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Fernando ledesma
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EL TRASTERO MALVA

Fernando ledesma

Actualizado 19/02/2015
María García

Aunque soy consciente de que algunos conceptos y reglas sobre pintura nos pueden ayudar a comprender mejor la armonía de una obra, también soy partidaria de los que dicen que no es primordial entender de pintura para apreciarla, pues a través de la vista y dependiendo de la sensibilidad de cada persona, una pintura nos puede llegar a provocar una sacudida de sensaciones y emociones que puede convulsionar nuestra fibra más profunda y, así he entendido el arte, en cualquiera de sus disciplinas. Por eso, mi acercamiento a la obra de Fernando Ledesma fue amor a primera vista, especialmente, a través de sus paisajes urbanos, con esos colores terrosos, ocres y ajados que parece que salen del fondo de la tierra de la Vieja Castilla y que son propios de la fusión del hierro con el óxido, uno de los orígenes del color con mas equilibrio de la naturaleza, buscando "la esencia de la materia", como a él le gusta describir. Trabaja con su propia materia y con múltiples texturas creando una pintura en la que habita la poesía, dos caminos que se mezclan en una experiencia sensorial donde el autor trabaja y propaga todo ese compendio de emociones

Cuando lo conocí ignoraba que era hijo del gran poeta José Ledesma, no lo supe hasta varios meses después de nuestro primer encuentro, pero sí tengo que decir que muchos de sus gestos me resultaban familiares. Tuve la suerte de conocer, hace más de treinta años, a José Ledesma por la relación de amistad que tenía con el médico donde yo hacía las prácticas de enfermería y donde todos los días, que visitaba a su amigo, me deleitaba con una de sus poesías. Una vez más, parecía que el destino ponía en mi camino, un Ledesma para seguir disfrutando del arte en primera línea. Con el tiempo se ha ido fraguando una sólida amistad.

Es muy difícil describir la personalidad de un artista, y si además es amigo se corre el riesgo de caer en el elogio fácil o la adulación, pero por suerte, son muchas las personas que conocen su obra y pueden constatar que Fernando Ledesma es un pintor extraordinario y un ser humano fuera de lo común y, aunque son muchas las emociones que se despiertan en mi interior, me gustaría, si tienen oportunidad, conocieran al pintor, al amigo, al hombre culto, al artista con ese toque de locura, a ese corazón con piernas que desborda ternura. Es honesto y coherente consigo mismo, nunca ha querido dejarse llevar por la fácil popularidad, se ha alejado de la industria y mercantilización del arte, creando su propio mundo en el que nos permite entrar y disfrutar a los amigos por entender que el arte debe ser compartido para poder seguir su proceso creativo. Es envidiable su derroche de creatividad y esa capacidad que tiene para seguir experimentando con técnicas y materiales reciclados transformándolos en algo bello en todas sus formas y donde conviven todas las emociones, su arte te puede gustar o no, pero seguro que no te va a dejar indiferente. Su obra sale de la galería para fusionarse con la vida.

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