Tumbas en mitad de la calle

Que la crisis se ha llevado por delante a muchos negocios no es novedad. Los escaparates se llenan de carteles de "se alquila", "se vende", "se traspasa", se cubren con anuncios, vinilos de diseño, cortinas o el brochazo de calamina a fin de no ver que dentro se acumula el polvo en el suelo, se ennegrecen sus paredes, los cables cuelgan del techo cual soga de la que algún emprendedor ahorcó allí sus sueños, sus anhelos y esperanzas? Fruto de todos esos elementos que configuraron el coctel de la crisis financiera se tradujo en que la iniciativa empresarial se acabó, que el mercado privado no funcionaba y se llevó por delante a todos aquellos que no pudieron o supieron reconvertirse. En definitiva, el liberalismo económico actuó y seleccionó a quien pudo y quien no aguantar o ver nuevas oportunidades.

Sin embargo, hay, plantadas por todas las ciudades de España y en Salamanca, por mucha ciudad cultural que sea, cientos de tumbas en mitad de la calle. La crisis ha mezclado nuestra gris mirada hacia los escaparates en una perspectiva caleidoscópica en la que todo, al final, es una mezcla de lo mismo. Sin embargo, en este caso, ese gris es patente, palpable, gris de verdad: el gris de las tumbas, el gris de los quioscos. Esos iconos de nuestra niñez donde comprábamos las chuches, de nuestra adolescencia cuando comprábamos la Súper Pop, de nuestros inicios en la universidad comprando El Jueves, de nuestra madurez comprando los diarios locales o nacionales y donde, cada septiembre, nos enganchábamos a los coleccionables. Hoy han muerto. Su gris es tan gris como el frío granito de las tumbas. Los quioscos son el máximo exponente de que la crisis aún no ha acabado.

Estas tumbas representan la gris administración y los grises políticos que aún tenemos en los puestos de mando. La inflexibilidad de la administración local, su falta de cintura, la falta de agilidad mental y de liderazgo de nuestros dirigentes no ayuda a dar vida, a arrojar luz a la fría crisis. No es de extrañar que bien por miedo, bien porque actualmente algunos están haciendo aún más negocio que antes de la crisis, muchos no quieran que salgamos de ella. Los quioscos-tumba son ese representante. Presas de la administración local, de su inflexibilidad, no han podido siquiera reaccionar. No han podido reconvertirse porque se les regula el uso de hasta el último centímetro cuadrado de su espacio interior e incluso exterior. Ya que en su momento se les impuso cambiar y homogeneizar su instalación, su ubicación, su actividad, hoy necesitan un impulso para revitalizarse.

Simplemente, evoquemos nuestros recuerdos. Iluminemos nuestras memorias con las imágenes de nuestros paseos por Londres, Berlín, Milán, Roma? También vemos quioscos, de colores, con flores, bombones, comida caliente, fría, con ropa deportiva, de moda, complementos? En definitiva, de vida. Igual que recordamos, levantamos levemente nuestra mirada de la pantalla, giramos nuestra cabeza? sonreímos. Sí, es la felicidad que nos provoca el recuerdo de lo que fueron los quioscos, hoy, sin duda, más revivibles que nunca. Salir a la calle y dejar de ver tumbas, ver luz, ver negocio, ver actividad, ver, en definitiva, vida.

Probablemente, junto con esas tumbas deban ir muchos de nuestros dirigentes. Gente gris, sin rumbo, sin iniciativa real de dar soluciones, de iluminar nuestras vidas y con la única ambición de seguir aportando más miedo, más gris, más crisis. Estas tumbas, mientras sigan en pie serán símbolo de que ellos no cambian y con ellos, nosotros. Decidamos cambiar mentes rancias en cuerpos jóvenes, por jóvenes decididos con mentes claras, mentes formadas en el trabajo, en el esfuerzo, en el emprendimiento y en la experiencia profesional.

Muchos de estos cambios los hemos podido ver en otros países y pueden ser también en el nuestro, en nuestras ciudades, con gente que, como profesión, tienen la de sacar adelante negocios y no la de tomar decisiones sin experiencia profesional. Trabajo, iniciativa empresarial y creatividad van de la mano de libertad de empresa real, de reducción de la administración y de su Súper-Control de toda la actividad empresarial, de mayor flexibilidad en la creación y puesta en marcha de la empresa por parte de la administración.

Si la administración que nos representa actualmente es tan gris como las tumbas que ha dejado plantadas, será hora de cambiarlas de color.