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La Dictadura del Badajo
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UNIVERSO PODRÍTICO (II)

La Dictadura del Badajo

Actualizado 21/04/2015
Luis Márquez

En un lugar de la Armuña de cuyo nombre no quiero acordarme,...

El regreso de Sancho Panza al pueblo fue sonado. Y no solo porque hacía tiempo de su marcha, sino porque en aquel mismo momento decidió ser Don Quijote. Y lo decidió porque quería acabar con aquellos enormes molinos de viento que asolaban su pueblo.

Era curioso, pero el transcurso del tiempo en aquel lugar, no hizo cambiar a la gente. Dicen que una tremenda racha de viento años atrás, provocó que la visión de la realidad fuera prácticamente nula para todos. Algunos labriegos del lugar recuerdan que fue don Pepe, una especie de caudillo y agricultor de profesión, el que provocó esa especie de torbellino al poner en marcha sus enormes cosechadoras durante días, oscureciendo al pueblo bajo una gran nube de restos de paja, trigo y cebada. Desde ese momento, solo hablarían las campanas.

Aquel Sancho Panza venido a Don Quijote, era hijo de un hombre bueno del pueblo. Allí nació y como el resto, allí vivió y sintió morir. De todos es conocido que el miedo es el mejor antídoto contra la libertad. Hasta que un día, cuestión de lentejas, hizo que se fuera.

Se daba la paradoja de que era un pueblo rico lleno de gente pobre y lo peor de todo, es que nadie se lo cuestionaba. Quizás fuera, como decían algunos, por aquel enorme torbellino que años atrás asoló el pueblo y provocó que el tiempo se parase y las ideas se congelaran para todos excepto para para ellos: don Pepe y su familia, quienes con el transcurso de los años, se convertirían en una estirpe real enriquecida y con enormes mausoleos a su nombre en aquel lugar que ya no era del pueblo.

Pero la vida siguió como siguen las cosas que no tienen mucho sentido. Y como la lluvia al camino, el tiempo borró las pisadas, transcurriendo los años, convirtiéndose en lustros, transformarse en décadas y acabando siendo una eterna cuarentena bajo una especie de dictadura del badajo (*). Hasta que un día, aquel Sancho Panza ataviado de Don Quijote, ya de regreso a lomos de su tractor y surcando los inmensos mares de la Armuña, quiso acabar con todos esos enormes molinos de viento disfrazados de cosechadoras. Ya no estaría solo y por buena venturanza, serían muchos y buenos ciudadanos los que le seguirían embriagados bajo el bálsamo de fierabrás. Ya no habría nada ni nadie que les parase. Cambiarían inexorablemente los inviernos por primaveras, sabiendo desde ese mismo momento, que ser valientes no les saldría tan caro y ser cobardes no les valdría la pena.

Porque, ¿qué podrían perder si el pueblo ya no era suyo?

*Bajajo: pieza central de los cencerros, esquilas y campanas.

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