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La Chelita, la novela gráfica de la valentía
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PRESENTACIÓN EN 'LETRAS CORSARIAS'

La Chelita, la novela gráfica de la valentía

Actualizado 06/06/2015
Charo Alonso

La palabra de Charo Borreguero y los dibujos de Ruma Barbero se adentran en las entrañas de El Salvador (GALERÍA DE FOTOS)

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Mamá, sales ahí. Lola, la hija de Charo Borreguero tiene su pelo rizado y su alegría contagiosa. Cuando crezca, también tendrá la valentía de su madre, la psicóloga salmantina radicada en Xixón que este viernes tormentoso se acercó con su capitán pirata, el dibujante, escritor y músico Ruma Barbero, a la cubierta de la librería Letras Corsarias.

Yo tuve la fortuna de conocer a Charo en los tiempos en los que se nos llenaba la boca de compromiso, de apoyo a Nicaragua, de movimientos izquierdistas, de vagos idealismos. Pero mientras los demás nos afanamos por tratar de ganarnos la vida una vez acabada la carrera, Charo fue la única que tuvo la ardiente valentía de abandonar la comodidad de su casa, sus proyectos con los niños gitanos de Pizarrales, su compromiso con todas las causas, para iniciar una aventura de cooperante internacional en El Salvador, país que, en 1992, estaba saliendo de una cruenta guerra civil en la que el 80% de los muertos habían sido civiles desarmados. La experiencia de esta mujer alegre, valerosa, increíble, yació guardada en su memoria como una esquirla dolorosa hasta que encontró a Ruma Barbero en ese Xixón donde trabaja como psicóloga educativa.

Ruma Barbero estudió Bellas Artes en Salamanca, pero se encontró con Charo en Asturias y oyó su historia en una tarde de sidra. El relato le impresionó tanto que Como el ritual de escanciado de sidra es lo que tiene, le dije a Charo que eso daba para un tebeo de unas 50 páginas. Pero la sidra tiene lo del día después, y entonces me pregunté que qué sabía yo de El Salvador y ni lo situaba en el mapa, solo me sonaba lo del asesinato de los jesuitas y Monseñor Romero.

Ruma Barbero, músico del grupo Felpeyu, premiado dibujante y diseñador gráfico, siempre ha estado fascinado por los relatos biográficos, por eso inició este proyecto con Charo Borreguero utilizando su desconocimiento del país como herramienta narrativa, y documentándose todo lo posible acerca de las atrocidades cometidas en la contienda civil. Su propósito era dulcificar este relato cruel de la barbarie que, al principio, no quiso protagonizar la propia Charo, hasta que una visita a una antigua guerrillera, "La Chaparra", la convenció de aparecer con su nombre y su rostro, un rostro en el que no se reconocía. Llamada por los salvadoreños "La Chelita" por su piel blanca, Charo entró en el país en un largo periplo en autobús desde México para formar maestros ya que la red educativa, como todo el país, estaba destruida. Pero comprobando que ya había gente oriunda perfectamente capaz de hacer esa labor, se prestó a colaborar con la Asociación Madelaine Lagadec, encargada de recoger testimonios para escribir un Informe para la Comisión de la Verdad. Escuchar las atrocidades cometidas por los militares contra la población indígena de un país que, sin embargo, vivía en esos momentos un momento de euforia y esperanza por el desarme de la guerrilla y por el fin de la contienda, fue una experiencia tan dura y definitoria para Charo Borreguero que, durante años, se ha negado a hablar de ella.

Juntos, Charo y Ruma han conjurado el dolor y rescatado del olvido un conflicto que aún hoy, continúa en la labor de la Madelaine Lagadec, que sigue excavando tumbas. Durante dos años, la psicóloga y el dibujante trabajaron el común, ella con sus textos y fotografías ?una proyección de las mismas junto con las viñetas de Ruma Barbero acompañaron sus palabras- y él con sus dibujos directos, dibujos en blanco y negro para abaratar costes que el artista dibuja con rotulador y lápiz, a mano, utilizando el ordenador en contadas ocasiones. El resultado de esta simbiosis, esta empatía de intereses y sensibilidades es un libro que ellos afirman no se trata de un ensayo político ni histórico, sino un testimonio que recuerda la valentía de un pueblo ilusionado que trata de reconstruirse, la valentía de quienes participaron en la lucha y en la paz en la que todo debía aprenderse y sobre todo, la experiencia de una mujer muy joven que afrontó el viaje con el deseo de ayudar sin reparar en que iba a ser entregada al relato del horror. Un relato que, en los dibujos directos, testimoniales y en la prosa ?inicialmente escrita en asturiano- de Ruma Barbero, se convierte en un canto de esperanza, en un homenaje a los salvadoreños ?aquellos que tienen el cielo por sombrero, tan alta es su dignidad, como recuerda Charo Borreguero-, un relato que nos devuelve la admiración por esta mujer siempre entregada que ahora sonríe, rodeada de libros, de amigos y de recuerdos, mientras a su lado, Ruma Barbero dedica cada libro con un dibujo. Mamá, sales ahí, dice Lola, y a mí me gustaría decirle a esta niña hermosa que su madre siempre ha sido esa valiente Chelita de la que toda la tripulación, la suya, nos sentimos orgullosos, de ella y de este dibujante prodigioso que tan bien ha sabido contar su historia, la suya y la de todo un país dolorido.

Charo Alonso

Fotografías: Fernando Sánchez Gómez

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