Feliz cumpleaños, amigo

Hoy me siento bendecida porque mañana, 15 de marzo de 2015, es el veinticinco cumpleaños de un buen amigo.

Llevo tiempo pensando qué regalarle, buscando algo que pudiera hacerle ilusión en esta fecha, en este cumpleaños que, por su singularidad ? el primer cuarto de siglo ? fuese un poco especial y original. Hasta que se me ocurrió que el mejor regalo que podía hacerte era éste: usar el que creo que es mi mejor talento para bendecirte, agradecer nuestra amistad y desear que podamos seguir compartiendo camino, con sus cosas buenas y sus dificultades y complejidades (aunque conociéndote bien y respetando tu discreción, sea de forma anónima). Espero que te guste la sorpresa.

Recuerdo la mañana en que nos conocimos hace más de tres años y cómo ya desde el primer momento una gran confianza hizo fluir el diálogo íntimo entre los dos como si en vez de unas pocas horas, días, semanas, meses? llevásemos siendo amigos toda la vida y compartiendo desde la infancia.

Empezamos escribiéndonos unos mensajes larguísimos en una pasión compartida de comunicar y escribir, el arte y la poesía, pero lo que sin duda nos unió más, o Quién, fue la sincera afinidad espiritual que descubrimos. Es difícil encontrar gente de nuestra edad que comparta la pasión por el Evangelio y la curiosidad por las "cosas de Dios" y que encima lo haga desde un mismo punto de vista. Nos hemos empujado y ayudado mucho en este aspecto, especialmente a perseverar en momentos y horas bajas, a resolvernos dudas, compartir puntos de vista y a buscar y avanzar sobre todo sabiendo siempre que contamos con el apoyo y la oración que sustenta nuestra amistad desde el origen.

Y en este tiempo de amistad compartida hemos tenido muchos buenos momentos y alegrías, aunque también algún que otro momento de dolor, en que nos hemos hecho daño y nos ha tocado aprender a perdonar los errores, a acoger también los defectos del otro, y a sanar, sin rencor, las heridas para poder seguir siendo amigos. Pero incluso esos han sido momentos de gozo y sobre todo, de aprendizaje, donde al final hemos sabido dejar caer egoísmos particulares y recoger humildad y entrega gratuita. Quien encuentra un amigo ha encontrado un tesoro (Eclo 6, 14b) y quien encuentra un tesoro vende todo lo que tiene para comprar el campo donde lo ha encontrado (Mt 13, 44) porque un amigo de verdad no tiene precio y su valor es incalculable (Eclo 6, 15) y aunque te hiera (y a veces, al conocerte mejor que nadie también te pueda hacer daño donde sabe que más te duele) la amistad es más grande y más honda que esos arañazos y golpes, sobre todo si está anclada en Quien es todo Amor y misericordia.

Gracias por los tiempos fecundos y los estériles; Gracias por ser ese espejo que refleja con verdad y con cariño, con el que puedo contrastar realidades, opiniones, ideas ? de las más locas a las más auténticas pasando por las más inocentes -, preguntas, críticas, sucesos? gracias por dejar que comparta contigo también el peso de mis cruces, por tener la confianza de dejarme cargar contigo parte de las tuyas; gracias por la intimidad de poder abrirte conmigo y desahogarte; gracias por poder contar con tu abrazo cuando es mi corazón el que anhela un respiro. Gracias por las risas, la picardía y la complicidad. Gracias por dejarme ser auténticamente yo, con mis tropiezos, mis caídas, mi carácter, mi inocencia y tantas cosas de mí que otros no saben pero tú te has tomado la molestia de conocer. Gracias por mirarme como Dios me mira, sin juzgarme por lustres ajenos ni por logros propios que son efímeros y quererme tal y como soy. Gracias por ser mi amigo y por regalarme la oportunidad de ser amiga para ti. Gracias por todo lo que he aprendido de ti y contigo. Por la gratuidad que entregas muchas veces sin medida cuando escuchas o cuando trabajas de gratis para otros con esfuerzo y alegría. Gracias por compartir parte de ti conmigo, por hacerte a veces vulnerable. Gracias en definitiva por ser, por tanto bien recibido.

Veinticinco años, que nos parecen toda una vida y que no son más que el principio. "¡Esos jóvenes!" pensarán algunos que lean estas líneas. Ojalá que el 15 de marzo de 2040 podamos celebrar ese medio siglo de amistad y vida compartida.

¡Muy feliz cumpleaños, querido amigo! Que Dios te bendiga cada día y derrame para ti toda su abundancia de gracias que podamos seguir compartiendo en este nuevo año que empiezas.

Que los caminos se abran a tu encuentro,

que el sol brille sobre tu rostro,

que la lluvia caiga suave sobre tus campos,

que el viento sople siempre a tu espalda.

Que guardes en tu corazón con gratitud

el recuerdo precioso

de las cosas buenas de la vida.

Que todo don de Dios crezca en ti

y te ayude a llevar la alegría

a los corazones de cuantos amas.

Que tus ojos reflejen un brillo de amistad,

gracioso y generoso como el sol,

que sale entre las nubes

y calienta el mar tranquilo.

Que la fuerza de Dios te mantenga firme,

que los ojos de Dios te miren,

que los oídos de Dios te oigan,

que la Palabra de Dios te hable,

que la mano de Dios te proteja,

y que, hasta que volvamos a encontrarnos,

otro te tenga, y nos tenga a todos,

en la palma de su mano.