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La que se avecina
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La que se avecina

Actualizado 02/03/2015
Francisco López Celador

"Los catedráticos de lo futurible ya han decretado el entierro del bipartidismo. No seré yo quien les lleve la contraria porque caería en su mismo pecado y porque, si bien las democracias arraigadas en el bipartidismo se cuidan mucho de no renunciar a él, la historia nos ha demostrado que en España ya tenemos la experiencia de haberlo hecho, con un trágico resultado"

[Img #243808]Cuando aún resuenan los ecos de un descafeinado Debate sobre el estado de la Nación que, como sucede otras veces, ha despejado muy pocas dudas, no me negará, querido lector, que da comienzo un periodo decisivo ?y bastante pesado- para el futuro de España. En menos de un año nos esperan cuatro procesos electorales que se traducen en una interminable campaña electoral sazonada con continuos mítines, debates y declaraciones a cargo de los mismos personajes. Como diría el castizo, "demasié". Este periodo de algo menos de nueve meses ?el tiempo de un embarazo- debe servir a quienes aspiren a seguir ostentando el poder en sus respectivas parcelas, y a los que desean alcanzarlo por vez primera, para que puedan dar a luz un plan capaz de convencer- con hechos comprobables- a los votantes que se hayan visto defraudados por las promesas incumplidas, y a los que están esperando propuestas realizables de quienes aseguran tener la solución para los actuales problemas.

A juzgar por lo que indican multitud de encuestas ?que, como siempre, se presentan listas para el consumo, es decir, convenientemente cocinadas- todo indica que el PP estaría bastante alejado del listón que superó en las últimas elecciones generales, el PSOE experimentaría un severo retroceso, Podemos se colocaría a la altura de los dos anteriores y el resto de la tarta, a repartir entre los demás partidos minoritarios. Los catedráticos de lo futurible ya han decretado el entierro del bipartidismo. No seré yo quien les lleve la contraria porque caería en su mismo pecado y porque, si bien las democracias arraigadas en el bipartidismo se cuidan mucho de no renunciar a él, la historia nos ha demostrado que en España ya tenemos la experiencia de haberlo hecho, con un trágico resultado. No obstante, bueno sería no vender la piel del oso antes de cazarlo. Si en las noches de recuento de votos nadie se declara perdedor, vamos a no entonar el alirón antes de votar.

Entonces ¿qué hacer ante lo que se nos viene encima? Sin lugar a dudas, lo primero ir a votar. Aunque la abstención y el voto en blanco son admisibles, denotan una buena ración de pasotismo y, a la vez, dejan sin razones de protesta a quienes lo ejerzan. A la vista de las explicaciones dadas por los distintos partidos políticos puede asaltarnos la duda sobre quién estará diciendo la verdad. Yo me declaro un profano en los temas de alta política pero creo humildemente que Dios me ha dado algo de sentido común y, por añadidura, pertenezco a esa generación de veteranos que, algo viajados y leídos, está en condiciones de comparar la situación actual de España con la de otras épocas, lejanas y algo más próximas. Si algo me resulta verdaderamente molesto es comprobar cómo los partidos políticos son incapaces de admitir como razonables y verdaderas ninguna de las afirmaciones formuladas por el adversario del momento. Se ve que en política está permitido mentir ?la escuela del viejo profesor- y dos más dos no tiene que ser siempre igual a cuatro.

Lo que sí está fuera de toda duda es lo que nos jugamos en el envite. Supongo que nadie desea un cambio para no mejorar. También es muy humano que la frustración, la necesidad o la conducta poco ejemplar de algunos políticos ocasionen un verdadero resentimiento capaz de ofuscar al sufrido votante. Una buena fórmula para intentar no equivocarse sería inclinarse por quienes reunieran estas cualidades: clara repulsa a la corrupción en todos los niveles y espacios, experiencia constatada de haber practicado políticas capaces de superar momentos difíciles, cultivo de la democracia y la libertad, y una decidida adscripción a los bloques de naciones con mayor influencia del entorno. Procuremos descartar a quienes se alejen de estos principios y, sobre todo, tengamos en cuenta lo que hacen, más que lo que dicen. Después, como dicen en mi pueblo, que sea para bien y para muchos años.

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