El Descendimiento de Cristo emociona a la capital del Abadengo

Un año más, las familias Arroyo Arroyo, Santiago Arroyo y Santiago Sánchez, en calidad de mayordomos, protagonizaron uno de los actos más singulares de la Semana Santa en la provincia salmantina. Los vecinos de Lumbrales estaban llamados, como cada Viernes Santo, al Descendimiento de la cruz de un Cristo Yaciente, uno de los escasos ritos de la Pascua salmantina que permanece inalterado desde hace siglos.

El hecho se estriba en un Cristo con brazos articulados que al ser desclavados de la cruz, desde la distancia reproduce una imagen sobrecogedora, próxima a la realidad. Una vez bajado de la cruz con la ayuda de un sudario, los mayordomos recogen en sus brazos al Crucificado para mostrarle a María Dolorosa el cuerpo yacente de su hijo.

Posteriormente, el Cristo es introducido en una urna de cristal a modo de sepulcro, que recorre las calles de la villa en la procesión del Santo Entierro acompañado de varios pasos más. Estos actos tenían lugar a partir de las 19.30 horas y comenzaban con el sermón de La Pasión.

Pero antes, durante el Jueves Santo, tenía lugar desde la ermita a la iglesia parroquial de la Asunción el traslado de los pasos que protagonizaban este Viernes Santo el Vía Crucis, procesión que discurría por el Calvario de la villa.