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Intervención íntegra de Juan Tomás Muñoz durante el Pleno de Investidura
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DISCURSO

Intervención íntegra de Juan Tomás Muñoz durante el Pleno de Investidura

Actualizado 13/06/2015
David Rodríguez

Juan Tomás Muñoz se estrena como concejal en el Salón de Plenos donde tantas veces estuvo como periodista

[Img #333427]Gracias Joaquín, Domingo y Marcos por vuestras intervenciones, por vuestras aportaciones y valoraciones.

Compañeros de la Corporación municipal, señoras y señores.

"Hoy es el día más hermoso de nuestra vida, querido Sancho; los obstáculos más grandes, nuestras propias indecisiones; nuestro enemigo más fuerte, el miedo al poderoso y a nosotros mismos; la cosa más fácil, equivocarnos; la más destructiva, la mentira y el egoísmo; la peor derrota, el desaliento; los defectos más peligrosos, la soberbia y el rencor; las sensaciones más gratas, la buena conciencia, el esfuerzo para ser mejores sin ser perfectos, y sobre todo, la disposición para hacer el bien y combatir la injusticia donde quiera que estén".

Estas palabras, este párrafo fue puesto en boca de Alonso Quijano, el hidalgo de El Quijote, por su autor, Miguel de Cervantes. Sintetiza perfectamente el reciente pasado, el presente y, tal vez, el futuro que me ha tocado, que nos ha tocado o tocará vivir y que también afrontamos en este apasionante periplo que hoy todos iniciamos. No ha sido un camino ni mucho menos fácil. Los escollos, como era previsible, han sido múltiples; pero la apuesta de los mirobrigenses por el cambio ha primado sobre cualquier otro planteamiento. Ha sido el aliciente, la premisa que ha permitido que ese mandato ciudadano se concrete y que hoy comenzamos a desarrollar como un nuevo tiempo político, marcado por la cercanía, la participación y la atención a la ciudadanía, a sus necesidades más imperiosas.

Gracias, compañeros, por la confianza que en mí habéis depositado. Sé que ha sido el fruto de un esfuerzo de generosidad, asentado, sin duda, en la convicción de que otra forma de gobernar es posible, de que Ciudad Rodrigo necesita emprender un camino regido por un gobierno de progreso que canalice el cambio que nuestra ciudad necesita y que, como señalamos en nuestro compromiso programático, "tiene por delante la difícil tarea de cambiarle la cara al municipio, de construir un Ciudad Rodrigo más abierto, más participativo y que tenga claras las prioridades de una acción de gobierno que debe poner en primera línea a las personas y ser capaz de mejorar la situación política del municipio. Una tarea que en ningún caso va a ser fácil ni automática, pero en la que vamos a poner todas nuestras fuerzas y todo el empeño que la ciudadanía nos está reclamando".

Gracias también a quienes han venido trabajando para dar concreción a este acuerdo y para recabar la estabilidad, la corresponsabilidad y la lealtad que se necesita para ejercer la acción de gobierno. Y, por supuesto, gracias a toda mi familia ?y digo a toda mi familia más allá de los lazos fraternales o parentales- por el esfuerzo de generosidad inicial, por los ánimos y el apoyo recibidos desde el primer momento, a sabiendas de la relevancia que iba a suponer emprender este camino; también por permitirme compartir mi vida con todos los ciudadanos, con Ciudad Rodrigo, una intrahistoria que, como la mayoría sabe, no es nada novedosa en mi trayectoria vital y profesional.

Estoy, estamos aquí, en una dependencia que ha vivido episodios de toda índole. No se preocupen. Hoy no voy a abrumarles con capítulos vinculados a este espacio que sobrevuela buena parte de la historia de Ciudad Rodrigo. Porque sabrán que bajo nuestros pies, bajo este entarimado, está documentado el trabajo desarrollado durante siglos por escribanos que sirvieron con fidelidad el dictado de corregidores de la Tierra de Ciudad Rodrigo, de alcaldes, regidores o concejales, de hombres buenos en general, que tuvieron la fortaleza para dedicarse a la vida pública y con la pulcritud presupuesta en diferentes escenarios, no siempre edificantes, como desgraciadamente, llegando a nuestros días, se nos muestra ahora por la desfachatez de algunos individuos que solo han buscado el beneficio particular, el enriquecimiento desde la ostentación del cargo público, sea en el ámbito que fuera, sin importarles para nada las personas que les respaldaron, que les auparon, que les dieron representación pública. Algo deleznable, execrable y que en nada dignifica la figura del político.

