"El planteamiento del debate es absolutamente penoso. Se limita a dos fuerzas políticas cuando es evidente que la sociedad exige cambios profundos y una actividad política mucho más plural y participativa"
Después de varios procesos electorales en los que el Partido Popular se ha venido negando de forma sistemática a realizar debates electorales por fin este año se ha celebrado un debate entre los candidatos a alcalde del propio Partido Popular y del Partido Socialista.
Dadas las circunstancias se generó una lógica expectativa, más entre los medios de comunicación que entre la ciudadanía, que mucho más sabia tenía el pálpito de que se trataba de un combate amañado.
Lo primero que llama la atención es el hecho de que algo que debería ser absolutamente normal, el debate público entre representantes de diversas fuerzas políticas, sea visto como algo excepcional y que se hagan loas al talante democrático de quienes no hacen nada a lo que no estén obligados por un mínimo decoro democrático. Por lo tanto, ninguna alabanza, se ha realizado un debate cuando deberían haberse celebrado otros muchos, y se ha hecho por las especiales circunstancias políticas que tienen al Partido Popular al borde de un ataque de nervios; si estuviéramos ante un escenario de seguras mayorías absolutas como en ocasiones anteriores no se hubiera celebrado debate alguno.
Además, el planteamiento del debate es absolutamente penoso. Se limita a dos fuerzas políticas cuando es evidente que la sociedad exige cambios profundos y una actividad política mucho más plural y participativa; parece que los representantes del bipartidismo se apoyan el uno en el otro, intentando evitar el fin de una etapa que la sociedad ya ha superado. Hacer un debate a dos a estas alturas es dar la espalda a la realidad social, y a pesar de las apariencias no es un acto democrático sino todo lo contrario, y deja en evidencia a los dos socios de un pacto de turnismo similar al de Cánovas y Sagasta: lo que de verdad les preocupa es mantener el status quo, que nada cambie; al P.P. sólo le falta decir que quien no quiera votarle debe votar al Partido Socialista, y viceversa.
El desarrollo del "debate" dejó claro el pacto: en lugar de enfrentar ideas y propuestas, de rebatir las del contrario, de argumentar, lo que vimos fue una triste sucesión de monólogos llenas de lugares comunes y frases manidas, puro tongo. Parece mentira que los dos protagonistas hayan sido alcalde y portavoz del único partido de oposición en los últimos cuatro años, es como si en ese tiempo no hubiera existido ayuntamiento en Salamanca; todo lo que dijeron podía haberse dicho en un debate entre aspirantes a presidir un ayuntamiento de cualquier otro lugar del mundo, nadie hubiera detectado la diferencia.
La democracia exige una actitud mucho más respetuosa con los ciudadanos, que no van a seguir permitiendo este tipo de fraude.
Abel Sánchez
Abogado laboralista
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