El cuadro vichy es ese que recuerda a los picnis de cualquier tarde de primavera o a las merendolas en casa de algún tío lejano. Su nombre proviene de una ciudad francesa denominada de la misma manera. Y es que es justo en este preciso lugar donde, a mediados del siglo XVII, se empezó a usar un tejido fuerte de algodón, estampado con rayas o cuadros, muy útil para fabricar manteles, servilletas y delantales gracias a su consistencia. Así es como nació el mítico estampado vichy.
Para conocer el cuadro vichy hay que saber diferenciarlo del tartán (grande y generalmente en tonos invernales) y del de pata de gallo (asimétrico). Pequeños, uniformes y normalmente blancos combinados con rosa, negro, azul o rojo: así son los cuadros vichy.
Si hay alguien que represente este estampado es Brigitte Bardot. Corría el año 1959, cuando la joven parisina se casó con Jacques Charrier. Rompiendo con los estereotipos de traje de novia de aquella época, la actriz lució un vestido muy ajustado de vuelo por debajo de las rodillas con estampado vichy, combinando cuadros blancos y rosas. Llamó tanto la atención que, a partir de aquel momento, esta tendencia, que llevaba sin utilizarse mucho tiempo, volvió a ponerse de moda.
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Esta primavera, este estampado pisará muy fuerte tanto en tops como en vestidos y faldas. Pero no todo se queda ahí: bolsos, zapatos y bañadores se llenaran del cuadro más simétrico. El desfile de Óscar de la Renta en la semana de la moda neoyorkina para la temporada primavera-verano 2015 fue protagonizado por los cuadros vichy a través de abrigos finitos rosas y blancos, conjuntos de falda y top en negro o bermudas en blanco y azul bebé. Otras propuestas han venido de la mano de Michael Kors, que presentaba este tejido en forma de vestido en tonos verdes mezclados con blanco y anudados con cinturón en forma de flor, aportando así el toque más veraniego.
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Un estampado clásico, sencillo y elegante convertido en tendencia, que será apto tanto para días de trabajo y como para noches de mojito.
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