¡Que le corten la cabeza!

Joseph-Ignace Guillotin, médico y político francés allá por los siglos XVIII y XIX, fue el impulsor del artilugio corta-cabezas más conocido de la historia: La guillotina. Cuenta la leyenda que este político "perdió la cabeza" con su propia propuesta. ¡Qué ironía!, ¿no es cierto?

Hace algún tiempo, el hermano de un buen amigo, fue esposado en su tienda delante de algunos clientes y conducido a las dependencias de la Benemérita, porque su mujer decía que había sufrido maltrato por parte de él. Tras veinticuatro angustiosas horas en un calabozo y tres meses de tediosos juicios, fue declarado inocente, ya que se probó que su mujer (ahora ex), quería hacer daño a este pobre hombre por un quítame allá esas pajas. Mujer con poco intelecto para urdir un elaborado plan de venganza, se dio cuenta de que existía una abominable ley en la que su marido, fuera o no culpable, sería vejado de una forma cruel.

Por más explicaciones que dio a sus vecinos, nada importó y, tras veinte años de intachable reputación y profesionalidad, el hermano de mi amigo tuvo que cerrar su tienda debido a la falta de clientes, ya que estos, como buenos españoles, coreaban entre visillos frases tales como: "Si salió con los grilletes, algo habrá hecho" o "No es trigo limpio si se lo llevó la Guardia Civil". Por el contrario, la pécora (oveja en italiano) de su mujer, recibió un tirón de orejas y un condescendiente: "no lo vuelva a hacer usted" y, por supuesto, la casa (de él), el coche (de él) y la mitad de los bienes.

Cuando ahora veo en los medios al ex ministro socialista López Aguilar, intentando desesperadamente proclamar su inocencia, no puedo evitar sentir un pequeño regocijo al pensar que este hombre, creador de la ley de violencia de género femenino (porque para el masculino "na" de "na") , ley que "castró" el sagrado derecho del hombre a la presunción de inocencia, está sufriendo el mismo escarnio público al que fue y es sometido el hermano de mi amigo y tantos y tantos hombre inocentes cada día.

¡Ojo! No digo ni mucho menos que las mujeres no deban estar protegidas ante energúmenos que las violentan, pero también hay que pensar que, esta ley nefasta, sirve de arma a mujeres sin escrúpulos que la utilizan para sus propios beneficios, perjudicando a otras mujeres que sí sufren verdaderas atrocidades por parte de sus cobardes parejas.

Creo firmemente, que si esta Ley se revisara y contemplara un punto, en el que en el caso de demostrar la inocencia del interfecto, la acusadora recibiría un castigo igual que el que se le pedía al acusado, muchas víboras (reptil venenoso) se lo pensarían dos veces antes de hacer una acusación falsa.

Por lo tanto y mientras tanto, con el tema de López Aguilar, sigo las palabras de la reina de corazones de Alicia en el País de la Maravillas y grito: ¡Que le corten la cabeza!