Estos informes indican sobre todo un desigual reparto de la riqueza. El informe Foessa del 2015 indica que en los últimos años de crisis hay más gente por debajo del umbral de pobreza de menos de 700 euros al mes, que es donde estableceríamos la mediana si consideráramos 11 casas. Pero además el índice AROPE (at risk of poverty and exclusión) indica que estamos por debajo de la media europea ahora que tanto se presume de macrocifras económicas de crecimiento impersonal.
Estamos en una época en la que disminuyen las rentas del trabajo y aumentan las rentas del capital, los empleos precarios no le sirven a las personas de trampolín y hay una juvenilización de la pobreza. Se ha expulsado a una generación de trabajadores que siempre trabajaron por ejemplo en la construcción y ahora no hacen falta.
Los camiones más grandes en las ciudades van a los centros comerciales y a los vertederos. Se quieren crear poblaciones residuales, todo tiene fecha de caducidad hay una tiranía de la imagen y del individualismo por encima de lo colectivo.
Históricamente hemos ido cambiando el mártir por el héroe y ahora queremos hacerlo por la celebridad.
Todo esto da sentido a la modernidad líquida de la que nos habla el sociólogo Zygmunt Bauman, donde las ciudades que amurallamos contra el peligro exterior se convierten en fuentes esenciales de peligro que nos llevan a un continuo estado de emergencia y constante estado de ansiedad con nuestros jóvenes.
Llegamos también a una educación líquida que atienda el síndrome de la impaciencia. Entre tantas mentiras tenemos que tender como decía el maestro ignorante de Jacotot, pedagogo francés que ya en el siglo XIX proclamaba la emancipación de las inteligencias y el autoaprendizaje.
De esta forma seguimos intentando abrir camino con nuestros chicos de la casa escuela Santiago Uno que hoy están en un pasacalles de piratas en Zamora, han atendido a los niños de las granjas infantiles y han protagonizado el día del árbol con alumnos del Calasanz, todo esto en una misma semana. Por eso lo consideramos actos heroicos, que demuestran que no debemos abandonar al hermano, que debemos desvelar lo oculto, imaginar lo imposible y hacer lo que somos.
Quitar etiquetas que hay que recrear redes, redescubrir valores y regenerar instituciones a la luz de los que más viven como viajeros intelectuales y de amor verdadero.
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