Arriba las manos que vienen los nuestros

Hay una idea, un futurible, un suponer, que lleva meses rondándome en la cabeza y que me gustaría compartir con todos ustedes. La política, en el sentido más amplio del término, me atrajo desde la más tierna juventud. Me apasionaba, me apasiona y me apasionará. Siempre he sido más del nosotros que del yo, del servicio público por encima de otro tipo de servicios o intereses. Y desde esa atalaya de la pasión, después de la acción y más tarde de la oxigenada distancia, me gusta analizar las realidades y sobre todos los futuros escenarios como interesante ejercicio de politica ficción, o igual no tanto.

Desde luego la España de los ochenta nada tiene que ver con la de hoy en día, ni en lo social, ni en lo evolutivo y mucho menos en lo político. Pero sería ridículo obviar que el actual cesto en el que vivimos tiene muchos mimbres de aquella España. El partido popular es hijo de la extinta UCD, o al menos primo carnal, y cada vez veo más afinidades entre la decadencia del partido que capitaneo el viaje a la democracia y quienes ahora acumulan gran parte del poder en el patio patrio.

La caída de la UCD tuvo que ver con varios factores: Un líder que abandonaba, un recambio gris, y una situación económica desastrosa con el paro disparado. ¿Les suena?. Adolfo Suarez dejaba el gobierno, entre otras cosas, acuciado por las traiciones, las zancadillas internas ? Eso que se llama con cierta dulzura "fuego amigo" y que a mi me parece fuego puro y duro, fuego del peor. Además el abulense marchó con la tarea hecha pero sin ser capaz de tejer organizativamente la gran coalición de la que nació su partido. Aunque por causas distintas, unos años más tarde otro líder del centro derecha abandonaba también la política, esta vez a tiempo marcado, y tras cumplir una doble labor: Liderar otro cambio, el de la bonanza económica, y a diferencia de Suarez, dotar de ideología al partido que aglutinaba al centro, la derecha y el liberalismo español. Eso sí, ambos dejaban a sus espaldas líderes con esa pinta de contable sumergido en balances, asientos y maquinas de registros, que aunque lo intenten no tenían ni tienen la virtud de encontrarse cómodos entre el vulgo, o al menos eso parece. Los dos tienen y tenían a Galicia como almar mater: Calvo Sotelo por ascendencia y Rajoy por nacimiento. De hecho el segundo presidente de la democracia acabo sus días como marqués de la Ría de Ribadeo por gracia real. Ambos buenos estudiantes, pero sin duda donde Calvo Sotelo gana al bueno de Mariano era en experiencia de gestión al máximo nivel fuera de la política representativa y en que por ejemplo dominaba con fluidez hasta cinco idiomas. Pero dejando de lado anécdotas más banales, lo que hoy sabemos es porqué cayeron unos y las dinámicas en las que otros están entrando.

Me da la sensación que los populares siguen viviendo del armazón tejido durante años y bien rematado en época aznariana, de hecho muchos de los líderes de entonces siguen siéndolo ahora aunque temporalmente algunos puestos intermedios vayan y vengan. La diferencia es que hoy en día hay más califatos que andan a lo suyo que antes. Y ya saben que lo que no se mantiene se degrada y lo que no se adapta se que queda obsoleto...

Tras los dos años de gobierno de Sotelo, que emperzaron con Tejero a tiro limpio, el batacazo electoral fue furibundo. En una España mas de bandazos, quizás menos asentada políticamente, la gran hegemonía constructiva de UCD pasó a perder 157 diputados y quedarse en poco más de la decena. El poder "absoluto" quedaba en manos de un partido socialista que ni mucho menos era una fuerza potente, hasta ese momento, y que fue capaz de rearmarse, solventar diferencias internas (o recortarlas) y aprovechar una situación socialmente complicada para acceder al poder con ese famoso "Por el Cambio", de la mano de un líder con el que ideológicamente no me une nada pero del que reconozco el tirón. ¿Les sigue sonando?. Y todo esto desembocó en la desaparición de la UCD con un desembarco mayoritario en alianza popular y después en el partido popular, de gran parte de sus cuadros. Algunos hoy siguen ...

Creo que la falta de adaptación, fundamental en cualquier organización que se precie, está llevando la hegemonía del gran partido de centro derecha a una situación más que preocupante a medio y largo plazo. Esto unido a la corrupción, regularizaciones fiscales o como quieran llamarlas, amnistías y demás chanchullos, no barruntan nada bueno si no entra en juego la determinación, la normalidad, la verdad y la trasparecía real, no de pega. Más acción y menos gestualidad...

Las analogías en cuanto a liderazgos creo que tienen su punto, no me lo negaran. Ahora la política disfruta de más colchón para la caída, el psoe es buen ejemplo, ha pasado de gobernar a batirse el cobre con "recién llegados", tomen nota señores. Pero volviendo al partido popular creo que desde que José María Aznar saltó del mando algo se rompió por dentro. Ya he escrito alguna que otra vez que en general, incluso aquí en particular, veo a la gaviota mirando más a su plumaje que a los pichones. Con escándalos y tics que en cualquier otra parte del mundo democrático son intolerables, con liderazgos debiles y demasiados gallos preocupados de sus corrales?

Alguien, no recuerdo quién, me habló que en política son importantes las tendencias y aunque los populares no están en números de desastre, la curva marca lo que puede venir. Aún hay margen para virar e historia para repasar, lo que no se es si habrá voluntad. Deberian ser capaces de alternar la labor con la articulación ideológica de partido, una ideología que han ido perdiendo en el vaivén electoral. Porque cuando se descuidan los rebaños el pastor deja de ser pastor y el rebaño se disemina. Y veo parte de esa diseminación cuando no hay líderes que unifiquen proyectos ni ideologías más allá de cifras que no llegan y fotos que no cuelan. Algo así como si un equipo de futbol gana, mete goles pero aburre a las ovejas. Al pp le falta ilusión, realidad, sinceridad, y le sobra sillón y cartón.

Así que de la historia hay que aprender, no cometer los mismos errores y evitar caer en el "cuerpo a tierra que vienen los nuestros" que enarboló Pio Cabanillas en plena guerra civil de UCD. Un cuerpo a tierra que alguien aquí rebautizó como "arriba las manos que vienen los nuestros" y que a mí me hacía gracia, hasta que mucho después me di cuenta que era una descripción profundamente fiel de la cruda trastienda política ejercida por mediocres.

Por todo esto no me gustaría ver como el partido que ha aglutinado el centro derecha español cae por falta de liderazgo, por intereses electorales o personales, por baronías concéntricas e imperialistas y guerrillas internas. Porque algo parecido ya vivió otra gran fuerza hace treinta años, y a veces veo demasiadas analogías en aquello y en esto, y a veces veo demasiadas manos arriba por que vienen los suyos.