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"El tiempo es una bola que no sabe jugar"
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Entrevista publicada en el suplemento "Batuecas", del diario Tribuna de Salamanca, el sábado 10 de enero de 1998

"El tiempo es una bola que no sabe jugar"

Actualizado 08/02/2015
Raúl Vacas

El miércoles pasado ADARES, el poeta de la Plaza del Corrillo, hubiera cumplido 92 años. Su recuerdo es más fuerte que el vacío que dejó en muchos de nosotros por eso celebramos con sus palabras que su sombra y su poesía sigan estando aquí, tan cerca.

La mañana es gris, húmeda, como papel de celofán. El Corrillo aún no huele a mostaza. El frío, como un avión sin ojos, encuesta a los que pasan, pregunta por Adares, busca sus huellas, golpea el trapo rojo de los libros, pero apenas baila, apenas grita. Remigio mira tras la luna, la del bar. Le saludo, nos sentamos, afina el ojo, domestica el pulso, ordeña el mundo, habla

Adares, el del Corrillo, el de Anaya de Alba, el de Salamanca, el del Mundo, el hijo de carromatero, el de signo Tauro, el de los "Pildoros", el de la barba blanca como Salamanca, el de la gorra recta, el del corazón rojo, el poeta... ha publicado nuevo libro "Huellas que no disimulan". Detrás de sus veladas tapas hay año y medio de trabajo, racimos de poemas recientes como piedras, metáforas que nos enseñan a vivir y a morir, que nos hablan del sacrificio, de lo que pesa la edad, de los enjambres, de las huellas...

¿Dónde empieza este libro?

Este libro arranca de mi propia huella. La huella del hombre es la que vino a formar el rostro, porque el rostro del hombre es la huella. Es por eso que el hombre está obligado siempre a dar la cara. Lo dice el libro : Jamás disimularé esta/ huella aquí preñada/ porque es así como/ los hijos de mis hijos/ os hablarán de cómo/ ejecuté mis propios pasos,/ de porqué nunca jamás/ equivoqué aquel camino/ que, como adivináis,/ me condujo hasta vosotros/ cada día un poco más.

La obra de Adares cada vez se acerca más a la gente

Mis libros intentan llevar al lector las vivencias, el mensaje de cada cosa. Mi obra es prolífera. Tiene la capacidad de una campaña de imaginación. Es donde me agarro a la metáfora de la distancia, donde a veces es difícil comprenderme. Siempre me preocupa la creatividad, la originalidad. Intento ser yo mismo. Estos poemas se comprenden mejor, pero no me importa que no se comprendan si tienen calidad.

¿Qué temas propone?

La responsabilidad de la literatura, los temas más agradecidos, la palabra más necesitada. Para que me escuchen he pretendido ayudar a leer. El libro obliga a pensar. La esencia del libro es provocar la lectura. El hombre que no piensa es un parásito invisible e innecesario. El hombre que piensa, aprende.

¿Cuál es su libro más libro ?

Algunos, sin saber por qué, siempre se tienen más cerca. Pero mi obra a pesar de que es extensa no se repite nunca.

Los títulos de los poemas siempre sorprenden

Los títulos son muy expresivos, remiten a la auténtica originalidad. El título es una pronunciación de lo que pretendo en el poema.

¿Quién enseña a Adares ?

Yo estudio cada día, no estudio una carrera. Siempre estoy pensando. Cuando pienso escribo sueños y cuando sueño hago poemas. Vivo de la sensación : me arrimo a la tierra agrietada, quemada y explotada por la mano del hombre de la cual me considero hijo protector.

Aún no sabemos qué es la cultura

La verdadera cultura es el pueblo. La Universidad es un camino paralelo pero ambos han de separarse. El hombre muere, el poeta muere, pero el pueblo siempre queda.

Dijo una vez que si el pueblo se ríe... es que el alcalde es bueno, si el pueblo no se ríe el alcalde estorba.

Escribe mucho sobre la muerte

Me gusta reflejar en los poemas los temas de la muerte. Pero el hombre no muere, se le termina la vida.

¿Le asusta la muerte ?

No. El título del libro simboliza el intento de convencernos de que hemos de morir y morir con la edad en el corazón es asegurarnos de que estamos convencidos. Cada paso que damos es una certeza de que se camina hacia el fin. Siempre he pensado que la esperanza solamente existe cuando existe la lucha. Cuando la suerte no viene hacia uno hay que ir a por ella.

Su epitafio ya está escrito, ¿qué dice?

Nací y he muerto, dos oficios en uno que dejo hechos. Sólo silencio ahora piden mis huesos.

