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Las emociones periódicas, por Lucía Risueño
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OPINIÓN

Las emociones periódicas, por Lucía Risueño

Actualizado 04/04/2015
David Rodríguez

Y así, es probable que cuando estemos contentos y queramos a aquel que tenemos al lado, no toque

[Img #272870]Una vez al año, celebramos, bien la alegría de un Dios que nace, o la tristeza de un Dios que muere; la suerte de tener un padre o una madre en vida; de difuntos que yacen en camposantos o que los niños merezcan regalos.

Una vez al año, tenemos, las fiestas del pueblo, el día de la romería, el del comercio, el del trabajador, el de la merienda en el campo. Una vez al año, tenemos campeonatos, concursos, pruebas o eventos determinados.

En definitiva, una vez al año, provocamos que algo suceda, o al menos, lo intentamos. Así, toca estar feliz y quererse en Navidad; toca estar serio y triste, en Semana Santa; toca divertirse en los días de las fiestas; toca acordarse de los ausentes, aunque justo al llegar el otoño, estés empezando a superar su pérdida. Un día, concreto, deberemos decir a nuestros padres que les queremos, y los niños deberán jugar con todo a la vez, en un mismo día.

Toca comprar el día que los comerciantes se esmeran en exponer su mercancía; toca alegrarse de tener trabajo; toca estar al máximo de tu rendimiento, el día del campeonato, o emocionarse cuando tu equipo afín gane o sea derrotado. Toca ir al campo a comer, aunque haga frío o llueva; toca ir a ver al Cristo o a la Virgen, aunque justo ese día no te apetezca.

Y así, es probable que cuando estemos contentos y queramos a aquel que tenemos al lado, no toque; que cuando sintamos dolor y queramos llorar, tampoco sea el momento; que el día en que te sientes animado y divertido, no proceda; que cuando eches de menos a los que se fueron, debas pensar en otra cosa y también, cuando quieras ilusionar a un niño, o agradecer a tus padres su cariño con una rosa.

Que cuando tengas dinero y necesidad de algo, no lo encuentres en las tiendas; que si te apetece no trabajar unos días, no puedas; que cuando necesites vibrar viendo a tu equipo no haya partido; que el día que estés al cien por cien, no tengas desafío. Cuando haga buen día no puedas ir al campo, o si deseas visitar al Cristo o a la Virgen, los tengan candados.

Es probable, que esto explique que haya conflictos en Navidad y algarabía en Semana Santa; peleas en las fiestas; padres, madres o niños, desilusionados por no recibir lo que habían esperado. Trabajadores cansados, ferias con mercaderes decepcionados, deportistas fracasados y sin seguidores emocionados. Mientras, los difuntos, la Virgen y el Cristo, solos, esperando?

Lucía Risueño

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