Todo esto te daré, si postrándote me adoras

Andaba yo dando vueltas, dónde se hallaba el origen de la arcaica costumbre del "te doy, si?" o del "si no ?, prepárate", y me percaté que ya formaba parte de los genes, que acompañan nuestro ADN. Sin la condicional, no somos nadie ni tenemos nada que hacer en la vida. Es lo primero que le aflora al niño desde que empieza andar y a soltar su lengua, y no digamos cuando comienza a correr. "Oye, niño, ve por tabaco". ? " Voy si?" Y es la respuesta a todos los mandados, vengan de donde vengan y los haga quien los haga. Y esta táctica sigue agrandándose con los años, y se aplica en asuntos muchos más serios, que tienen que ver con el amor, con las relaciones con los demás, con la vida laboral, con la vida política: con todo aquello que pretenda conseguir algo. El "te daré" o "atente a las consecuencias" tiene que ver, por lo tanto, con el reparto del bien y del mal, con el beneficio o con el de no tener dónde caerse muerto. Y esta conducta tiene su consecuencia en que las querellas se sobreseen; en que tengas un trabajo; en que te coloquen de asesor; en resumidas en cuentas, en que seas alguien en la vida o no seas nadie: solo uno. Y así es la CONDICIÓN, la directora del mundo, la que hace y deshace a su antojo, y la que juega con las personas y las personas jugamos con ella. Por eso, cuando leí lo de "Te daré todo esto, si postrándote me adoras", se me añusgó el alma, porque no puedo concebir que dos palabras tan manidas, como "dar y postrarse", puedan regir todo un mundo, sembrando inseguridad, inestabilidad y, sobre todo, miedo y angustia.

Y me sublevé como hombre social y como hombre. Tuve que beber un vaso de agua para serenarme, porque me indigna que el hombre, para subsistir, se tenga que postrar para que le den hasta una miaja de pan. Y me vino a la mente un rosario de preguntas sobre el respeto que se debe a la comunidad y al hombre. Y como nuestro deber, como humanos, es apostar por una sociedad digna, honesta, responsable, culta, cooperante, acogedora, limpia, justa, respetable y respetada, y sin yugos; y, para lograr este compromiso, es imprescindible que el hombre sea también, digno, honesto, responsable, culto, cooperante, hospitalario, limpio, justo, respetable y respetado, y libre.

Y me he quedado más tranquilo cuando observo que abundan personas, que también les atraganta el alma el "te daré, sí? o el si no, prepárate", y que están luchando y trabajando por que esta sociedad nuestra y este hombre nuestro reciban lo que, dignamente, merecen, y, en justicia les corresponde, sin trabas ni vejaciones. Estas personas no tienen apetencias de poder, sino una apuesta sincera y altruista por el hombre y por los valores éticos y morales.