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Enrique VIII y sus tapices
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Enrique VIII y sus tapices

Actualizado 09/06/2015
Montserrat González

[Img #26454]¡Qué azarosa vida la de las obras de Arte! La prestigiosa galería Coll & Cortés organizó recientemente la exposición: "Un tapiz de Enrique VIII. El paño perdido de la Casa Tudor" que saca a la luz un valioso tapiz que se creía perdido y ha reaparecido en una colección particular española. Los ingredientes para una trepidante novela al más puro estilo de mi admirado Javier Sierra o Carla Montero están servidos: uno de los reyes más famosos de Inglaterra, un tapiz tejido en hilos de plata y oro perdido desde 1770, un pintor, dibujante y grabador que recibe un encargo importantísimo y un hallazgo inesperado nada menos que en España nos devuelven al mundo de los patronos y pintores renacentistas. ¡Fascinante!

El descubrimiento lo han hecho ABM Arte y Coll & Cortés Fine Arts que han presentado el preciado tapiz a todo el mundillo artístico. San Pablo quemando los libros paganos fue confeccionado en lana y seda e hilos de oro y plata en Bruselas en 1535. Con unas medidas de 344 x 550 centímetros, este codiciado paño se pondrá en el mercado por un precio que oscila entre 1 y 1,3 millones de euros. Debido a su valor historiográfico, el gobierno español a través de la Junta de Valoración y Exportación de la Secretaría de Estado de Cultura ha denegado el derecho a exportación. En el mercado internacional, esta pieza habría alcanzado fácilmente la cifra de 5 o 6 millones de euros.

Pero, ¿qué sabemos de esta soberbia pieza? Parece ser que fue encargada por el propio Enrique VIII a Pieter Coecke Van Aelst (Aelst 1502- Bruselas 1550). Este pintor, dibujante y grabador regentaba uno de los talleres más prestigiosos de tapices de Amberes. Entre sus clientes podemos citar a Francisco I (rey de Francia) Carlos V, María de Hungría y la corte de los Habsburgo de Bruselas. Sigue la tradición de su padre, en cuyo taller, ya se habían tejido la serie de los Hechos de los Apóstoles del divino Rafael entre 1516-1520. Coecke Van Aelst fue un auténtico representante del Renacimiento en Flandes llegando a traducir las obras de Vitrubio y Serlio sobre Arquitectura.

El suntuoso tapiz llegaría a la corte de Hampton Court hacia 1538 formando parte de una serie dedicada a la figura de San Pablo. Desde que en 1534 se produjera la proclamación de Enrique VIII como "The only Head on Earth of the Church of England" (cabeza visible de la iglesia de Inglaterra) era necesario utilizar figuras iconográficas que sirvieran de propaganda a las nuevas creencias y manifiesten su disconformidad y oposición a la Iglesia de Roma.

La figura de San Pablo se prestaba muy bien a este cometido pues reflejaba la comunicación directa con Dios sin la necesidad de ninguna figura intermedia y, además, encarnaba la enseñanza de Cristo de "Dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios" y sobre todo, San Pablo ofrecía una alternativa a la supremacía de Pedro. Según los estudios de Thomas Campbell, director del Metropolitan de Nueva York y uno de los mayores expertos en la figura de Van Aelst, este tapiz formaba parte de una serie de calidad excepcional que enfatizaba el paralelismo entre Pablo como principal propagador de las enseñanzas de Cristo, y Enrique, el evangelizador de su tiempo, responsable de la distribución de la "Great Bible", la primera biblia autorizada en inglés, en todas las iglesias del país. Si la iglesia de Roma cifra su Contrarreforma en la figura de San Pedro, la iglesia anglicana tomaría la figura de San Pablo como protagonista de la nueva religión.

El soberbio tapiz recoge tres episodios de la predicación de San Pablo en la isla de Éfeso narrados en los Hechos de los Apóstoles (Cap.19, 19-20). En el centro de la composición, la elegante figura de Pablo observa como los personajes de la derecha, ataviados a la moda oriental, portan pilas y cestas de libros que van arrojando a la hoguera. El templo de Diana, en Éfeso, es testigo de este momento como símbolo del paganismo. "Y un buen número de los que se habían dedicado a la magia traían sus libros y los quemaban delante de todos. Se estimó que el valor de estos libros alcanzaba unas cincuenta mil monedas de plata".

Y como si de un tríptico se tratara, el relato continua con una escena en el extremo superior izquierdo que recoge el momento en que San Pablo ha bautizado a un grupo de hombres sobre los que se posa el Espíritu Santo, Hechos de los Apóstoles (Cap. 19, 1-7).

La tercera escena, a la derecha, ilustra un milagro realizado por San Pablo narrado en el Capítulo 20, versículos 9-12: "Un muchacho llamado Eutico, que se había sentado en el borde de la ventana, tenía mucho sueño y se dormía mientras Pablo disertaba largamente, hasta que, vencido por el sueño, se cayó desde el tercer piso. Cuando lo levantaron, estaba muerto. Pablo bajó, se echó sobre él y, abrazándole, dijo: No os alarméis, pues está vivo"

Como vemos la riqueza del tapiz es impresionante, no solo por la iconografía representada sino también por los refulgentes hilos de plata y oro con los que está tejido, que simbolizan el esplendor de la Corte Tudor y el poder del rey. Los tapices, en aquél entonces, eran preciadísimas obras de arte, llegando incluso a costar más que un buque de guerra. Enrique VIII llegó a poseer más de 2700 y quería que estos paños relumbraran a todo los visitantes de Hampton Court. Consciente de la importancia de la iconografía del poder, este monarca temido y adorado a partes iguales por sus súbditos, obsesionado con tener un heredero varón que continuara la joven dinastía Tudor, no dudó en utilizar el Arte como vehículo del esplendor y poder de esta dinastía que había osado enfrentarse al poder de Roma. Basta recordar sus famosos retratos de Hans Holbein el Joven con esa pose desafiante para comprender que Enrique no estaba dispuesto a renunciar a sus pretensiones. El "Defensor de la Fe", título otorgado por el Papa León X en reconocimiento a su apasionada defensa de los Siete Sacramentos ("Assertio Septem Sacramentorum") escrita en 1521 como respuesta a la Reforma de Lutero, no dudó en utilizar una figura de la talla de San Pablo para reforzar su autoridad como cabeza visible de la nueva iglesia de Inglaterra. La Reforma Protestante inglesa había comenzado.

¿Dónde terminará este tapiz catalogado como la cuarta mejor pieza de toda la colección del monarca británico? Desde 1770, que figura en los inventarios de Windsor Castle, se había perdido su pista hasta que un coleccionista catalán anónimo lo adquiriera en la década de los años 70 a los herederos de Drayton House. Ahora,se busca comprador...

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