¿Cómo es Adares de noche?

De noche escribo. A veces me ensimismo tanto que me molesta cuando me llaman para cenar o para irme a la cama. Me molestan, también, los ruidos perdidos, los gatos que juegan con las barandillas, los altibajos de la luz de la vela. El libro está dedicado a la noche de Castilla : Dedicado a la niebla nocturna/ con tirabuzones/ que siempre se enamora/ de todos los tejados.

El color del libro es negro, como la noche

La noche es la que te enseña a dominar la luz. No es lo mismo abrir los ojos por la mañana que ser capaz de encontrar la mejor puerta, el mejor camino. Vivimos un momento y morimos de un soplo. Lo que llamamos años sirven solamente para rellenar una cédula que ya no es nuestra. Despertamos cada día. Nada es todo y todo es nada. Siempre morimos un poco y siempre morimos el mismo. No hay más que un rostro, no hay más que un entierro, todo lo demás que se refiere a esta circunstancia es una multiplicación embustera.

Lo dice usted en la contraportada

Un día antes que mi cuerpo/ llegará mi sombra./ Un día después que mi cerebro/ firmará mi cabeza./ En el hueco del polvo/ dejaré mis pies./ Mi huella será la misma/ que la que hoy/ ... me mira.

¿Escribe solo?

Escribo en solitario. No utilizo ordenador, lo desconozco. Tengo mi máquina que me ayuda. Ella ha sido mi única maestra y mi mejor defensa. Ahora, la circunstancia de mi enfermedad no me permite escribir con ella.

¿Cómo le trata la vida ?

La vida me ha pegado muchas veces pero nunca he retrocedido. Si retrocedes te golpea más fuerte. Yo fui emigrante en Francia cinco años. Allí brotó la hierbecita y aquí, en Salamanca, se convirtió en encina.

A Adares le tiembla la mano, pero nunca la voz ni la mirada.

La mirada mía y la voz pertenecen a la tumba, por eso las tengo a la moda.

¿No le da miedo que sus poemas puedan saber a hamburguesa ?

No. Tengo una frontera muy espesa. Todavía no conozco sus cristales. No me preocupa. Eso no lo digo yo. La Plaza lo sabe y el Corrillo también.

La cuerda siempre está firme.

Tengo un plan para tensarla sin hacerle daño. El trapo rojo significa la bandera de Salamanca y la tengo atada a las columnas para que no se la lleven.

¿El Corrillo es una península?

En el Corrillo tengo dos márgenes: el verano lo paso en Portugal, enfrente de las escaleras, y el invierno en España, sentado en la piedra. Este es mi lugar auténtico. Ni el frío, ni el sol, ni la nieve se atreven conmigo de lo que me conocen.

Cuando Adares no escribe... Pienso mucho en la bola del tiempo. Porque el tiempo es una bola que no sabe jugar. El tiempo no existe, lo que existe es la realidad de tener prisa, el egoísmo. Al tiempo le pasa lo mismo que al frío, el frío tampoco existe, lo que sentimos a veces es la falta de calor.

Es usted un poeta

Yo vivo mucho la poesía. He nacido con ello. Soy capaz de escribir un soneto de un tirón y sin cojear un sólo verso, no necesito contar con los dedos. En la vida no me ha dado tiempo a leer. He nacido y vivido con mucho sacrificio.

Tanto sacrificio para qué

La tierra es el único juez de los hombres. La primera capa de la tierra cuesta mucho penetrarla pero un vez que se consigue, la profundidad te ayuda.

Lleva una rana colgada al cuello.

Me la trajeron de Inglaterra. La llevo porque si alguno no quiere acercarse a verla a la Universidad la puede ver aquí más cerca y sin necesitar anteojos.

¿Que sería Adares sin su gorra?

Una vez me dijo un amigo "Adares, nunca te he visto sin gorra". Yo le dije que ver a Adares sin gorra cuesta dinero. Es uno de mis símbolos. Los tres testigos que acreditan mi inquietud poética y mi emblema inconfundible son la gorra, la barba y el atuendo.

¿Y el cascabel?

El cascabel es un aviso a las monjas para que sepan que aquí hay un hombre. El cascabel es también el silencio.

Tiene una lágrima en el ojo derecho.

En mi cuerpo arrecia mucho la lluvia. Se reverdece cada día, a veces no se atreve el ojo derecho a verter mi lágrima. Mis párpados no son iguales. El derecho está más caído que el otro. Es el que aguanta la torrencial lluvia que me invade y me hace ser rebelde.

Hasta mañana, Adares

Ahora me tomaré un vaso de agua para que la lágrima no se seque.

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