Jueves, 25 de abril de 2024
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Victorio Macho
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Por Francisco López Celador (Coronel)

Victorio Macho

Actualizado 20/04/2015
UCM / Dicyt

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Residente durante largos años en la ciudad de Palencia, hoy quiero traer a estas líneas la figura del insigne palentino Victorio Macho. Todo el mundo que pasa por esta ciudad castellana, en tren o en coche, verá desde lejos la esbelta silueta del Cristo del Otero, su obra más conocida. Tierra de ilustres artistas, Palencia se enorgullece de este renombrado escultor, igual que lo hace de Jorge Manrique o de la familia Berruguete, entre otros.

Hijo de un modesto artesano, Victorio Macho nació en Palencia en 1887 y, curiosamente, su bisabuelo materno, más cantero que escultor, fue el artífice de las fuentes públicas de numerosos pueblos salmantinos. Quizá de ahí le viniera a Victorio Macho su inclinación por la piedra y por las fuentes en su obra escultórica. Con diez años se trasladó su familia a Santander. La especial inclinación del chiquillo por las artes plásticas movió a sus padres a matricularle en la Escuela de Artes y Oficios de Santander y, posteriormente, con una beca de la Diputación de Palencia, ingresó en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. Allí comenzó a destacar por la calidad de sus dibujos y su clara inclinación hacia la escultura.

Ya en los primeros años de alumno, el carácter un tanto rebelde y revolucionario de Victorio Macho, le hizo chocar con sus profesores. Inmerso en la vida bohemia madrileña, se le ve en tertulias de café entablando amistad con escritores y artistas. En esa época conoce, entre otros, a Sebastián Miranda, Pío Baroja, Julio Camba, los hermanos Machado, Gregorio Marañón, Ramón Gómez de la Serna y Solana.

El fecundo escritor canario Pérez Galdós veraneaba en Santander y el joven aprendiz de escultor, que sentía especial admiración por aquel anciano no sólo por sus ideas políticas sino por su sencillez, pasaba las horas a su lado llegando a modelar un busto que regaló al escritor. Esta especial relación le llevó a promover una suscripción entre diversos artistas para erigirle un monumento, que fue inaugurado en el Retiro, poco antes de morir el escritor. Algo parecido le sucede con la figura del eminente erudito montañés Menéndez Pelayo, a quien ya seguía por la calle desde joven, llevándole a escribir en sus memorias: "Aquella hermosa cabeza, ¡qué maravillosamente plástica era! Su gesto ya me empujaba a dibujarlo y esculpirlo". Siendo ya artista consagrado estrechó su amistad en Madrid y, cuando murió don Marcelino, pasó toda la noche velando su cadáver. Cuarenta años más tarde plasmaría esa imagen en la impresionante estatua yacente del sepulcro que se encuentra en la catedral santanderina.

[Img #284181]A partir de la fama adquirida con la realización de la estatua de Pérez Galdós en el Retiro, Victorio Macho comienza a adquirir fama. Hace su primer viaje a París donde visita el Louvre y, muy especialmente, se interesa por el museo Rodin. Gracias a su amistad con Benlliure, celebró su primera exposición en el Museo de Arte Moderno de Madrid, cuyo éxito sirvió para que tanto Palencia como Valladolid le rindieran sendos homenajes. Su estrecha amistad con Unamuno le llevó a regalar a la Academia de Bellas Artes de San Fernando un busto de bronce del Rector de nuestra Universidad el día que fue admitido como académico. Vuelto del destierro, una de sus primeras visitas fue al cementerio de Salamanca para depositar unos claveles en la tumba de Unamuno.

Precedido por la fama, Victorio Macho recibe el encargo de erigir una monumental escultura del Sagrado Corazón de Jesús sobre el palentino Cerro del Otero. Después de no pocas vicisitudes, casi siempre económicas, el artista quiso encuadrar la figura en la inmensa llanura de Tierra de Campos para convertirse en una especie de faro espiritual. Así surgió la imagen del Cristo del Otero con sus brazos abiertos en actitud acogedora, en una especie de Sermón de la Montaña en el que Jesús, según manifestó el autor: "Parece hablando con un gesto triste a los campos pensativos, y recibiendo el sol de Castilla en su corazón ensangrentado".

Al estallar la Guerra Civil, su condición de partidario abierto de la República, le lleva a comprometerse, junto a numerosos pintores y escultores, en el denominado "Altavoz del Frente". De hecho, Victorio Macho se unió al proyecto de levantar un monumento al Campesino Ibérico en el Cerro de los Ángeles, sustituyendo el del Sagrado Corazón de Jesús que había sido mutilado y profanado. En su condición de artista delegado por el gobierno español, durante la contienda viajó a París y Moscú. Finalizada la guerra, tras una breve estancia en París, Victorio Macho residió sucesivamente en Colombia, Perú, Venezuela y de nuevo en Perú, donde contrajo matrimonio con su segunda esposa.

[Img #284182]Vuelto a España en 1952, fijó su residencia en Toledo, hasta su fallecimiento en su residencia de "Roca Tarpeya"; corría el año 1966. Por expreso deseo del escultor, sus restos reposan en la ermita excavada bajo el Cristo del Otero. Precisamente desde el balcón de esta ermita tuvo lugar, ayer día 19, la tradicional "pedrea" que la Corporación palentina lanza cada año a los vecinos, con bolsas de pan y queso, en desagravio de la verdadera pedrea que sufrió santo Toribio cuando predicaba a los seguidores de una secta contraria al matrimonio.

Durante esta última etapa de su vida a Victorio Macho aún le quedaron fuerza y arte para plasmar numerosos grabados, bustos, sepulcros y monumentos, siendo uno de los más importantes el que se levanta en el centro de la Plaza Mayor de Palencia, dedicado al escultor Alonso Berruguete, en el cuarto centenario de su muerte.

Muerto el artista, se entabló un pequeño conflicto institucional a la hora de reclamar la custodia de su obra las autoridades palentinas y toledanas. Afortunadamente la cordura y una solución salomónica calmaron los ánimos.

Francisco López Celador

Coronel (R), hijo de la Villa de Cantalpino

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