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Desafíos del mundo actual
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Desafíos del mundo actual

Actualizado 22/03/2015
José Román Flecha

Se suele decir que la Iglesia ha de adaptarse a la sociedad actual. Esa recomendación admite algunos matices. No todo lo que se nos ofrece nos conduce a la realización del proyecto de Dios. Es necesario prestar atención a la realidad social con el fin de descubrir en ella los signos del Reino de Dios.

En su exhortación La alegría del Evangelio, el Papa Francisco nos recuerda que "es preciso esclarecer aquello que pueda ser un fruto del Reino y también aquello que atenta contra el proyecto de Dios" (EG 51).

De hecho, señala algunos aspectos positivos que encontramos en los ámbitos de la salud, de la educación y de la comunicación social. Pero también recuerda que "la mayoría de hombres y mujeres de nuestro tiempo vive precariamente el día a día, con funestas consecuencias" (EG 52).

El Papa enumera al menos seis consecuencias: el miedo y la desesperación, la pérdida de la alegría, el aumento de la violencia y la inequidad y el tener que vivir con poca dignidad. Ese panorama debería suscitar en los evangelizadores no sólo una compasión personal sino también la decisión de promover el cambio de las estructuras injustas.

Entre las causas que han desencadenado esas consecuencias, menciona él los saltos producidos por el desarrollo científico y por las innovaciones tecnológicas con sus rápidas aplicaciones a la naturaleza ambiental y a la vida humana. El desarrollo científico y técnico es apreciado positivamente, pero su aplicación concreta puede producir efectos negativos.

El Papa Francisco incluye y explica cuatro propuestas de actitudes morales, que resultan verdaderamente provocativas:

? "No a una economía de la expansión". Hoy se considera al ser humano como un bien de consumo que se puede usar y tirar. Tras la explotación y la opresión de la persona, hoy se impone su exclusión. "Los excluidos no son explotados, sino desechos, sobrantes" (EG 53).

? "No a la nueva idolatría del dinero". La idolatría del dinero es inhumana. Las cosas no pueden ser más importantes que las personas. La tiranía del consumo, la trampa de la deuda, la corrupción y la destrucción del medio ambiente reflejan los intereses del mercado divinizado (EG 55-56).

? "No a un dinero que gobierna en lugar de servir". Los grandes intereses determinan políticas y prácticas inhumanas. Es necesario que la economía y las finanzas vuelvan a una ética que apueste a favor del ser humano. "¡El dinero debe servir y no gobernar!" (EG 58).

? "No a la inequidad que genera violencia". El sistema social y económico que se nos ha impuesto es injusto. Sin igualdad de oportunidades para todos, la violencia provocará una explosión. "La inequidad provoca la reacción violenta de los excluidos del sistema" (EG 59).

Así pues, es necesario ejercer un discernimiento humano y evangélico sobre las ofertas que la sociedad nos presenta. No todo nos hace felices. Y no todo nos lleva al Reino de Dios.

EL GRANO DE TRIGO

Domingo 5º de Cuaresma. B.

22 de marzo de 2015

"Meteré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo? Todos me conocerán, desde el pequeño al grande, cuando perdone sus crímenes y no recuerde sus pecados". Ese es el contenido y el signo de la nueva alianza que Dios anuncia a su pueblo por medio del profeta Jeremías (Jer 31-31-34).

Comenzaba la cuaresma recordando la alianza que Dios prometía a Noé después del diluvio. Aquella promesa no ha sido vana. Los domingos de cuaresma nos han ido presentando las diversas manifestaciones de la alianza de Dios no solo con su pueblo, sino también con toda la humanidad y aun con la creación entera.

Hoy se nos dice que esa alianza está escrita en el corazón de todos los hombres. Y que su signo es precisamente el perdón y la misericordia de Dios. Nadie es capaz de perdonarse a sí mismo. Sólo Dios nos absuelve. Sólo Dios puede crear en nosotros un corazón nuevo.

EL DESEO

El evangelio de Juan evoca una escena muy interesante. Algunos paganos que han acudido a Jerusalén para la fiesta de la Pascua, comunican a dos de los discípulos de Jesús que desean ver a su Maestro (Jn 12,20-33). El relato es paradójico al menos por tres motivos.

? Aquel deseo de los paganos podría haber suscitado en Jesús un sentimiento de alegría y de humana satisfacción. Perseguido y humillado en su propio pueblo, Jesús se veía reconocido por los extranjeros. Llegaba el momento en que iba a ser glorificado por los de fuera.

? Sin embargo, aquella glorificación no era la que cualquier maestro o predicador podría esperar. Jesús sabe que la hora de su glorificación coincide con la hora de su entrega y de su muerte. Jesús es el grano de trigo sepultado en el surco. Sólo así dará mucho fruto.

? La mayor parte de nosotros buscamos un momento de gloria en el reconocimiento social de nuestras obras. El evangelio deja bien claro que la gloria de Jesús viene solamente del Padre de los cielos, no del aplauso humano.

EL SERVICIO

Aun así, Jesús reconoce que su sacrificio será muy significativo para el mundo: "Cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí". Pero esa atracción no pasa por el triunfo humano sino por un servicio, al que se alude por tres veces:

? "El que quiera servirme que me siga". Los paganos buscan ver a Jesús, pero Jesús dirá que son dichosos los que creen sin haber visto. Hay que aprender a seguirle por el camino para servirle como a nuestro Maestro y nuestro Señor.

? "Donde esté yo, allí también estará mi servidor". Si con frecuencia caemos en la tentación de la altanería, Jesús nos recuerda que estamos llamados al servicio. Lo compartimos con él en la vida y lo compartiremos con él en la gloria.

? "A quien me sirva, el Padre lo premiará". Al fin de la jornada, lo que realmente vale ante el Padre celestial no son nuestros triunfos sociales, sino el humilde servicio que cada día prestamos a su Hijo y a su mensaje.

- Padre santo, que tu voz nos ayude a descubrir la vida y el misterio de tu Hijo, para que nos dispongamos a seguir sus pasos con alegría y podamos mostrar a todos los hombres el camino que lleva hasta Él. Amén

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