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Mujeres de la Pasión: las criadas de Caifás
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Mujeres de la Pasión: las criadas de Caifás

Actualizado 25/03/2015
Redacción / David Martín Pinto

[Img #257458]Pedro estaba fuera sentado en el atrio. Se le acercó una criada y le dijo: "Tú también estabas con Jesús el Galileo" (Mt 26, 69)

Todos conocemos la escena, tres veces Pedro negó a Jesús. Los evangelios la recogen ya que lo que pasó debió causar impresión en los seguidores de Jesús. Dos grandes amigos y el contraste de la mirada amorosa de Jesús y el miedo y negación de Pedro. Además, el testimonio de una mujer no sería considerado en ningún tribunal judío.

Los ojos y la pregunta de una mujer anónima, una criada en el patio o portera de la casa de Caifás, nos presenta a un Pedro frágil, pecador, cobarde y débil. Posiblemente como muchos de nosotros. ¿No había sacado la espada en el monte de los olivos, no era el más arrojado y el que más amaba a Jesús? ¿No era Pedro uno de los elegidos en la Transfiguración, no había declarado por tres veces que Jesús era Hijo de Dios? A este hombre, es el que Jesús elige para construir su Iglesia. Pero, ¿no es Pedro como cualquiera de nosotros? Pasamos por momentos donde hacemos una declaración sincera y de corazón de nuestra fe, pero también tenemos momentos de debilidad, de noche oscura, de infidelidad y de negación de Dios.

Pero llega una segunda mujer, criada de Caifás, fiel a su amo, que pregunta de nuevo. Quiere controlar quien merodea por el patio, tiene que informar a su amo. Contrasta la fidelidad de la criada segunda, con la negación de Pedro. Pero llega una tercera, que incluso llega a desafiar a Pedro, este niega a Jesús con la misma intensidad que la pregunta.

El relato nos lleva a la mirada de Jesús y al canto del gallo, donde los sollozos de Pedro nos transmiten un mensaje de Perdón, de compasión y de gracia. ¡Cómo me gusta una iglesia así! ¡Cómo me gustan las palabras de perdón, de compasión y de gracia en boca de los que seguimos a Jesús! ¡Qué buena iglesia sería, a pesar de nuestras debilidades!

El relato nos recuerda que somos barro, que a pesar de nuestras seguridades, ahí está nuestra fragilidad, pero también la misericordia amorosa de Dios. Debemos tener presente en nuestra vida esa Buena Noticia de la misericordia y trasmitirla a los demás con nuestras palabras y sobre todo con nuestros hechos y compromisos.[Img #257459]

¡Cuántas mujeres en nuestros días derrochan misericordia, a pesar del olvido y la invisibilidad! ¡Cuántas mujeres implicadas en empujar la historia desde su labor silente y desprendida! ¡Cómo no recordarlas aquí!

Srah Adil, emigrante marroquí, fue reclamada por su marido para casarse a los 16 años, ahora tiene tres hijos y un marido alcohólico. Malviven con los trabajos esporádicos de ella y una pequeña ayuda de Cáritas, pero es capaz de ver la vida con amor y ayudar a todos los que se acercan a ella.

Esther Naín, vive en Madrid, médico de familia. Superó el peor momento de su vida, en un accidente de tráfico murió su marido y su hijo pequeño se debatió entre la vida y la muerte un mes. Recuperó a su hijo y otros muchos, ya que es colaboradora en una casa de acogida de niños abandonados.

Ana, prejubilada de Iberia, mantiene en su casa a diez personas sin techo y ha creado un proyecto donde estos sin techos hacer manualidades que venden en el rastro. Juntos pueden salir adelante e ir recuperando su dignidad. En tres años ya han pasado por su casa casi doscientas personas.

La lista es larga y el mundo de las mujeres está cargado de misericordia para sus semejantes. Con su corazón amoroso, saben llegar a la verdad sin someterla. Con su corazón de carne para los más necesitados, saben curar las heridas de los que se encuentran tendidos en las cunetas. Lo que es más importante, saben interiorizar el sufrimiento ajeno y este es el que lleva a actuar, de curar allí donde estén, en "bajar de la cruz" a los más necesitados y sobre todo, a poner al servicio de la justicia su labor amorosa.

¡Hay tanto frío fuera, en el mundo!

Fuerte viento de espino

no esa de zarandear el álamo sin hojas

(A veces, me parece que soy ese álamo.)?

Al fin, siento una intensa plenitud

cuando de él se alzan las llamas jubilosas,

la hoguera, que afervora, del amor:

del amor entregado,

del amor recibido

(Antonio Colinas, Ascuas.)

[Img #257460]

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