La banda 'Milana' estuvo en acústico en la Alquitara para presentar su disco 'Campo y Piedras'

Hace un par de semanas aterrizo por aquí una banda que los expertos englobarían en eso que se ha dado en llamar la Americana Music, la gracia está en que no son de ningún estado americano, sino que practican la conexión española nor-extremeña, esa que dio tan buenos resultados a míticos de la escena como Extremoduro o el recordado disco sobre poemas de Manolillo Chinato Extrechinato y tu y quizá, aunque no lo parezca, con mucho en común, al menos en el fondo. La banda se hace llamar Milana en honor a aquella mascota del recordado Francisco Rabal en la película basada en el libro de Delibes Los Santos Inocentes.

Venían a presentar su disco titulado Campo y Piedras, grabado y mezclado en Sierra de Fuentes (Cáceres) el verano pasado, Un disco con 12 temas compuestos por los dos líderes de la banda el vasco Aritz Sertucha y el cacereño Jay Martín, que como en cualquier banda que se precie tiene en ellos dos los fundamentos de lo que se nos antoja una banda con mucho futuro, basada en la originalidad de su propuesta. Las canciones suenan muy bien, los arreglos son excelentes, cuanto más las escuchas, llevo dos semanas con el disco en mi cabeza, más se te meten, y como suele pasarme las que menos me atraían al principio son las que ahora re-escucho. Las voces quebradas le dan ese aire de autenticidad que precisan para hacerlas redondas, el espíritu de bandas como los M-clan de los inicios o el mísmisimo Hendrik Roëver revolotea ente ellas.

En el concierto que se vio en La Alquitara, las guitarras electroacústicas le dan a los temas un aire muy Neil Young y las versiones saben llevárselas a su terreno, a mitad de camino entre el country que se practica en el deep south yankee y la ribera izquierda del Nervión. Apoyados en una técnica impecable, la versatilidad Jesús Dorado que manejaba con soltura cualquier encordado(banjo, mandolina, lap steel,?) que se le pusiese en las manos era digna de admiración, base rítmica solida y segura y unos coros que apoyados en Belén Hernández realzaban la propuesta. Las canciones cantadas al alimón entre Sertucha y Martín y la facilidad del primero para contar historias al más puro estilo looser, le daban al concierto un aire de autenticidad que bien podría haberse incluido en una road movie de esas que tanto gustan a los amantes del género.