Perdiendo el norte y el horizonte...

Nadie sensato pone en duda, que la Educación es un pilar básico y fundamental para el progreso sostenible y sostenido de los pueblos avanzados. En España, llevamos toda la transición democrática realizando reformas y cambios legislativos con diversos motivos ideológicos que provocan alteraciones en el continuum del proceso de enseñanza-aprendizaje y no dan respuesta a las necesidades de los alumnos y sus familias y de los docentes.

Existen indicadores y evidencias que ponen de manifiesto que en los distintos niveles educativos no se está cumpliendo con la misión que tiene la Educación, formar a las personas en valores como el esfuerzo, la responsabilidad, la tolerancia, el compromiso, el cumplimiento de las normas, el respeto a la diversidad y la solidaridad. Es decir, no se consigue el objetivo fundamental, poner en valor a la Educación en la Sociedad del Siglo XXI. Además, se buscan excusas cuando se estigmatiza a los alumnos con necesidades especiales, como si no formarán parte de la responsabilidad del sistema educativo. El suceso puntual del supuesto brote psíquico ocurrido en un Instituto de Barcelona esta semana constituye la punta del iceberg del total de los eventos que ocurren, y que son frecuentes, como los trastornos del ánimo de alumnos y profesorado, cuadros de ansiedad, estrés laboral (Burnout), mobbing o acoso escolar y laboral, y otros.

Son muchas las causas y los factores que intervienen en estos procesos multicausales que tienen lugar en los centros educativos. Por una parte, la falta de sensibilización de los propios padres sobre el importante papel que desempeñan en la transmisión de valores. Actualmente se ocupan más de incentivar en términos competitivos que para vivir y disfrutar. A esto se une la actitud pasiva de no poner límites sobre lo adecuado e inadecuado, sobre los hábitos y conductas normales, etc. Lo que provoca un caldo de cultivo para que en la infancia existan mayores posibilidades de trastornos del déficit de atención e hiperactividad(TDAH) y en la adolescencia y en la edad adulta-joven más frecuencia de trastornos de personalidad y trastornos mentales.

Por otra parte, existe la deficiente formación y motivación de los profesionales, la mayoría de ellos se comportan como meros funcionarios de educación y no como educadores. Esto es debido a la desmotivación existente por el entorno sociopolítico y social que les rodea. En la Universidad también ocurre, sólo que aquí lo que falla es básicamente la motivación del profesorado por el proceso de promoción profesional. Se consigue más publicando artículos con resultados sin impacto en la enseñanza y con escaso impacto social (muchos de ellos no se aplicarán nunca), que llegando a ser un buen docente. Es decir, la carrera docente del profesorado está sesgada por la investigación lo que provoca desmotivación, impotencia y pasividad en lo principal, la docencia. Así, se penaliza el aprendizaje y, por tanto la preparación competente del alumnado universitario.

Por último, valorando la evolución histórica, hay que ser conscientes de los grandes avances y resultados del Sistema Educativo en relación con el progreso de nuestro país. Pero ha llegado la hora de realizar cambios y conseguir un consenso global y nacional para mejorar la continuidad de las políticas educativas efectivas y cumplir con la necesidad de obtener estudiantes y profesionales bien formados y preparados. Su impacto y su crédito social se deben a la preparación de los estudiantes para vivir como personas y como ciudadanos formados y comprometidos con su entorno medioambiental. También, porque cada vez más, la sociedad debe ser consciente de que la Educación es un recurso esencial para vida. Así, la vida se convierte en Saludable, física, psíquica y socialmente.

JAMCA

Foto: Soledad Gaute