Parece que los políticos se han dado cuenta de que hay una brecha. La brecha es como una hendidura, o una herida producida por un objeto contundente y con corte. La brecha que han descubierto los políticos para exhibirla en su campaña electoral y lanzársela unos contra los otos es muy singular. Seguramente que uno de esos asesores de imagen o urdidores de discursos, que luego ellos ponen a voz en grito delante de sus seguidores, tuvo la ocurrencia de tal palabra: "la brecha". Y así tiene un nuevo significado. Ni más ni menos que algo que ha sido común y general en todas las civilizaciones hasta nuestros días: que la mujer está debajo del hombre o que ha salido de una de sus costillas. Y de ahí todo lo demás, que está sometida, que tiene salarios más bajo haciendo el mismo trabajo que el hombre; que le tiene que lavar y planchar la camisa y el jersey al marido. "Dale este jersey a tu marido para que te lo lave. Es su trabajo". Esto es de hoy. Lo pone un fabricante de Indonesia en una etiqueta de un jersey. Y como estamos en la globalización el mandato llega a todos los países. Se ha celebrado hace muy pocos días en todo el mundo el "Día de la mujer", dedicado a hacer manifestaciones por la "igualdad" entre mujeres y hombres. Pero todos los días son de la mujer y del hombre y todos tenemos los mismos derechos en teoría, y debemos pretender que se haga realidad. Pero eso no quiere decir que seamos iguales. Porque cualquiera, un ciego incluso, puede distinguir perfectamente a un hombre de una mujer y a una mujer de un hombre. Y la mitad del género humano son mujeres y la otra mitad hombres. Y por eso tú y yo estamos aquí. Y ahora parece que algunos países cuando quieren presentar una institución, por ejemplo, presentan a una mujer y a un hombre o a un hombre y a una mujer.
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