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¡Qué pasa contigo, Tsipras!
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¡Qué pasa contigo, Tsipras!

Actualizado 09/03/2015
Francisco López Celador

"Tsipras no tiene naciones a favor o en contra, tiene una Unión Europea que fija la norma aplicada a los demás ?también a España y Portugal- cuando pasaron por su misma situación. Estas naciones por sí solas, aunque lo hubieran intentado, nunca habrían modificado la decisión del Consejo. Quien de verdad puede emprender la campaña para desahuciar a Tsipras y su gobierno es el pueblo griego, que está comprobando el engaño al que le han sometido. Bueno será tomar nota para que nosotros no tropecemos en esa piedra".

Por razones de edad, me declaro cercano a esa generación que conoció el valor de la palabra empeñada, la rúbrica del apretón de manos y la tranquilidad que proporcionaba al acreedor aquel deudor que se había ganado a pulso la fama de buen pagador. Tal vez la razón más poderosa de esta forma de proceder haya que buscarla en el principio bien asumido de no solicitar nunca más ayuda que aquella que pudiera ser devuelta con total garantía de seguridad. Nadie corría el riesgo de excederse en la petición y, por supuesto, nadie alteraba sus hábitos con dispendios superfluos; por el contrario, la firme resolución de devolver lo ajeno imponía unas estrecheces que siempre eran asumidas de buen grado. Y no estoy refiriéndome a la Edad Media, hablo de l época de mis padres. Por supuesto, sinvergüenzas han existido siempre, pero el baldón del mal pagador pesaba más antes que ahora.

Cuando se pone en marcha la Unión Europea, aquellas naciones que veían una forma de ver prosperar su economía, resulta muy humano que quieran acogerse al pregonado criterio de solidaridad, por aquello de que la unión hace la fuerza. Sin embargo, en política como en economía, o en cualquier otro aspecto de la vida misma, nadie ?salvo Dios- concede nada gratis total. Quien hace las veces de acreedor no debe ser usurero, por la misma razón que el deudor no debe ser delincuente. Cuando se adquiere un bien sobre el que pesa una hipoteca se lleva aparejada la obligación de amortizar la deuda contraída, de lo contrario, te ves abocado a algo tan desagradable como el desahucio.

Cuando Tsipras se dirigía al pueblo griego en la campaña electoral -con el mismo mensaje que lo hace Podemos en España- prometiendo lo que no estaba a su alcance, una de dos, o era un caradura redomado, o un iluminado que se creía sus propias fantasías. Yo me inclino por lo primero, a juzgar por el mensaje que trasladó a su pueblo, una vez tomó posesión del cargo, y por las reiteradas declaraciones dando a entender su escaso interés en satisfacer la deuda acumulada por gobiernos anteriores ni el deseo de cumplir las obligaciones que imponía la Unión Europea para acceder a sus fondos. A pesar de que en muy pocos días debió tragarse buena parte de sus promesas ?en medio de las airadas protestas de sus propios votantes- Alexis Tsipras y su ministro de economía siguieron sacando pecho ante sus paisanos hasta que comprobaron de primera mano el ultimátum que les obligada a poner los pies en el suelo, dejar de engañar a su pueblo y poner en marcha las medidas necesarias para afrontar la crisis apretándose el cinturón al menos con la misma fuerza que lo hacían las naciones que iban a socorrerles con los propios fondos. Buena parte de la deuda contraída se había gestado a base de engaños consentidos y corruptelas un tanto rocambolescas.

Llegado el momento de asumir la realidad de la situación, el "salvador" Tsipras ha recurrido a la vil bajeza de desparramar la culpa a los demás antes de asumir alguna responsabilidad. De esta forma se le ocurrió acudir a la añagaza de culpar a España y Portugal de ser los culpables de una campaña de acoso y derribo de su persona y gobierno. La vieja costumbre de confundir la parte con el todo. Tsipras no tiene naciones a favor o en contra, tiene una Unión Europea que fija la norma aplicada a los demás ?también a España y Portugal- cuando pasaron por su misma situación. Estas naciones por sí solas, aunque lo hubieran intentado, nunca habrían modificado la decisión del Consejo. Quien de verdad puede emprender la campaña para desahuciar a Tsipras y su gobierno es el pueblo griego, que está comprobando el engaño al que le han sometido. Bueno tomar nota para que nosotros no tropecemos en esa piedra.

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