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Teatro

Actualizado 22/04/2015
Juanjo Mena

¡ Venid, mortales venid, a adornarnos cada uno, para que representéis en el teatro del mundo! (Calderón de la Barca)

¿Alguien puede dudar que este mundo en el que vivimos sea un gran teatro? ¿Que cada uno de nosotros, y cuantos nos han precedido y nos sucederán, vive en un escenario en el que ha de "representar" a un personaje si quiere sobrevivir? ¿Qué me visto y actúo con las "galas" que la sociedad me proporciona?, y que exige en el actor un fingimiento, una simulación, en definitiva, una doblez, una falsedad con la que hemos de presentarnos a los demás, si no queremos ir desnudos por la vida. Fingimiento que desaparece solamente en la intimidad, cuando nadie nos observa, cuando estamos fuera del escenario, cuando me sincero conmigo mismo o con alguna otra persona, he de quitarme la máscara de la hipocresía. Máscara que forma parte indisoluble de la condición humana. ¿Cuánto duraría una sociedad en la que todos fueran sinceros en todo momento y lugar? No sólo los políticos, también los científicos, los religiosos, los padres, los hijos, los amigos, La vida social sería imposible sin el fingimiento, sin el disimulo, incluso sin la mentira, tal como nos dejó escrito Kant, el gran filósofo alemán: "Un mundo sin mentiras no podría estar habitado por seres humanos". Sobre todo; "porque no estamos preparados para que nos digan la verdad sobre nosotros mismos".

Pero habría que precisar la diferencia existente entre hipocresía y mentira. Ésta requiere la colaboración de la voluntad, mientras que la primera es inconsciente y natural, como la piel de la máscara que nos constituye. Todos los días son carnaval para la vida social, porque no podemos desprendernos de la careta invisible que oculta nuestra verdadera personalidad, la genética nos determina y el inconsciente nos domina. Cuando esta raya se traspasa, la hipocresía se convierte en mentira, que es algo ya muy distinto, porque interviene la voluntad, con el deseo de engañar. Todo mentiroso es hipócrita, pero no al contrario. Aunque lo cierto es que, para muchos, la palabra hipócrita encierra ya el germen de la mentira, con el oculto deseo de parecerse. Tal ocurre, por ejemplo, con los "Señorones" y burgueses, la acción de los hipócritas, que dan limosna con ostentación y gustan de salir en reportajes y medios televisivos y de comunicación y propaganda, orar en misa de diez, y subir al cochazo en las esquinas de las plazas para ser vistos y reconocidos por los demás "mortales", hacen ostentación de su poder y riqueza, al mismo tiempo que dan limosna, o prometen desde sus estrados aquello que no van a cumplir, tan solo por mantenerse aferrados a sus poltronas. Pero esta actitud es ya hija de la mentira, una actitud voluntaria, y por tanto, viciosa y pecaminosa desde un punto de vista moral. Esto no es exactamente hipocresía, tal como indica su etimología.

Estamos en un año, sin tregua para las urnas, pasando aún ese "Viacrucis", en forma de crisis galopante, llenos de dudas e incertidumbres, con algunos "esperpentos" con hechuras de cinismo ratero, que han llenado sus valijas con descaro, cuando muchos ciudadanos eran despojados, de aquello que les costó una vida reunir. Es en mi opinión la hora de la Justicia, de enarbolar la bandera de su independencia, que podamos sentirnos, seguros, confiados, al sentir, que de verdad es, y debe ser igual para todos. Este año crucial, inicio de los que serán después, otra forma de hacer política, justicia, igualdad, transparencia, etcétera; es la esperanza con la que cuenta este pueblo. Seamos hipócritas, pero a sabiendas de que lo somos, seamos actores de ese gran teatro del mundo, pero no usemos el escenario, para esbozar las mejores mentiras, maquilladas de zalameras promesas, que no llegaran. Piensen aquellos antes de pronunciarse, en sus hijos, su familia, sus amigos desde la infancia, en la dignidad de todos, que van a confiar otorgándole su voto, para que los represente, gobierne y gestione. No se empalaguen de hipocresía para mentirnos? ¡Háganlo? y... les? botaremos?!

"Cuando la hipocresía, comienza a ser de mala calidad, es hora de comenzar a decir la verdad" (Bertolt Brecht).

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