Ese podría ser el título de la catequesis que el Papa Francisco pronunció el día 4 de marzo de 2015, siguiendo su plan de reflexiones sobre la familia.
El Papa recuerda que en nuestros días ha disminuido notablemente el número de nacimientos. Vivimos en una sociedad envejecida. Esta observación es más que evidente. La medicina ha alargado la vida humana, pero la sociedad no se ha «abierto» a la vida. "El número de ancianos se ha multiplicado, pero nuestras sociedades no se han organizado lo suficiente para hacerles espacio, con justo respeto y concreta consideración a su fragilidad y dignidad".
Este es un mundo que privilegia la juventud. Ellos son los que conocen el uso de las modernas tecnologías. La sociedad piensa que "sólo los jóvenes pueden ser útiles y pueden gozar". Por su parte, los jóvenes miran la vejez como si fuese una enfermedad que hay que tratar de mantener a distancia.
Una sociedad programada a partir de la eficiencia y la ganancia ignora a los ancianos. Los considera como un estorbo y una carga y no les permite participar en la orientacion de la sociedad. Sin embargo, los ancianos son una riqueza que no se puede ignorar. Los ancianos son la reserva de sabiduría de los pueblos.
Recordando palabras de su antecesor, el Papa Francisco, afirma que "la atención a los ancianos habla de la calidad de una civilización". Una sociedad en la que no hay sitio para los ancianos o los descarta porque crean problemas, lleva consigo el virus de la muerte.
No solemos admitir que se descarte a los ancianos, pero esa es la dramática y pecaminosa realidad. Nos estamos habituando a descartar a algunas personas, pero de esa forma aumentamos en los ancianos la angustia de ser mal soportados y abandonados.
El Papa citó un consejo tomado del libro bíblico del Eclesiástico: «No desprecies los discursos de los ancianos, que también ellos aprendieron de sus padres; porque de ellos aprenderás inteligencia y a responder cuando sea necesario» (Sir 8, 9).
Fiel a esa tradición, la Iglesia promueve la cercanía a los ancianos y el acompañamiento afectuoso y solidario en esta parte final de la vida. Al denunciar la indiferencia y el desprecio respecto a la vejez, la Iglesia quiere despertar el sentido colectivo de gratitud, de aprecio y de hospitalidad, que hagan sentir al anciano parte viva de su comunidad.
Tras recordar un conocido cuento sobre el niño que aprende de su padre un manifiesto desdén hacia el abuelo, el Papa afirmó que el anciano seremos un día nosotros? y "si no aprendemos a tratar bien a los ancianos, así nos tratarán a nosotros".
Finalmente, subrayó la importancia de valores éticos como la gratuidad y el afecto. "Una comunidad cristiana en la que la proximidad y la gratuidad ya no fuesen consideradas indispensables, perdería con ellas su alma. Donde no hay consideración hacia los ancianos, no hay futuro para los jóvenes".
EL DÍA DEL PERDÓN
Domingo 3º de Pascua. B.
19 de abril de 2015
"Arrepentíos y convertíos para que se borren vuestros pecados". Con esas palabras se cierra el discurso que Pedro dirige a las gentes de Jerusalén según el texto de los Hechos de los Apóstoles que hoy se proclama en la celebración de la misa (Hech 3, 19).
Antes de esa exhortación, Pedro ha acusado a las gentes de su comportamiento con Jesús de Nazaret. Tres son los motivos de su acusación:
? Entregar a Jesús a las manos de Pilato, cuando el procurador romano había ya decidido ponerlo en libertad.
? Rechazar a Jesús, al que Pedro tiene que calificar necesariamente como el Santo y el Justo.
? Pedir a Pilato el indulto de un asesino, mientras que optaron por entregar a la muerte al autor de la vida.
Si bien se mira, esas tres acusaciones no han perdido vigencia. También hoy se ignora la bondad y se glorifica la maldad, se desprecia la vida y se legaliza la muerte, se aplasta al inocente y se honra públicamente a los asesinos.
UN MUNDO NUEVO
El evangelio de este domingo tercero de Pascua (Lc 24, 35-48) está lleno de contrastes entre la actitud de los discípulos de Jesús y la realidad de su resurrección y de su mensaje.
? Los discípulos de Jesús confunden a Jesús con un fantasma. Pero el miedo a los fantasmas no les permite descubrir la verdad de la vida y la presencia de Jesús.
? Frente a las dudas que surgen entre los discípulos, Jesús les ofrece la paz y la seguridad, los libera de la ilusión y del temor y les abre a la esperanza.
? Los discípulos de Jesús son incapaces de comprender el sentido de la muerte de Jesús. Pero él les abre su entendimiento para que puedan recordar y comprender las Escrituras.
También en nuestra vida Cristo viene a crear la novedad. Como dice el Papa Francisco, "La resurrección de Cristo provoca por todas partes gérmenes de ese mundo nuevo; y aunque se los corte, vuelven a surgir, porque la resurrección del Señor ya ha penetrado la trama oculta de esta historia, porque Jesús no ha resucitado en vano" ("Alegría del Evangelio", 278).
TESTIGOS DEL PERDÓN
La última frase de Jesús es un espléndido resumen de lo que ha de ser la misión y la tarea de la Iglesia y de cada uno de los creyentes:
? "Estaba escrito que el Mesías padecerá y resucitará de entre los muertos". Su pasión no debe ser para los creyentes fuente de escándalo ni motivo de burla para los incrédulos. Y su resurrección no debe sumirnos en la duda. Es preciso creer en las Escrituras.
? "En nombre del Mesías se predicará la conversión y el perdón de los pecados". Él Señor no resucita para condenarnos ni para condenar al mundo. Él nos ofrece su perdón y quiere que lo anunciamos a todos los que desean convertirse de sus pecados.
? "Los discípulos han de ser testigos de esto". No somos enviados como testigos de la cólera, la venganza o el castigo de Dios. Somos los testigos de su ternura y de su misericordia.
- Señor Jesús, tú vienes a nuestro encuentro, nos deseas la paz y nos constituyes en testigos de tu presencia y de tu perdón. Danos tu luz para ser fieles a esa misión. Amén. Aleluya
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