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Fue bello mientras duró, por Jesús Cid
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OPINIÓN

Fue bello mientras duró, por Jesús Cid

Actualizado 15/02/2015

Opino que es un espectáculo anacrónico y sin sentido, que no tiene ni de lejos la esencia ni el cometido que se le supone y además está mal ubicado

[Img #230793]Sé que el ejercicio de la autocrítica está hoy en día tan en desuso como la trilla en la era. A mí no me duelen prendas en reconocer, cuando me equivoco, lo que ocurre por cierto bastante a menudo.

Soy sincero. Tenía preparado, ya, un artículo dedicado al encierro a caballo. Era un artículo "antes de" y en él me hacía eco de un fiasco esperado. Pero mira por donde a ese escrito le han pegado un volteretón y lo dejaré ahí guardado para otro carnaval no muy lejano, ya que sobre este espectáculo sigo pensando lo mismo que pensaba el domingo de este carnaval más o menos a las 11 horas.

Opino que es un espectáculo anacrónico y sin sentido, que no tiene ni de lejos la esencia ni el cometido que se le supone y además está mal ubicado. Llegó un momento en que la situación de la ciudad, la falta de gente preparada y los medios mecánicos propiciaron que fuera mucho más cómodo, económico y seguro trasladar en camión los toros hasta un corral y desde allí darle puerta para el encierro. Como nota romántica y costumbrista se recobró en 1984, y desde entonces hasta ahora se cuentan con los dedos de una mano los encierros con caballos que resultaron positivos. Eso es un dato objetivo.

Se situó en domingo porque dicen que atrae a mucha gente forastera y por ese razonamiento siempre dije que, de mantenerlo, se colocara el lunes de Carnaval donde la afluencia de forasteros baja notablemente. Repito, hasta ahora ha defraudado a más público del que ha satisfecho.

El encierro es inhumanamente largo ya que toros y caballos, han de recorrer al galope unos cinco kilómetros, lo cual siempre me ha parecido una pasada, que pone en bandeja a los animalistas la prohibición de cualquier acto que suponga un sufrimiento extra.

Además, entiendo, que un encierro a caballo ha de discurrir por un campo sin puertas ni empalizadas y esto aquí ya no sucede porque el recorrido se ha convertido en una especie de attrezzo televisivo donde nada es lo que parece.

Ahora. Reconozco que si los jinetes a caballo son capaces de trasladar los toros desde el lejano punto de origen hasta la plaza mayor, el espectáculo es bello. El claquear de las herraduras templando la velocidad de los toros de casta en medio de unas calles abarrotadas hace que se olviden los prejuicios. ¿Pero merece la pena?

Jesús Cid

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