A partir del día 25, gane quien gane, se empezarán a abrir las puertas del paraíso terrenal. ¡Qué alivio! La cuestión está en saber si habrá "manzanas" para todos. Porque todos dicen que van a hacer mucho y que van a arreglar lo que está mal. Lo que no nos cuentan es cómo y de dónde van a sacar parné para tanto. Ahí los iremos viendo.
Se equivocan aquellos que su principal mensaje es la descalificación de los que han gobernado, porque eso no les hace ser mejores a ellos. Y hasta la fecha, todos los que han conseguido aunque nada más haya sido un pellizco de poder tienen algo de qué avergonzarse. No hace falta nombrar a algunos que tienen el curriculum repleto de irregularidades y las que les siguen saliendo. Y estos pregonan más cambio, sin haber empezado a limpiar su propia casa.
Difícil nos lo ponen a los electores, no porque haya mucho donde elegir, sino por acertar a elegir a quienes no nos van a fallar. Y es que hasta la fecha, todos empezaron con buenas intenciones y el tiempo los fue corrompiendo. Confiar que los nuevos serán diferentes es posible que nos haga tropezar, otra vez más, en la misma piedra.
Me pregunto, yo que he nacido algunos años antes del 78, si estaré capacitado para votar, ya que el Sr. Rivera recela de los candidatos nacidos en los años de la dictadura, a lo mejor los votantes de la misma época deberíamos quedarnos en casa. Dos por habitación, como máximo. ¿Alguna ocurrencia más, Sr. Rivera?
Si no fuera porque estamos viviendo días inciertos, por culpa de todos ellos, que el futuro no se presenta tan halagüeño como nos lo pintan, que sigue habiendo millones de españoles en la más descarnada pobreza, que la sociedad está convulsa? sería para tomarse a risa la gira de monólogos que se están montando a nuestra costa. Y las "ocurrencias" que todos tienen son jaleadas por sus incondicionales y cuanto más hirientes, más risa y aplausos.
Votar es un derecho que tenemos todos. Deberíamos interpretarlo como una obligación. Acudir al colegio electoral, aunque sea para meter un sobre vacío, debería ser obligación para todos. Nos daríamos mutuo ejemplo y les demostraríamos que no confiamos en ellos. Y hay gente buena, pero subida al carro equivocado.
Aún así, dejemos un resquicio de esperanza, por si el paraíso nos abre sus puertas. A ver quién tiene la llave buena.
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