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Epístola a los cofrades salmanticenses
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Por Alfredo Pérez Alencart, escritor creyente

Epístola a los cofrades salmanticenses

Actualizado 02/04/2015
Montse Villar

"Recordad, hermanos cofrades, que el mejor hábito no es aquel que mejor tejido ostente, sino justamente el fiel que tenga por hábito la bondad, el sacrificio y la fraternidad"

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Alfredo, creyente de la vida y obra del poeta-profeta Jesús de Galilea y/o Jesucristo el Nazareno, y seguidor de los versos divinos de San Juan de la Cruz y de Fray Luis de León, a la congregación de fieles que está en Salamanca, a todos los cofrades que procesionan como un acto de fe que persevera en el fundamento de la doctrina cristiana y que sienten el cuerpo de Cristo entre esta piedra viva que ya es universal como ocre heraldo de la cultura castellana, escuchad mi palabra que es plegaria ante toda oscuridad o abatimiento, pues la palabra del poeta es profecía e interpretación sostenida por la oración, resistiendo en cada línea construida con la vivencia del que cree en la convocatoria de Dios, del que participa del partimiento del pan para compartir y sentirse miembro de una misma familia con el fin de completarse y redimirse.

Escuchad la palabra limpiadora que ayuda a la comunión espiritual, a la alabanza, a mantener la sencillez original en la adoración pública de Dios y de Cristo Jesús. Escuchad la palabra de los poetas porque ya Juan [Img #269076]el Evangelista confesó que el Verbo existía en el principio, y Job, David, Isaías, Salomón, Jeremías, Oseas, Joel, Amos, Hageo, Sofonías, Nahum, Habacuc o Zacarías, eran poetas entonces y aún hoy siguen dando voz a la Palabra del Señor.

He aquí que os digo que la maldad no admite descanso y ante ella no es suficiente la simple emoción ni las lisonjas o imposturas que por estos días acrecen para ser vistas por la multitud que se agolpa en calles y plazas: la pasión, muerte y resurrección del flagelado debe estremecer vuestras entrañas, debe hacerles más benevolentes mientras caminan con humildad fecundante y oran y borran pensares deshonestos.

¿Acaso importa más la actividad que la actitud? Dejen que la fe se manifieste en vuestro interior, que cale la alegría hasta la médula y tengan santo orgullo al recordar lo que Jesús hizo en la cruz y que el milagro de la vida se levanta desde el Amor, desde ese eterno susurro que nos despierta cada día y hace que esquivemos las luces moribundas y no caigamos en la desvergüenza o el escándalo.

Por ello deben alejarse de las querellas y de los falaces protagonismos. Las querellas, como las dichas vanas, sólo traen desolación y desengaños. Procesione aquel cuyo amor está enriquecido de comprensión y de misericordia; procesionen aquellos cuyo vivir en paz todo lo pacifica, todo lo imanta de ejemplos edificantes, todo es brote de Amor hacia los congéneres, todo rezuma verdad que acoge y acompaña.

Por tanto, descienda sobre vosotros el temblor de la fe que sostiene, no el festejo, sino los perímetros del alma donde se guardan las resonancias más fidedignas de la Palabra de Dios. Ninguna maledicencia enturbie el austero ritual que debe imperar cuando lleven en andas la imagen de quien nace a la vida mientras camina hacia la muerte: Su sangre reposa a vuestros pies y se hace luz mientras tilila tallando el Tiempo con el tamaño de su mensaje.

Recordad, hermanos cofrades, que el mejor hábito no es aquel que mejor tejido ostente, sino justamente el fiel que tenga por hábito la bondad, el sacrificio y la fraternidad. Porque los ropajes exteriores no siempre acompañan a la hechura interior del hombre, ni tampoco la capucha sirve para cubrir las [Img #269077]lágrimas que se derraman hasta el sabio corazón que sabe retener los misterios principales. Ayuda a triunfar una vida pletórica de virtud, llena de comprensión y solidaridad hacia el otro, al prójimo o al llegado de fuera, y al que manifiesta su hambre y quienes buscan cobijo sin papeles pero sí con ternura inmensa. En medio del silencio la realidad es más perceptible. Así el hallazgo de la raíz de una pasión por la que se renuncia a la muerte mientras hacemos misión e Iglesia que ofrece testimonio de la obra de Cristo.

