Hilvana proyectos la Naturaleza que pretenden nada menos que la renovación de casi todo. Y lo hace como sin esfuerzo, lentamente, con el paso del anciano que llegará descansado a la cumbre. Le ayuda a marzo el mejor báculo: la nueva estatura de la luz. Y nosotros, casi todos ya de espaldas a los mejores acontecimientos de nuestro mundo..., como si nada fuera la llegada de la primavera.
Entre lo mucho que despierta este mes destaca el olfato, puesto que lo hace por primera vez en el año.
Los aires más bajos reciben la bendición de la primera oleada anual de aromas, que, a poco entrenada que tengas la pituitaria, también abrirán de par en par la guarida de tus sensaciones.
Pero todo olor vegetal es el resultado de los brincos de la savia, de esa voltereta invisible que transforma la luz en flores y que, como pocos otros acontecimientos naturales, altera los ritmos pausados del invierno, ese clasicismo musical, por el bines que es la primavera temprana. En marzo nos pasa que todo puede pasar. Y no sólo porque es uno de los periodos de más intensos flujos migratorios.
También porque la luz se pone a crecer y, cuando el día pega el estirón de los adolescentes, la vida deja de ser un crío y se cuela a bocanadas por todos los rincones del horizonte. A este efervescente panorama contribuye el clima que, como todo lo de este mes, es regenerador: nos trae aumento de temperaturas, aguas, esperemos que muchas, y vientos suaves.
A la mayor envergadura de las luces le corresponde un incremento de los tonos malvas. Y es que, si se quiere, los meses también tienen su color, proporcionado por las floraciones dominantes. Marzo es de los violetas, pues no sólo quedan muchas flores de la especie con ese mismo nombre conocidas, también porque los romeros están en sazón y arrancan los cantuesos y varias especies de tomillos. Pero será el brezo rubio, allí donde los suelos gocen de una alfombra de matorrales, lo que más teñirá de morado nuestras miradas. Aunque dominen las flores cárdenas, hay otras de diferentes colores. Por ejemplo en los remansos de arroyos y en charcas, los blancos ranúnculos comienzan a tapizar las láminas de agua y nacen muchos narcisos amarillos y caléndulas, esos modestos "girasoles", es decir, flores que miran siempre de cara a nuestra estrella, omnipresentes en los bordes de caminos y huertas. También se altera la savia en lo recóndito de algunos árboles. El más emblemático del mes es el tejo, que ahora culmina su floración. Continúa la de los alisos y sauces, a los que se suman algunas variedades de chopo, todos ellos partidarios de que sus flores precedan a sus hojas.
Con el mismo sentido de la anticipación vuelan ya bastantes especies de mariposas. Algunas andan poniendo sus huevos en los incipientes brotes de lo que será pasto de la nueva generación de orugas. La más espectacular mariposa de marzo es sin duda la chupaleche [...]
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