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El olor a podrido de la política
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Profesor de Derecho Penal de la Usal

El olor a podrido de la política

Actualizado 18/04/2015
I. R.

La última semana del mes de julio de 1909 pasó a la historia por los graves acontecimientos acaecidos en Barcelona y otras ciudades catalanas debido al Decreto aprobado por el gobierno conservador de Maura en el que decidió enviar tropas de reservistas para defender las posesiones españolas en Marruecos. La mayoría de los soldados enviados eran padres de familia de las clases obreras (los más desfavorecidos, como siempre) y el pueblo catalán protagonizó violentos altercados a los que se unió la huelga general convocada por revolucionarios anarquistas y socialistas.

Indudablemente la última semana vivida en nuestro país no podemos calificarla de 'trágica' en el mismo sentido de altercados que hayan provocado graves ataques a personas y cosas, pero sí ha sido especialmente negativa para la confianza de los ciudadanos en sus instituciones políticas y económicas. Dirigentes políticos andaluces del PSOE como Griñán, Chaves o Zarrías han desfilado por el Tribunal Supremo para declarar como imputados por las graves irregularidades de los ERE y este pasado jueves fue detenido por la policía el flamante ministro de economía del gobierno de Aznar y ex presidente del FMI, Rodrigo Rato, aquél que en el verano de 2003 declaraba que "los socialistas no le pueden perdonar al PP que les haya ganado dos veces las elecciones y que la herencia de paro, corrupción, terrorismo y despilfarro que recibió haya desaparecido". Incluso antes, en 1996, manifestaba que: "los defraudadores tienen ventaja competitiva y fraudulenta sobre sus competidores y son dañinos para la economía". Curiosamente, de aquél ejercicio aparentemente sincero de honestidad, ética y lealtad del entonces ministro, hemos llegado a conocer que se acogió a la amnistía fiscal del gobierno de Rajoy, en 2012, y que la Fiscalía ha decidido investigarle por los delitos de alzamiento de bienes, blanqueo de capitales y fraude fiscal. Paradojas del destino que son difíciles de asimilar en un Estado Democrático de Derecho, como el nuestro.

Ante esta situación, los ciudadanos de bien (que afortunadamente somos la mayoría de los españoles) que tenemos que vivir, trabajar, ser felices y realizar nuestras obligaciones tributarias (mediante un sistema que debe ser justo, inspirado en los principios de igualdad y progresividad) para contribuir al sostenimiento de los gastos públicos, como establece el artículo 31 de la Constitución, ¿qué podemos pensar de nuestros políticos y gobernantes como este señor que fue ministro de economía, miembro de esa élite que elabora y aprueba las normas de convivencia que deben motivarnos a no realizar actos prohibidos o a realizar actos a los que estamos obligados en una sociedad civilizada, democrática y avanzada?, ¿con las conductas realizadas por estas personas no se está generando inseguridad jurídica e indefensión en los ciudadanos y, quizá, motivándonos a todo lo contrario, es decir, a tirarnos al monte y no respetar las normas sociales de convivencia?. Yo invito a que seamos razonables y sensatos y a no seguir el ejemplo de estos indeseables e hipócritas ciudadanos-gobernantes porque, entre otras cosas, debemos ser conscientes de que la solidaridad y el esfuerzo común es la mejor forma de contribuir a la convivencia pacífica y al progreso. Ahora bien, lo que sí debemos tener meridianamente claro es que esos ciudadanos de bien somos el arma más eficaz para decidir, en un sistema democrático, quiénes deben ser los gobernantes que nos representan, mediante las elecciones libres, directas y secretas que supone el sufragio universal. Ejerzamos ese derecho fundamental que nos reconoce nuestra Carta Magna y no otorguemos la confianza a quienes han estado esquilmando nuestros derechos y nuestra dignidad como seres humanos.

Por otro lado, esta semana nos han dejado para siempre dos plumas de oro de la literatura universal: Eduardo Galeano y el premio Nobel Günter Grass. En una de las últimas entrevistas, Galeano denunciaba que "hoy por hoy, los ministros de economía son los que de verdad gobiernan nuestros países". ¡Estamos "apañaos"! porque si todos son como Rato y Montoro en pocos años acaban con el estado del bienestar (el primero por fraude y el segundo por permitir, en la amnistía fiscal de 2012, que las grandes fortunas ocultas se regularicen pagando tan sólo un 10 %, cuando a muchos nos descuentan más de un 20 % de los salarios que percibimos). Y, mientras tanto, Rajoy, como siempre, desaparecido cuando tiene que dar la cara.

Estas cosas son las que hacen que hoy más que nunca recordemos ese poema de Eduardo Galeano (in memoriam) y que los ciudadanos de bien nos sintamos más que nunca, los nadies, de los que transcribo estos versos:

"Los nadies: los hijos de nadie,
los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados,
corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos,
rejodidos

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