Hoy emprendemos, iniciamos una trayectoria política asentada en la constancia en el trabajo, en la obligación del consenso. Quedarán atrás, para el archivo, otras prácticas menos edificantes. El tiempo y los exegetas que lo escruten, los investigadores o historiadores que tengan intereses en estas actuaciones, en su día lo pondrán de manifiesto.

Podría decir, cambiando de tercio y tal vez sin razón, que Ciudad Rodrigo, mi ciudad, nuestra ciudad, ha perdido su entidad. Hay cifras que avalarían ese aserto: despoblación, desempleo, la diáspora juvenil que nos envejece... Y seguro que muchos más parámetros ayudarían a crear sensaciones y concreciones similares. Pero tenemos la obligación de que esas apreciaciones pasen página. Tenemos la obligación de buscar recursos, de generar ilusiones; de crear alternativas después del largo y extenuante letargo que nos ha atenazado en las últimas décadas por unas políticas conformistas que han huido de la reivindicación y que, como se ha visto, son incapaces de generar expectativas de futuro, ni mucho menos crear empleo y fijar la población.

Para nosotros, los progresistas, las personas son lo primero. Sus necesidades son las nuestras; sus inquietudes son la espuela que nos mantiene en tensión. Así lo he comprobado en estas últimas semanas en el desarrollo de las negociaciones que han fraguado en la composición de un equipo de gobierno que tendrá su horizonte en la acción social, en la búsqueda y aplicación de recursos para intentar garantizar que los mirobrigenses más acuciados por la crisis que nos atenaza puedan contar con apoyos y vislumbrar vías de escape a esta más que flagrante situación.

Ciudad Rodrigo sigue siendo una de las grandes desconocidas. Parece que tenemos el ombligo como referencia. Nos lo miramos y nos quedamos pasmados. Creemos que ser mirobrigense es un plus cuando realmente pasamos desapercibidos. Ciudad Rodrigo, por mucho que nos pese, no está promocionada en la tesitura que necesita. Contamos con todos los ingredientes para ser destino turístico, pero nos hemos conformado con lo anecdótico, con unas cifras que solo sirven para llenar estadísticas, no las cajas de los empresarios de los sectores afectados. Hay que hacer, y es nuestro compromiso, el del equipo de gobierno que conformamos con Izquierda Unida y con el apoyo de Ciudadanos, un plan integral de desarrollo y dinamización turística, poniendo en valor nuestro impresionante patrimonio histórico, cultural y natural, tan olvidado y muchas veces despreciado.

La cultura, la acción cultural, no ha sido nunca patrimonio de la derecha. Es una de las áreas que menos interés ha tenido para los gobiernos municipales de los últimos lustros. Si no fuera así, no se puede entender el desprecio que, por ejemplo, se evidencia hacia la conservación del conjunto abaluartado o la dejación de funciones sobre el Palacio de los Águila, obviando reivindicaciones que antes se abanderaban.

Podría seguir esbozando otras carencias obviadas en estos últimos 24 años y que han llevado a Ciudad Rodrigo a la situación actual. Pero prefiero, no quiero extenderme en esa línea con mi intervención en este solemne acto constitutivo de la nueva Corporación municipal. Tiempo habrá para recordarlo, para poner a cada cual en su sitio, más allá de las apreciaciones personales y de las actuaciones políticas interesadas en clave individual.

Ahora es el momento de cambiar las formas, los modos, las perspectivas de gobierno en Ciudad Rodrigo con las mimbres de que disponemos. Va a ser una labor ardua pero comprometida; sin duda, corresponsable y leal; también participativa. Democrática en su esencia y convicción, pese a lo que otros pudieran considerar. Nuestro gobierno es el que han propiciado los ciudadanos con sus votos en las urnas. Habrá otras valoraciones, pero los datos son tozudos. Y de nada han servido movimientos torticeros de última hora, nutridos de una catadura moral que deja en evidencia a sus postulantes para intentar evitar lo que hoy se pone de manifiesto: un cambio en la forma de gobernar basado en el consenso y la participación, un nuevo tiempo político, y no lo duden, del que todos ustedes, todos los mirobrigenses, van a ser testigos.

Muchas gracias.

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