para luego continuar con esos capítulos centrales dedicados a su personaje, el cual ocupa, como es natural, la mayor parte del estudio. Hace muy bien entroncando la obra de Cámara con Ossó y Martínez Izquierdo. Lo interesante es el análisis pormenorizado y seguido en orden cronológico de la construcción de la basílica, llegando hasta nuestros mismos días con el proyecto de José Vaquero, por encargo del obispado salamantino, para cerrar el edificio basilical sin alterar su estructura gótica. No hay capítulo que deje por analizar el hecho en toda su amplitud (economía, arquitecto, fases de construcción, valedores, obras de arte que se adquirieron, etc.). Y, con motivo de la renovación del sepulcro de Cámara en la catedral salmantina (capilla de santa Teresa) para conmemorar el centenario de la muerte del obispo, estudia también la configuración definitiva de su tumba.

Son muy de agradecer los guiones cronológicos, apéndices, estudios sobre arquitectos y artistas y, sobre todo, la abundante y pertinente fotografía que le acompaña, mucha de ella inédita y realizada por la propia autora. Y se nota además la abundante documentación que ha manejado la autora, especialmente el repaso exhaustivo que ha hecho por las páginas de la revista especializada 'La Basílica Teresiana', órgano oficial de este proyecto basilical.

Y como llega hasta nuestros mismos días en su estudio, el tema "basílica" queda ya cubierto de forma suficiente. No dudamos en calificarlo de un estudio bien hecho, que se lee con mucho interés, que deleita con sus páginas y que, por lo tanto, no debería faltar este libro en las estanterías de los hogares albenses. Es ahora precisamente cuando estamos constatando, con motivo de las Edades del Hombre, la importancia y utilidad de este edificio religioso.

Manuel Diego