No podemos obviar que el primer cargo de esta naturaleza ocupado por una mujer en España en la edad contemporánea, lo fue por razón de nacimiento: en 1830 nace Isabel II, la que sería reina por carecer de hermano varón, que habría tenido mayor derecho que ella a desempeñar los poderes de la Corona.
La Constitución de 1978 ha mantenido las reglas tradicionales de la sucesión y, con ellas, la discriminación de las descendientes para suceder al Rey si tienen hermanos varones.
La reforma de este artículo de la carta magna para igualar absolutamente a hombres y mujeres en la sucesión de la Corona debería estar en la agenda del Gobierno, aunque requiera complicados procedimientos jurídicos.
Más tarde sería Concepción Arenal, que no lo recibiría por herencia, quien ostentará un cargo público en 1863 bajo el título de Visitadora de Cárceles de Mujeres, cargo que ocuparía hasta 1865. Ella conoció el horror en las cárceles de mujeres e hizo famosa la frase: "Odia el delito y compadece al delincuente".
Será en 1916, cuando se autorice a las mujeres el ejercicio de cargos en el Ministerio de Instrucción Pública. Definitivamente, en 1918 es cuando se permite a las mujeres incorporarse a la Administración del Estado, pero en categorías inferiores, como auxiliares. Clara Campoamor en 1909 está ya incorporada como auxiliar del cuerpo de Correos y Telégrafos, una de a los que las mujeres podían optar.
Emilia Pardo Bazán accede en 1916 a la Cátedra de Lenguas Neoclásicas de la Universidad Central. Unos años más tarde, en 1922, María Moliner ingresará por oposición en el cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos del Estado.
En 1928, asistimos a un hecho remarcable Elisa Soriano, se embarcará como médico de la Marina Mercante, tras ganar una reñida oposición. Podríamos hablar de Victoria Kent de 1931 que fue Directora de Prisiones, de 1933 Margarita Salaberria, primera mujer que ingresa en la carrera diplomática, de Clara Campoamor, Directora General de Beneficencia y Asuntos Sociales.
Un hecho a resaltar es el nombramiento de 1936 de Federica Montseny como Ministra de Sanidad y Asistencia Social. Sara Isabel de Oyarzabal (1936) nombrada embajadora, 1937 será Victoria Kent primera secretaria en la Embajada de España en París, y en 1937 también contamos con dos gobernadoras civiles en Ciudad Real y Cuenca, Julia Álvarez Rosario y Carmen Caamaño respectivamente. Durante el franquismo, tendremos que esperar hasta 1968 para poder volver a ver una mujer, ocupando un cargo en la acción de gobierno. Ángeles Galindo es nombrada Directora General de Enseñanza Media, y este será el más alto cargo ostentado por una mujer durante este régimen político.
Si bien había ocupado una Cátedra de Historia en la Universidad de Madrid, como lo había hecho María Telo en 1944 como funcionaria del Cuerpo Técnico de la Administración Civil del Estado, al igual que Rosa Boceta que ingresó durante el franquismo en la carrera diplomática.
Pero no será hasta la consolidación de la democracia, cuando se produzca el salto importante y veamos ocupar puestos de enorme responsabilidad a mujeres, tanto en el gobierno central, como en las comunidades y municipios. La presencia pues de mujeres es importante en este ámbito pero en otros poderes, queda aún mucho por hacer. En el Consejo de Estado, Gobierno del Banco de España, Consejo Económico y Social, Fuerzas Armadas, Real Academia de la Lengua y un largo etcétera.
A conseguir todo esto, las asociaciones feministas se han entregado siempre con un incansable tesón y con un gran optimismo que no decae por muchos que puedan ser los obstáculos y tropiezos que se presenten en el camino.
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