Tras el hábito puede haber penas y cicatrices, pero también ciertos ecos salvadores del espíritu, una agonía que precede al cortejo y que alienta la confesión conductora de los pasos por la senda que alimenta a las palabras fundadoras. Sí, hermanos, dejadme decirles que las palabras les reconocen y les dan su corazón o su sombra, dependiendo de la sacralidad con la que las lean o escriban. Hay que leer la Biblia, hay que interpretarla, hay que subrayarla a cada trecho o frase, hay que estar ansioso por saber de los orígenes de una fe que te aleja del vacío. La Palabra es fuente de vida y aún es posible su pureza, reconocer su armonía como se reconoce un fragmento de tiempo. Por ello deben volver los ojos hacia las Sagradas Escrituras, porque en [Img #269080]ellas están la Historia y la Poesía que los siglos no han desechado, porque aún proviniendo de lejanos días, su lectura y conocimiento hará posible que esas palabras sean relevantes para vuestro tiempo, porque siempre son capaces de enseñar a amar y compartir. Que cada uno de vosotros escriba o exprese, cuando evoca la obra de Cristo, lo que cruza por su razón y por la libertad de su emoción; que agote sus horas de descanso leyendo los Evangelios y las Epístolas, y que, con la llegada del perfume de la noche, recuerden los Salmos y despierten al Amor con los Cantares.

¡Que no florezca en vosotros la envidia! Acontece a menudo que un hombre envidia el éxito de los demás. He visto rostros abonados con esta enfermedad del espíritu. No es saludable sufrir ni afligirse ni ponerse irascible cuando un vecino, un colega o un cofrade, descubre su alegría ante cierto reconocimiento obtenido. Hay una fe que alumbra el comportamiento de quien destierra la envidia de su corazón, y lo hace más justo y le descubre otras perfecciones.

También la amistad debe ser ajena a los tentáculos de la envidia. La amistad tiene que alejarse de los condimentos de la amargura: ella opta por instalarse en los afectos y se busca en las correspondencias de esa forma de amor que existe entre dos seres humanos.

Preparados para conmemorar el santo advenimiento, la procesión de la fe no puede estar sometida solamente a un tiempo breve, a unos días marcados por el ímpetu de la religiosidad popular y por el turismo: importa que la [Img #269081]procesión sea esencialmente interior, profunda en su búsqueda de lo trascendente, nunca ingenua y siempre reacia a dar superior valor a la imaginería que al mensaje que impregna la cristiandad; y ya puestos los hábitos, cíngulos, capirotes, capuchones, escapularios, guantes, capas, alpargatas o sandalias, conviene sentirse un perdido y pobre pecador que no merece pero necesita la piedad del crucificado; y ya cogidas las banderas, cirios, parihuelas, incensarios, faroles, guiones, varas o senatus, lo mejor será que esta Semana Santa eleven una oración por Luis Monzón, apasionado fotógrafo cuyo arte procesiona por calles y corazones de una Salamanca que vocea su ausencia.

Que las Cofradías no se atengan al auditorio ni al negocio de quienes poco sienten compasión; que los cofrades salgan libres de iniquidad o deseos de venganza; que el compás de su pasión cante victoria con una saeta todo domingo de gloriosa Resurrección.

Pasión y Poesía: La poesía hilvana la vida del hombre y los poetas saben amar la palabra de Dios, porque también el principio el Verbo era Dios. Una luz descalza es la poesía que graba músicas para reconciliarse con el Supremo Hacedor y con su hijo perdonador que no torpedea nuestro humano antropoide, pues a solas siembra armonía y nos oye y nos ve y le repugna que alguien venga a entonar cánticos de guerra o de encono.

Apúrense al encuentro de las palabras que muchos rehúsan estrenar. Ellas resucitan en los momentos más álgidos y alientan con su fuego una pasión que el Amor comulga. El único Cuerpo de Cristo nos ampara a todos los que nos decimos seguidores Suyos.

Alfredo Pérez Alencart

En las fotografías, de Pablo de la Peña y Alex López, hermanos de las cofradías de Jesús Flagelado y el Yacente en las procesiones de este pasado Miércoles Santo

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