Hace ya algunos días vi una película que me gustó especialmente, "The good lie" ("La buena mentira", 2013) porque es conmovedora, tierna, reflexiva y a la vez divertida y trata el tema de la inmigración con una elegancia exquisita. Unos muchachos refugiados de la guerra civil sudanesa son trasladados a los Estados Unidos y en lo primero que piensan es en conseguir un trabajo que les permita pagarse unos estudios.
Otros pocos días más tarde he visto el documental "Sur le chemin de l'école" ("Camino a la escuela", 2013) donde se narra la historia real y extraordinaria de cuatro niños de cuatro esquinas olvidadas del mundo que deben enfrentarse diariamente a numerosas dificultades y peligros para llegar a la escuela, además de las horas de trayecto a pie o a caballo.
Y entonces ocurrió la terrible tragedia: 147 cristianos asesinados en la Universidad de Garissa, Kenia sin que el mundo se levantara solidariamente, ofendido y con indignación ante esta injusticia como lo hiciera hace unos meses por los dibujantes de Charlie Hebdo.
Y estos tres ingredientes dieron paso a una buena tanda de preguntas...
¿Alguna vez hemos pensado en el valor que tiene la educación, en el sacrificio que conlleva todavía para muchas personas, el privilegio que supone en algunos lugares el tener acceso a ella?? A lo mejor para nosotros es una realidad cotidiana el acceso a la universidad, a estudios superiores, postgrados, etc. Pero no lo es para muchos otros, no hace falta irse a la otra punta del mundo para ser conscientes de que aquí mismo, en España, en muchos procedentes de muchos de los pueblos de la provincia, de muchas provincias, y de muchos rincones de muchas ciudades, hay gente peleando y trabajando muy duro por forjarse un futuro formándose y estudiando. Pues si aquí ya nos es fácil valorar este esfuerzo, trasladémoslo a lugares menos favorecidos todavía, a esos lugares del mundo que por culpa de nuestro egoísmo y ambición se mueven y desarrollan a un ritmo más lento. El drama de los 147 estudiantes universitarios se extrema si tan sólo intentamos intuir la inmensa voluntad que seguramente para muchos de ellos significa haber llegado hasta allí. No quiero decir que la tragedia sería menor si los asesinados fuesen analfabetos, no, simplemente me da rabia que el ardor por progresar y crecer se haya visto frustrado por un acto de barbarie e intolerancia que obedece a guerras ancestrales sin sentido y primitivismo en estado puro.
¿Pero por qué el mundo no se ha solidarizado con ellos con mayor motivo dada la magnitud y el número de víctimas? Han truncado la vida de 147 miembros de ese sueño y esa esperanza por un mundo mejor, les han robado el futuro de jóvenes profesionales formados? de 147 personas, de 147 cristianos? y ni el mundo educativo, ni la sociedad ha gritado "yo soy?". ¿Por qué "no somos" ellos? ¿Por qué no sabemos empatizar con esos hermanos ? de raza, de "pupitre", de futuro-?? ¿Es porque son negros, porque su país es más pobre, porque son cristianos? o simplemente porque no nos interesa? ¿Y si hubiesen sido 147 universitarios de la Sorbona?
Nuestra vida está llena de fechas. Hechos que recordamos y que nos van configurando. Primeras veces, segundas, terceras? acontecimientos, hitos educativos, profesionales, religiosos? personas que marcan momentos especiales de nuestra vida, que hacen que un día cualquiera de repente se convierta en celebrable, en memorable, en una fecha que no puede caer en el olvido? El 2 de abril de 2015 será siempre una fecha marcada con sangre y cruz en el calendario por ser el día en que la sangre de 147 cristianos, de 147 seres humanos se mezcló con la sangre de Cristo como un nuevo viernes santo; 147 mártires (testigos) directos de la resurrección y partícipes ya de la Pascua en el Cielo. Pero ojalá hoy, 18 de abril, añadamos a nuestros motivos de recuerdo el de estas 147 víctimas, 147 hermanos, y sea el día en que nos comprometamos a analizar nuestros prejuicios y empecemos a trabajar nuestros racismos más sutiles, porque, en palabras de John Donne "(?) any man's death diminishes me, because I am involved in mankind; and therefore never send to know for whom the bell tolls, it tolls for thee."[1]
[1] John Donne. Devotions upon emergent occasions. Meditation XVII. "?La muerte de cualquier hombre me disminuye, porque yo formo parte de la humanidad; por tanto nunca mandes a nadie a preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti."
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